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Bolívar, ¿Gran libertador o gran dictador?

Simón_Bolívar_by_José_Gil_de_Castro

Simón Bolívar, óleo de José Gil de Castro. Imagen de Wikimedia, usada bajo licencia Creative Commons.

El Gran Libertador Simón Bolívar jugó un papel importante en los procesos emancipadores de cinco países latinoamericanos: Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, y está considerado una figura histórica universal. Así mismo es padre o inspirador de la ideología llamada bolivarianismo, cuya versión más conocida y reciente es el llamado chavismo, y se le relaciona también con el concepto de Patria Grande, o unidad latinoamericana.

El pasado 24 de julio se conmemoró un aniversario más del nacimiento del libertador. En Venezuela, su país de origen, se celebró la ocasión incluso con el estreno de una película sobre la vida de Bolívar, pero en otros países como el Perú, la cosa no pasó de algunas ceremonias protocolares. Y es que en este país andino no hay un muy buen recuerdo de don Simón.

Antes de hablar del paso de Bolívar por el Perú, conozcamos un poco de su talante dictatorial. El conocido periodista Álvaro Vargas Llosa escribe en un artículo republicado en el blog del Centro para la Prosperidad Global de The Independent Institute, a propósito de la publicación de una nueva biografía del libertador en el año 2006, que Bolívar fue mejor caudillo que los demás líderes latinoamericanos de la época pero que precisamente «el caudillismo es todavía el corazón del problema latinoamericano».

José García Hamilton, un estudioso argentino de Bolívar, considera que el Libertador fue consistentemente dictatorial: “En su carta desde Jamaica (1815) y en la Convención Constituyente de Angostura (1819), Bolívar postula un sistema político con presidente vitalicio, una cámara de senadores hereditarios integrada por los generales de la independencia… La Convención de Angostura no aprueba este sistema para Venezuela ni tampoco la aprueba para Nueva Granada la siguiente convención de Cúcuta, pero luego Bolívar, en la flamante Bolivia, redacta personalmente una constitución con esas características, que luego es aprobada para el Perú. Luego pretende que ese sistema se extienda a la Gran Colombia, pero Santander rechaza que esa sanción se haga mediante atas populares, por no ser un procedimiento legal. “No será legal”, contesta Bolívar, “pero es popular y por lo tanto propio de una república eminentemente democrática”.

Un tema controvertido es el de la poca afección de Bolívar por los indígenas, casi cayendo en el racismo. En un blog anónimo, un estudiante reflexiona sobre un texto analizado en la clase de historia que recibió de la profesora Cecilia Méndez Gastelumendi.

Antes de llegar a Perú, Simón Bolívar tenía una visión del indigena idealista, influenciada por Rousseau y los pensadores de la ilustración. El indígena era un buen salvaje, apacible, solitario, “amigo de todos”, voluntariamente apartado de la vida política. Pero en 1822, atravesando los Andes, Simón Bolívar se enfrento a la rebelión de los pastusos, que acosaban a su ejército, usando técnicas de guerrillas. Desde entonces su visión cambio radicalmente: el ser apacible se convirtió en bestia salvaje, bruta, despreciada, degradado. “Esos demonios merecen la muerte”: si es que algo siguió constante en el pensamiento bolivariano, fue su visión de los indígenas como seres incapaces de una concepción política. Pero si no se apartaban voluntariamente de la sociedad política, solo la aniquilación podía resolver el problema. En eso, Simón Bolívar no invento nada, solo se unió al punto de vista de la elite criolla de Lima, atemorizada por la figura del “indio”.

Pero en el Perú más se le recuerda a Bolívar como quien desmembró el territorio patrio. Hugo Pereyra Plasencia, un historiador de la Pontificia Universidad Católica del Perú escribe en su blog que es necesario acudir a las fuentes primarias (cartas, periódicos, documentos oficiales) para que quede «claro que nosotros los peruanos le caíamos terriblemente antipáticos a Bolívar» y argumenta:

Desde las goteras de Charcas, desde esa pequeña aldea que era la Buenos Aires autonomista, desde la rústica Chile, desde los llanos de Venezuela, el Perú era visto como un monstruo, como una amenaza. Bolívar tuvo muy clara esta percepción y, de hecho, por eso hizo todo lo posible por crear un hegemón alternativo: la Gran Colombia, que estuvo integrado por las actuales Colombia, Venezuela y Ecuador, con pretensiones sobre Guayaquil y sobre el río Amazonas y su gigantesca área circundante. La Gran Colombia nació así como un contrapeso al supuesto peligro peruano.

