Archivo por meses: enero 2005

Libros de CF del 2004

La excelente revista argentina de Ciencia Ficción Cuasar, del incansable Luis M. Pestarini, ha editado su número 38 y aparte ha actualizado su página web con nuevos artículos, entre ellos 10 recomendaciones del 2004, de Julián Díez sobre, obviamente, los libros de CF más recomendables editados en lengua castellana durante el año anterior. La lista de los libros reseñados es:

Rihla, Juan Miguel Aguilera (Minotauro).

Oryx y Crake, Margaret Atwood (Ediciones B).

Milenio negro, J.G. Ballard (Minotauro).

Excesión, Iain Banks (La Factoría de Ideas).

La historia de tu vida, Ted Chiang (Bibliópolis).

Los tejedores de cabellos, Andreas Eschbach (Bibliópolis).

El sueño del rey rojo, Rodolfo Martínez (Gigamesh).

El último día de la guerra, Christopher Priest (Minotauro).

Ciudad maldita, Arkadi y Boris Strugatski (Gigamesh).

Historias imposibles, Zoran Zivkovic (Minotauro).



Vaya, que lista, quisiera leerlos todos pero ya. Y no tengo ninguno ni remotamente al alcance.

Lecturas

Tiempo que no le daba a este rubro, pero una consecuencia del viaje y el estar apartado de mi rutina normal es el tener un poco de tiempo para dedicar a estos menesteres. Por lo pronto logré encontrar unos libros que me habían llegado y nadie sabía darme razón de donde estaban:

Orson Scott Card – Pastwatch y The call of the earth

Iain Banks – Use of Weapons (Culture III)

Gordon R. Dickson – Nicromancer

Cuasar 33

Por otro lado, la tentación fue grande y al segundo día de estar en Lima me dí un salto a Amazonas, a chequear el material que había por ahí. Me encontré con varios caseros que aún se acuerdan de mí por cierto, y que luego de los saludos de ley me sacaron lo mejorcito de su stock. Bastantes Best Sellers y cosas de ese tipo, pero dentro de lo que me pareció más atractivo estaba:

Tito Livio – Roma (O algo así). El segundo tomo, por lo que a pesar de interesarme exepcionalmente no me animé a comprarlo.

Katherine Neville – Riesgo calculado. No que sea la octava maravilla, pero me compre uno de ella hace tiempo y me gustó. Igual no lo compré.

Marc Bloch – Apología de la Historia. El libro inconcluso de Bloch, pero la edición no era tan buena, he visto una mejor del FCE creo.

Michael Bishop – Ancient of Days. Aquí si caí. En otra oportunidad la dejé pasar y ahora no iba a repetirse lo mismo. Quince soles y estaba nuevecito. Ni que decir que me entregué a su lectura de inmediato, y me gusta, vaya que me gusta.

Filatelia en la era del e-mail

De chibolo juntaba estampillas, aún las tengo por ahí. Incluso si me llega alguna carta con estampillas en lugar de un simple sello, guardo los pequeños papelitos. Pero la verdad, pensé que la vieja afición estaba herida de muerte en estas épocas cibernéticas. Nada más falso. Los coleccionistas han evolucionado y usan todos los recursos de la tecnología para mantener sus colecciones y comunicarse entre ellos. El NYT publica un artículo al respecto y la verdad está muy interesante, claro, si alguna vez te llamaron la atención aquellos pedacitos de papel, si no, salta a otra cosa.

Many enthusiasts worry that the pastime may slowly fade in the blare of video games, satellite television and iPods. But for all its emphasis on paper, ink and glue, stamp collecting has found new life in the digital age. The hobby’s online dimension is striking because most collectors are from an older generation less familiar with computers and the Internet. Still, the lure of meeting other stamp collectors, locating that one elusive stamp for a collection, or showcasing entire collections has drawn many onto the Web.

An unintended result of displaying stamps on the Internet is the creation of galleries by individual collectors to help document and preserve the images and history of stamps. There are hundreds of exhibits broken down by themes, like stamps of birds, or by region or period. Many philatelists say they would never see the collections were they not displayed on the Web. «Some of the stamps on my Web site are quite valuable,» said Ross Taylor, a collector of Victorian stamps who lives on the outskirts of London and maintains a site at imagesoftheworld.org/stamps/stamps.htm «The stamps are in the bank – and before, I could not even view them unless I took them out of the bank.»

Terramar estropeado

Este blog esta sufriendo las consecuencias de mi viaje, bueno, espero no sea por mucho tiempo, aunque fácil todo lo que queda del mes andará así.