De hecho, para la época del famoso encuentro de Guayaquil entre Bolívar y el General Don José de San Martín en 1822, ya el primero había declarado a Guayaquil bajo el protectorado de la Gran Colombia, lo que en la práctica significó su anexamiento a dicho país, aún cuando Guayaquil en ese entonces era territorio peruano. Pero eso no es todo, sostiene Pereyra:

En 1823, Bolívar llegó al Perú no tanto por dar la libertad a sus hermanos peruanos que sufrían las cadenas del absolutismo (idea que él siempre manifestaba de modo grandilocuente y, por supuesto, hipócrita), sino principalmente por el interés geopolítico de destruir de raíz lo que consideraba como una amenaza para la Gran Colombia, que él veía como la niña de sus ojos, su creación, la entidad que estaba erigiendo como un nuevo polo de dominio en América del Sur. Por eso se crea Bolivia, para cortarle las patas al “monstruo” peruano, no tanto por dar rienda suelta a la libre determinación y al anhelo de una patria boliviana en ciernes en la que, es cierto, muchos altoperuanos creían (pues nunca hubo unanimidad para unirse con el Bajo Perú dominado por Lima).

De la época que pasó Bolívar en el Perú también hay mucho que contar aparte de su labor militar libertaria que culminaría con la victoria de Ayacucho en 1824. El venezolano Antonio Escalera Busto relata lo que siguió:

Una vez completada la independencia peruana, Bolívar convoca de nuevo al Congreso Constituyente el 10 de febrero de 1825, al cual asisten 56 de los 79 diputados, la mayoría suplentes, de los cuales 9 era colombianos. Este Congreso nombra a Bolívar “Padre y Salvador de la Patria” y ordena que se erija la estatua ecuestre en la plaza del Congreso, donde está actualmente, así como el pago, como una “pequeña demostración de reconocimiento” de una recompensa al Libertador de 1.000.000 de pesos, cantidad que representaba, más o menos, la tercera parte del presupuesto anual del Perú de la época.

Luego su ya mencionada proclividad a ver con desprecio a los indígenas se hace patente:

En Perú existía una grandísima población indígena, no totalmente integrada a la cultura e idiosincrasia hispana, y que mantenía mucha de su cultura ancestral, la quechua y la aymara. Este estamento social no era, ni bien comprendido, ni bien aceptado por Bolívar. Sabemos que Bolívar, por sus correspondencias, emitía juicios racistas como este contenido en la carta que desde Pativilca le envía a Francisco de Paula Santander el 9 de enero de 1824: “Yo creo que he dicho a usted antes de ahora que los quiteños son los peores colombianos. El hecho es que siempre lo he pensado, y que se necesita un vigor triple allí que el que se emplearía en otra parte. Los Venezolanos son unos santos en comparación de esos malvados. Los quiteños y los peruanos son la misma cosa; viciosos hasta la infamia y bajos hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios y los indios son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio de moral que los guíe. Los Guayaquileños son mil veces mejores”

Así pues, no es de extrañar que sus actos de gobierno, ya instalado oficialmente como Dictador del Perú, también dejaran mucho que desear y en algunos casos fueran lesivos a la población indígena peruana:

En Abril de 1825, Bolívar, en uso de sus plenos poderes, dispone la anulación de la emancipación de los esclavos que había decretado San Martín […] el 11 de agosto de 1826, Bolívar implanta de nuevo el tributo del indígena, que ya había sido eliminado por los españoles a raíz de la Constitución de 1812, aunque después recuperado por el Fernando VII absolutista y definitivamente derogado por San Martín el 27 de agosto de 1821.

Algunos autores defienden el decreto de Bolívar por la justificación de proveer recursos a un Estado casi en estado de insolvencia. Que el Estado estaba casi en quiebra es cierto, pero no justifica que se recurriese a un tributo solo por la raza y no por la cuantía de la riqueza del ciudadano.