Por intermedio de Eduardo J. Carletti quien lo publicó en la web de su revista Axxon, y lo difundió a través de la lista de correos de dicha revista, me entero de esto: Carta abierta de Ursula K. Le Guin, publicada en Locus, como dice Carletti en una brevísima introducción: baste aclarar que en él da las explicaciones del caso sobre la malograda serie de Terramar realizada por Sci-Fi Channel. Un breve extracto del texto, y si les interesa ahí está el enlace, que por cierto trae muchos otros enlaces.

Hay algunas cosas que no deberíamos permitir que Hollywood suponga.

La gente que ve películas y mira televisión no lee libros. La gente que lee libros no mira películas ni televisión. Por lo tanto a nadie va a importarle si la película arruina el libro, y si les importa, que se jodan.

¡Esto es tan arrogante! ¿Por qué nos quedamos sentados y nos la aguantamos?

La fantasía es para chicos y estúpidos y para gente que quiere respuestas sencillas. Lo que pasa en una fantasía no necesita tener ningún sentido porque «no es real».

Tomemos este caso: En los libros de Terramar la magia funciona de une manera bastante específica, un asunto de lenguaje y de nombres. Tiene sus reglas, las cuales necesariamente establecen sus limitaciones y la naturaleza de esta magia es una de las metáforas fundamentales sobre las cuales se construye la historia. No hay ningún sentido ni coherencia en la magia de la película, son solamente efectos especiales. Los dragones simplemente son monstruos, los Viejos Poderes son simplemente Malos. Lo más divertido es que el guionista llegó a intercambiar el nombre verdadero de Ged, su nombre secreto de poder, y su sobrenombre; así que ahora el pobre y viejo O-shi-on ¡lo tiene que bautizar solemnemente como «Gavilán»!. Cuando en el primer libro Ged se encuentra con su Sombra y cada uno de ellos menciona el nombre secreto del otro, es el clímax del libro. En la película, la escena es un match de lucha libre sin sentido con un monstruo estándar. No tiene ningún sentido. ¿Cómo podría? El mundo, los hechos, los valores de la película son arbitrarios e incoherentes.

Uno o dos actores de color hacen que la película sea «ciega al color», de tal manera que todo el resto del elenco puedan ser blancos.

En Terramar, la gente del Archipiélago es marrón, cobriza, negra y los Kargos, mucho menos numerosos, son de piel blanca con pelo rubio u oscuro. Tenar es una mujer Karga, una morocha de piel blanca. Ged es del Archipiélago, un hombre de piel rojizamarronada. Vetch, también del Archipiélago, es negro. En la película, Oh-shi-on (del Archipiélago) es negro y hay un par de caras de color en la Armada Karga del Rey Tyvek (espero que haya escrito bien el nombre de este rey, porque no es ningún personaje que yo conozca). Tenar es interpretada por una actriz que evidentemente tiene ascendencia asiática, muy hermosa. ¿Pero como llegó ella ahí? ¿Cómo llegó O-shi-on ahí? ¿De qué maldita isla son?

Oh, vamos, no es real. Es solamente una fantasía. Es solamente una película. No tiene importancia.

Sí que importa. Importa un montón. Vivo en un país racialmente intolerante. Desde el comienzo, vi a mi Terramar como una negativa deliberada de continuar tanto con el prejuicio que ve el blanco como la norma, como con la tradición fantástica que acepta ese prejuicio. Si ustedes son blancos, pregúntenle a una persona de color que lea fantasía si esto importa. Pregúntenles qué tan seguido se encontraron a sí mismos en libros o películas fantásticas cuando crecían, y cómo los hacía sentir eso.

Y la discusión en la lista esta interesante también, con cosas como esta:

Recuerden que la señora LeGuin es escritora, no fan. No tiene por qué estar pegada al televisor como muchos de nosotros ni pendiente de todo lo que produce el género en todos los medios, y sospecho que leerá un poco más que la media. Normalmente estas cosas no las hacen directamente los autores. Habrán notado que LeGuin dice «mi agente para cine en ese momento era William Morris». Sospecho que después de todo esto no trabajará más con él. Lo que me parece leer en el comentario de Baradit, que dice «Tanta inocencia me parece por lo menos sospechosa» (lo que ya suena conspiratorio en sí mismo) es «Como es imposible que LeGuin no supiera lo que se esperaba, si le cambiaron la historia, que se joda». Lo que me parece sospechosamente parecido a lo que dicen los mismos productores. Dicho por Marcelo Huerta. Si les gusta la CF inscríbanse y lean, o aún mejor, participen.