El venezolano Ramón Urdaneta, enterado de la poca devoción que se le tiene a Bolívar en el Perú, investigó en diversas fuentes y postea datos interesantes en su blog:

el economista e historiador Herbert Morote, lo tilda en calidad de “enemigo público Nº 1 del Perú”, pues “fue un hombre de derecha y no introdujo ninguna reforma social en el país… [mutila] nuestro territorio [incluso Jaén, Maynas y Tumbes iban a pasar a poder de Colombia, y Arica e Iquique, a favor de Bolivia”], instituyendo “el modelo militar ególatra” para perennizarse en el poder, al tiempo que Don Simón “cercenó al país más de 1.100.000 kilómetros cuadrados. […] Para echarle más leña el fuego el crítico historiador añade el estado de presión que Bolívar mantuvo en el Perú, mandando a fusilar a sus opositores, hasta por sospechas infundadas, desconfiaba de todos y el ejército era manejado por colombianos. A Bartolomé Salom el caraqueño en febrero de 1824 le escribe “Esto está lleno de partidos y todo plagado de traidores…. empìezan a tenerme miedo… se compondrá todo esto con la receta de las onzas de plomo…”. A lo que se suma lo escrito por el americano Hiram Paulding sobre que Bolívar le expresó que los “peruanos eran unos cobardes y que, como pueblo, no tenían una sola virtud varonil”.

Parece pues muy cierta la cita que reproduce Jorge Sayegh en su blog:

Jorge Basadre, el historiador peruano más reconocido, dice que Bolívar fue un romántico en 1804, diplomático en 1810, jacobino en 1813, paladín de la libertad en 1819 y genio de la guerra en 1824. Sugiere el historiador que en los años 1825 y 26 al Perú le tocó el peor de los Bolívares, el “imperator”.

Efectivamente no sólo Bolívar se hizo declarar Dictador por el Congreso, si no que impulsó y obtuvo en 1826 la aprobación irregular de una constitución vitalicia con el como presidente vitalicio. Sin embargo habiendo viajado Bolívar a Colombia su gobierno encargado no duró mucho y el Cabildo de Lima derogó en 1827 la constitución que tuvo una vigencia de sólo 50 días. En otro post Antonio Escalera Busto concluye:

Para el escritor peruano Félix C. Calderón el juicio de valor sobre Bolívar es: “El Bolívar que aparece con la lectura de sus propias cartas disponibles es un hombre ambicioso que comete el grave error de manchar su incuestionable trayectoria libertaria con los sueños de opio de una dictadura perpetua, aun a costa de volver a hipotecar la independencia de los pueblos que había supuestamente libertado. No es el santo varón desprendido y desinteresado, ni un demiurgo consumado que solo busca sembrar paz y concordia entre los pueblos; sino un habilísimo taumaturgo del lenguaje que ha descubierto en las palabras la mejor manera de ocultar sus non sanctas intenciones”

Como apunta el abogado Freddy Centurión: «La derrota de la Constitución Vitalicia en el Perú fue el comienzo del fin del Libertador. De allí en adelante su sueño se derrumbaría como un castillo de naipes, para ser condenado en Colombia al destierro y morir tuberculoso en 1830.»

Monitoreando la minería y la protesta en Colombia

La actividad minera ha venido tomando en los últimos años una mayor importancia económicamente hablando en Colombia, tanto así que el recientemente reelegido Presidente Juan Manuel Santos suele referirse a la «Locomotora Minera» para nombrar al gran generador de recursos que le permite al gobierno financiar proyectos de interés social, generar más empleos y reducir así la pobreza.

Sin embargo la minería también está generando mayor conflicto social, violaciones a los derechos humanos de poblaciones vulnerables y un impacto ambiental negativo, entre otros problemas. Incluso a nivel del propio gobierno se ha detectado temas que deben solucionarse prioritariamente como la deficiente titulación de los predios mineros, el uso y contaminación de los recursos hídricos, la gestión de residuos tóxicos y la endeble legislación ambiental.

En medio de este contexto surgen iniciativas ciudadanas como la que se plasma en el blog No a la Mina. El blog es la vitrina para visualizar la diversa información y accionar que manejan una serie de colectivos preocupados por el impacto de la minería en los derechos humanos y el medio ambiente en Colombia. Estos colectivos van desde gente de la academia hasta organizaciones comunales e indígenas.

En el mes del mayo del 2011 ellos organizaron un Encuentro Acción Colectiva y Megaproyectos Mineros en la Universidad Javeriana de Bogotá. La profesora Aída Quiñonez, una de las organizadoras comenta:

La idea era conocer las problemáticas de las regiones más allá del contexto inmediato, con la consciencia de que este tipo de prácticas económicas, fundamentadas en maximizar beneficios, traen consecuencias estructurales y culturales para el país en cual se asientan.

Durante el evento se pudo conocer de primera mano testimonios de diversas comunidades:

Se expusieron los procesos de la Asamblea SUR en Bogotá D.C.; la permanente resistencia del pueblo Nasa en el Norte del Cauca; los graves riesgos de violación de derechos humanos que amenazan a las comunidades afrocolombianas e indígenas por la explotación minera en La Toma-Suárez-Cauca; la defensa del territorio por la explotación de las minas en los casos de Caldono, Cauca, la resistencia del resguardo Uradá-Jiguamiandó, el proyecto Mandé Norte, la defensa de Marmato-Caldas, las resistencias frente a la mina la Colosa y por la defensa del territorio -en Cajamarca Tolima, la defensa del páramo de Santurbán en Santander, y el despojo y desalojo de la comunidad de Tabaco en la Guajira por el macroproyecto del Cerrejón.

Finalizado el evento se socializó un Manifiesto consensuado que entre otras conclusiones recomendó:

Es necesario que se convierta en una responsabilidad de la sociedad colombiana abordar el problema de la megaminería y en general de los problemas sociales y ambientales ligados a los efectos que con esta incursión se generan en las economías extractivas, Así mismo es necesario entender las relaciones que se tejen en marco internacional y en tal sentido identificar los dispositivos para que se asuman las responsabilidades de quienes producen, consumen y contaminan.

Hace unos meses Global Voices tuvo oportunidad de conversar con la profesora Quiñónez y esto fue lo que nos dijo:

Otra de las organizaciones que comparte las mismas preocupaciones es Conciencia Campesina. Esta organización fue creada en abril de 2009 por campesinos de Cajamarca, tras el anuncio en 2008 de La Colosa proyecto minero de oro de AngloGold Ashanti en un área de reserva forestal. Ellos manifiestan en su página de Facebook:

Creemos que la movilización pacífica, social organizada tiene un papel importante en nuestra lucha para proteger nuestro territorio. En estos años hemos organizado marchas pacíficamente, defendiendo nuestra oposición a La Colosa. […]

En las zonas mineras a menudo hay una alta incidencia de violaciones de derechos humanos, delincuencia y prostitución, queremos preservar nuestra identidad cultural como una comunidad agrícola y tradicional.

Algunos casos representan un ejercicio más completo de resistencia, como es el de Sath Tama kiwe en Cauca, ellos le han dicho no a la minería, y también a cualquier cosa que los ponga en riesgo, como la siembra de coca, por lo que se ven obligados a ejercer autoridad en sus territorios.

estando en un proceso de Autonomía Territorial, cuyo objetivo era buscar minería legal o ilegal para la explotación del Oro, encontramos grandes extensiones de siembra de Coca para el procesamiento de alcaloides, por lo cual tomamos la decisión de arrancar y destruir estas plantaciones, pues según se dijo, ya el Ejercito Nacional, en rondas realizadas días antes le habían manifestado a los dueños del laboratorio que siguieran trabajando que por ellos no habría ningún problema.

Las actividades de resistencia llevadas a cabo a lo largo de los años han tenido consecuencias graves como el asesinato de algunos de los dirigentes activistas bajo circunstancias no aclaradas. Sin embargo estas actividades continúan, al igual que la aumento de las inversiones en nuevos proyectos mineros en el país.

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Cuninico, otro derrame de petróleo más en la selva amazónica peruana

Dos derrames de petróleo procedentes del Oleoducto Norperuano de Petroperú en la zonas de Saramuro y la quebrada de Cuninico, en el distrito de Urarinas, Loreto, han generado una contaminación de extensión aún no determinada pero que se estima en varios kilómetros de largo, y varios casos de niños de las comunidades indígenas aledañas con enfermedades estomacales.