El escritor y su obra

Tomás Eloy Martínez, quien creo no necesita mayor presentación, escribe un excelente artículo sobre la moral, o más bien la amoralidad del escritor con respecto a su obra y el proceso de hacerla.

Casi todos los escritores han dicho alguna vez que sin entrega plena no hay literatura verdadera. En rigor, ninguna pasión del hombre tiene sentido si no se pone en juego todo el ser. Hasta para el amante, los caminos a medias son siempre una certeza de fracaso. En 1956, William Faulkner llevó esas exigencias a sus extremos de individualismo y amoralidad: “El artista es responsable sólo ante su obra”, declaró en The Paris Review. “Si es un buen artista, será completamente despiadado. … Arroja todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir su libro”. Esas palabras son escandalosas pero no excesivas: en el horizonte de la historia, los hombres terminan por ser su obra antes que ellos mismos.

En una carta de 1958, Faulkner dijo que aspiraba a reencarnarse en un buitre, alguien a quien nadie ama, ni odia, ni envidia, ni necesita. En “Vueltas nocturnas,” texto final de “Música para camaleones,” Capote plagia la frase con descaro: “Me gustaría reencarnarme en un buitre. Un buitre no tiene que molestarse por su aspecto ni por su habilidad para seducir; no tiene que darse aires. De todos modos no va a gustar a nadie: es feo, indeseable, mal recibido en todas partes. Hay mucho que decir sobre la libertad que se obtiene a cambio”. Tanto a Faulkner como a Capote no les importaba ser condenados por la historia. Sólo estaban atentos a su obra, es decir, a ese banquete de buitres en el que cualquier realidad, hasta la más insulsa, puede transfigurarse en palabras inmortales.

El artículo realmente trata más sobre Capote que sobre Faulkner, pero a mí las que más me llamaron la atención, obviamente, fueron las citas al creador de Yoknapatawpha. El artículo vía Actualidad Literaria.

La palabra de Dios

Vía Libro de Notas llego a la página Venezolana Analítica.com, donde publican el artículo Como para ponerse a pensar ¿No?, el cual Marcos Taracido de Libro de Notas resume así:

Una al parecer afamada locutora estadounidense dijo en su programa de radio que la homosexualidad es intolerable porque la Biblia (Levítico, 18: 22) la condena. Un compatriota le escribe una carta abierta llena de preguntas y peticion de consejos sobre cómo cumplir todo lo que se dice en el libro sagrado: “De todas formas, necesito algún consejo adicional de su parte respecto a algunas otras leyes bíblicas en concreto y como cumplirlas: a) Me gustaría vender a mi hija como esclava, tal y como menciona el Éxodo, 21:7. En los tiempos que vivimos, ¿que precio piensa que seria el mas adecuado? b) El Levítico, 25:44, establece que puedo poseer esclavos, tanto varones como hembras, mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que esto es aplicable a los mejicanos, pero no a los canadienses. ¿Me podría aclarar este punto? ¿Por que no puedo poseer canadienses?”

No quisiera entrar en debates de dogmas de fé, cada quien es libre de creer lo que se le antoje, pero para aquellos que usamos algo el poco raciocinio que tenemos, como que nos resulta un poco difícil creer en textos divinos y zarzas que hablan, menos aún si proceden de una cultura que no es la mía. Si tuviera que creer en algo pues eligiría al apu mas cercano, por último.

APU – El antiguo peruano estaba totalmente integrado en su ambiente y todos los elementos de la naturaleza tenían una función, real o imaginaria. Los Apus, dentro de ese contexto, son los elementos tutelares del paisaje cotidiano que por estar ahí desde las épocas de los antepasados y de alguna manera haberles servido, se transforma en una semi divinidad a la cual se le rinde culto para que siga prestando sus favores, a traves de los famosos pagos a la tierra. Un cerro, un río, una caverna, pueden ser apus.

La estrella

Así se titula un antiguo y hermoso cuento de Arthur C. Clarke, y un artículo que Armando Robles Godoy, cineasta y literato peruano, publica en el suplemento Dominical de El Comercio, sobre dicho cuento. No hay mucho que decir al respecto, sólo léanlo.

Como para no hacer la cosa muy corta, lean también la carta que escribe el propio Arthur C. Clarke comunicando que no fué afectado por los desastres por todos conocidos ocurridos en Asia. Como sabrán, Mr. Clarke ha fijado su residencia desde hace varios años en Ceilán o Sri Lanka como ahora se le conoce.

Antonio Tabucchi – Entrevista

Antonio Tabucchi es uno de los mejores escritores italianos de la actualidad. Quizás no es muy fácil de leer, pero vale la pena adentrarse en su prosa. Clarín le publica una larga entrevista a propósito de la edición en castellano de Tristano Muere su obra más reciente en Anagrama. Extraigo una parte de la entrevista en la se deja ver que el hombre no aguanta pulgas y que además tiene bien claro el papel del escritor y el del crítico.

—¿»Tristano muere» es una novela, un ensayo, un relato? ¿Usted cómo lo califica?
—No es mi tarea. Usted debe clasificarlo. Yo lo escribí. Esa es la respuesta.

Antonio Tabucchi ríe. Y se va a reír a lo largo de la entrevista cada vez que las preguntas lo transporten a una situación que tal vez considere desopilante, sea una cuestión de letras o de política. Sin ánimo de ofender, Tabucchi se ríe de muchas preguntas. Y con ánimo de ofender se ríe de los norteamericanos y también de los italianos; de su jubilación, de los intelectuales, de Mussolini, Berlusconi y del «pacifismo» de Bush…

—¿Detrás de Tristano hay un Tabucchi desilusionado, quizá?
—¿Detrás de Tristano hay un Tabucchi desilusionado? ¿Detrás de Hamlet hay un Shakespeare loco? Esa es la respuesta.

—Una respuesta con forma de pregunta…
—No, no. Esa es la respuesta. ¿Detrás del personaje está el autor?

—Sí. Pero es un personaje desilusionado, desencantado.
—Si, ¿y Hamlet no es un loco? ¿Y Sancho Panza no es un pobre hombre?

—Sí, también.
—Entonces mire, ¿qué le parece? Si busca al autor detrás del personaje, lo puede encontrar. Lo encuentra detrás de todos los personajes. Pero es mejor no buscarlo porque posiblemente no esté detrás de nadie. El personaje tal vez esté en otro lugar.

—Hay un Tristano…
—Yo creé un personaje ciertamente desilusionado. Esa es la respuesta: yo creé un personaje desilusionado.

Les paso otra entrevista más, ésta de El Cultural.

El embrujo de su mirada

Sábado, 11.30 pm, buena hora para llegar. Mientras los muchachos fueron a dar una vuelta a mirar si ya había alguien de la oficina adentro, yo me quedé un rato en la entrada conversando con el fiscalizador de la municipalidad y con el administrador de Explosión, la venta de entradas iba bien, sería una buena noche, todos quedarían contentos. En esas estaba cuando de una manchita de huambrillas que entraba ví que una gatita me miraba un segundo más de lo debido, la miré a los ojos y no bajó la vista, «Hola» me dijo, respondí pero ya estaba pasando, ya estaba volteando yo la cabeza para mirarla cuando oí un «tío» que me resultó familiar, miré adelante y era uno de mis sobrinos con su grupo, me saludó y me dijo que vaya por donde iban a estar. Haciendo un rápido conteo noté que ahí sobraban chicas. Bueno pensé, no sería difícil encontrarlos.

En eso los muchachos regresaron y me llevaron a un costado del escenario, empezábamos en serio, una caja entre cinco. Por los parlantes la voz de Ofelia empezaba a cantar una de las favoritas de la multitud: «Había una vez, en mi pueblo un matrimonio … «. Conforme se consumía la cerveza los pies me empezaban a picar, nadie con quien bailar. Con el pretexto del baño fui a buscar a mi sobrino, él me vió antes que yo a él, me llamó y me acerqué. Me presentó a su gente y .. oh sorpresa, ahí estaba la gatita «Al señor ya lo voy viendo dos veces» dijo riendose. Era guapa, y su sonrisa la hacía mas bella aún, su aspecto era casi el de la iquiteña típica, piel y cabello claros, delgada como una top model pero con unas curvas admirables. Mi sobrino dijo lo que no hacía falta decir: «Te presento una chica con pechonalidad», pero los que me impresionaron fueron sus ojos: enormes, profundos como para perderse en ellos y pícaros como para caer en su hechizo en forma instantánea. Definitivamente iba a ser una buena noche pensé. Una salsa empezó a sonar y mi sobrino practicamente nos empujó a la gata y a mí a bailar, ninguno de los dos esperó a que se lo repitan, la Salsa empalmó con un merengue, el merengue con una cumbia, la cumbia con una technocumbia. Diablos, sudaba a chorros, pero con una pareja así no era cosa de hacerse el exquisito por algo tan trivial como el sudor. La música finalmente se detuvo y regresamos al grupo a mojar nuestras gargantas, pero ni bien lo hicimos empezaron los acordes de «El idiota» otra de las favoritas de la gente. Yo sólo sentí un gritito y una mano que me cogía y ya estaba bailando de nuevo, y otra canción, y otra y otra. Como todo el grupo bailaba la cerveza pasaba de pareja en pareja. La música se hacía más frenética por momentos y «Gavilán» fue bailado así, frenéticamente.