Se ha informado que los derrames ocurrieron el 26 y el 30 de junio, pero por lo alejado de las localidades la noticia recién se dió a conocer en los medios masivos de Lima unos días después. Aunque la empresa responsable, Petroperú ha tomado algunas medidas para mitigar el daño causado, como la entrega de alimentos y agua a las comunidades, pero esto no parece ser suficiente pues miembros de las comunidades nativas reclaman que aún no pueden consumir pescado ni utilizar sus fuentes de agua.

El asunto tomó un giro diferente cuando se denunció que Petroperú había contratado menores de la zona para las labores de limpieza del petróleo derramado. La empresa negó esto, pero luego de que el caso se difundiera por la televisión a nivel nacional, el Ministerio de Energía y Minas decidió declarar a Petroperú en reorganización y luego renovó el directorio.

En su columna en el diario La República, la doctora Rocío Silva Santisteban escribe sobre uno de los pueblos indígenas afectados por estos constantes derrames en la cuenca del río Marañón, los kukamas, y sobre dos sacerdotes de la parroquia de Santa Rita de Castilla, en Nauta, que hace años vienen denunciando las consecuencias de estos derrames. Además describe el comportamiento típico de la empresa petrolera:

1) se aprovechan de la necesidad de los lugareños, sus expectativas de ingresos y su ignorancia sobre las consecuencias del contacto directo de la piel, los ojos, incluso la boca con el hidrocarburo; 2) se contrata a la misma población para tener una limpieza rápida y a bajo costo; 3) se actúa con total impunidad, pues se sabe que en esos parajes es muy difícil que la información circule fuera de los sectores más cercanos.

Y sobre los sacerdotes añade:

Ah… lo olvidaba: los sacerdotes Berjón y Cadenas están siendo chuponeados, reglados y hackeados para evitar más denuncias: ¡y todo en el año de la COP20!

En el blog Toustodo Oscar Muñiz se pregunta por qué siempre se trata de ocultar la información sobre este tipo de hechos, cuando detallar los eventos debería ser una obligación del Estado.

Otros países tienen medios informativos donde describen los acontecimientos que han sido objeto tanto de daño ambiental y ecológico como de los daños a la economía nacional. Un país serio y responsable no deja a la deriva los informes que seguramente se encuentran encajonados en los escritorios de la alta burocracia; un país con talante encara con seriedad y responsabilidad los problemas que se repiten mes a mes, año tras año.

El Licenciado en Ciencias Políticas Juan Pablo Sánchez Montenegro escribe para Lucidez.pe acerca del Olecoducto Norperuano:

Se trata de que el viejo oleoducto de cuarenta años aún no ha sido adecuado a las normas jurídicas y técnicas vigentes que prohíben que exista bajo el agua tuberías destinadas al transporte crudo. La empresa estatal, a través de su representante Víctor Mena, se ha limitado a culpar a la geografía de la zona por los desastres ocasionados.

Por otra parte, Miguel Donayre Pinedo reproduce en su blog una crónica de los anteriormente mencionados sacerdotes Berjón y Cadenas en recorrido por las comunidades afectadas de la cuenca del Marañón en Loreto.

Varios días la gente comía el pescado con olor y sabor a gasolina. Al principio nadie le dio importancia. Pero después de varios días surgió el comentario en la comunidad. Un comunero entró en la quebrada y, con ojos espantados, vio cantidad de peces y boas muertas y manchas de petróleo por todos lados. Se ha quebrado el oleoducto en la zona que los comuneros denomina Varillal (atención para los ambientalistas). Asustado regresa a la comunidad y conversan entre autoridades y comunidad.

Como primera medida deciden llamar a las instituciones en Maypuco, sede del distrito de Urarinas. Entre otros, llaman al Municipio y a la PNP (Policía Nacional del Perú). Ellos hacen fotos y algunos videos. Comienza el movimiento. Hasta el 2 de julio sólo había llegado 5 litros de agua por familia y agua del Marañón. De nuevo, las emergencias no son atendidas, menos si es lejos de la ciudad. Los planes de emergencia o no existen o no funcionan. Quien sí acude, dicen los pobladores, es Petroperú llevando personal sanitario, entre ellos un doctor. Échense a temblar.