En el momento del descanso ví que uno de los muchachos me buscaba, le pasé la voz, «Jefe, ya pues» me dijo, «Ahorita voy», «Franco, te esperamos», miró a mi costado y luego a mi. Cómplicemente le guiñé el ojo y se fué, no sin antes alzar su pulgar en señal de aprobación. Como esa pieza no la estábamos bailando, pensé que era el momento apropiado para ir donde los muchachos. Le dije a la gata que me acompañara, pero dijo que no, que estaba con sus amigas y que no las podía dejar. «Ya te estás queriendo escapar, ¿di?», «No, por éso quiero que me acompañes», «No pues, acá estoy bien, ven, vamos a bailar». Ni modo de decirle que no, más aún si se trataba de un vallenato, ¿Han bailado uno?, no los de Carlos Vives, si no ésos de pueblo, llenos de lugares comunes sobre la las mujeres y el amor, es decir, una invitación al agarre, ¿No?, bueno, la cogí de la cintura y ella se colgó de mi hombro, dos a la izquierda, dos a la derecha, no era bajita, casi de mi talla, fácil bordeaba el metro setenta, en la práctica esto significaba que no tenía que encorvarme para estar «Cheek to cheek». La música seguía sincopadamente y yo tratando de no perder el ritmo ni la emoción del momento he olvidado qué le murmuraba al oído, sólo recuerdo que cuando la canción acabó nos quedamos un ratito más en la pista besándonos.

De regreso en el grupo nadie quiso volver a bailar, nos quedamos conversando y al rato le dije si no me iba a acompañar donde mis amigos y volvió a decir que no. Bueno, tampoco era como para ponerse terco. «Entonces ya regreso» le dije, y a mi sobrino le hice una seña de que ya volvía. Habré caminado unos seis o siete pasos cuando sentí que me cogían de la mano «Ya pues te acompaño, pero no me dejes», ya se imaginan que gesto hice mentalmente. Mi regreso a donde los muchachos fue practicamente ovacionado. «El lobo», «Buena lobo», la gente estaba embalada, ya no era el jefe, era un pata más. El grupo había crecido y la chela también, ya iban por la segunda caja, y corría a una velocidad asombrosa. Cuando las primeras notas del «Toma que toma» sacudieron los parlantes, la gata me sacó a bailar ahí nomás, los muchachos hicieron una rueda y caballero tuve que darle hasta el piso, una y otra vez. Por supuesto luego de éso nos sirvieron a vaso lleno. Tomamos y emprendimos el regreso al otro grupo, por el camino me crucé con varios conocidos, saludos y más saludos. Realmente parecía mi fiesta. Por ahí algunas miradas desaprobadoras de algunas señoras es cierto, pero soy un hombre libre y no tengo que darle explicaciones a nadie.

Contar el resto de la fiesta sería repetir lo ya dicho, estuvimos saltando de grupo en grupo, divirtiéndonos con todos y a la vez disfrutando de la mutua compañía, bueno, yo por lo menos disfrutaba de sus miradas seductoras y sus besos cada vez más apasionados. Tampoco contaré el resto de la noche que sólo nos pertenece a los dos. Pero, maldita seas Iquitos, realmente estás usando tus mejores armas ¿No?. Con despedidas que más parecen bienvenidas ¿Quién no quisiera quedarse?.

Mocking the Cosmos

Aprovechando las horas libres en horarios inopinados que proporciona el no tener un trabajo estable, pude ver en Cinemax un corto llamado Mocking the Cosmos. Iba a cambiar de canal, pero la mínima reseña que dan me llamó la atención, y luego ver que actuaba Tim Roth, el mismo que hizo de botones en Four Rooms, y participado en muchas otras películas, me hizo quedar a mirar los pocos minutos que dura el corto. Lo que valió la pena por supuesto. Una mezcla de drama familiar y Ciencia Ficción. Si les interesa revisen la programación que estará en contínua rotación todo Enero, por Cinemax.