Luego hacen unos apuntes sobre las posibles consecuencias a futuro de este derrame:

1. Con la vaciante del río que se produce a fines de junio 2014, como todos los años, comienza a salir el pescado de las cochas y a migrar río arriba: “mijano”. ¿Surcará este año el mijano? Sospechamos que no. Se produce una barrera biológica. ¿Cuál será el comportamiento del pescado? […]

3. El impacto económico en la comunidad de Cuninico será terrible. ¿De qué van a vivir todos estos pescadores? Cuando una empresa rescinde el contrato a un trabajador tiene que pagar unos derechos. ¿Quién paga los trabajos que estos pescadores no van a poder realizar?

Mientras tanto las acciones de investigación prosiguen, tanto del derrame en si, como de la contratación de menores. Así mismo evalúan sancionar a Petoperu y piden declarar en emergencia la zona afectada.

Casa Morada, espacio de expresión y colaboración en Medellín

Fachada de la casa Morada. Foto de la organización, usada con autorización.

Uno de los lugares recomendados de Medellín para conectarse con gente con ganas de hacer cosas o difundir las propias es Morada o Casa Morada, como también se le conoce. La casa es muy concurrida y se ubica en un sector apacible del barrio de Comuna 13 San Javier, que contrasta con la complejidad social donde no son extrañas la violencia y la pobreza, y es la sede de un colectivo con sus propias ideas de cómo crear y promover el arte y la cultura:

Somos un colectivo en red sin ganas de hacer negocios, sin ánimo de formalizarnos, ni de corporatizarnos. Somos un colectivo con emisora, con un espacio (o morada material), con actividades, con alianzas para crear, para disfrutar, para encontrarnos.
Nos mueve el placer, nos unen unas sensaciones.
Nos movemos en red por el voz a voz, tejiendo uno a uno, no somos un espacio público, ni una sede cultural del gobierno.
Si tiene un proyecto artístico, cultural, periodistico, investigativo y necesita un lugar para crear, para el intercambio, ¡Bienvenido!

En una entrevista para el diario El Colombiano con motivo del primer año de Morada, en actividad desde el año 2012, Lucas Jaramillo miembro líder del colectivo comentaba:

Aquí venimos a crear. Desde la libertad del hacer queremos sentar una posición crítica hacia una ciudad que despierta amores y odios.

La casa, a su vez un proyecto de la Fundación Casa de las Estrategias y otras organizaciones, maneja diversas rutinas para cada día de la semana. Por ejemplo, los lunes suelen realizar talleres de computación e investigación, los martes talleres de escritura y difusión de nuevos autores, los miércoles hay poesía y música, y los jueves clases de canto y luego cine, los viernes taller de dibujo y radio, los sábados hay “agroarte” y escuela de graffiti. A estas actividades acude gente de diversos puntos de la ciudad, principalmente jóvenes, pero también adultos.

A lo largo de su existencia, la Casa ha dado cobijo a diversos proyectos culturales y de arte urbano, como el del hip-hopper y gestor cultural Jeihhco, lo que de alguna manera también los hizo testigos involuntarios de la violencia aún presente en la ciudad, tal como quedó registrado en una nota del año 2012 sobre asesinatos a raperos de la zona:

En la Casa Morada del barrio San Javier se respiraba silencio, se respiraba miedo. El ambiente que se vivía, a tan sólo 3 días de la muerte de “El Duke” (conocido cantante de hip hop de la zona), asesinado el martes 30 de octubre, era de tensión. Al parecer, los líderes y raperos allí reunidos buscaban la intervención de un sacerdote que buscara una solución al problema de seguridad tras las amenazas recibidas el día anterior. […] El motivo de la visita a la Casa Morada, […] era conocer más de cerca el pasado de Élider Varela, (conocido como) “El Duke”, como rapero y líder comunitario.

Lejos de amilanar a los miembros del colectivo, esta experiencia los impulsó a responder con creatividad y solidaridad a estos lamentables sucesos. Carlos Mario Cano escribiendo para diarioadn.co relata:

dos actos simbólicos de ciudad fueron gestados desde Morada: una semana después de las amenazas en contra de 25 raperos en la 13, en noviembre del año pasado (2012), la emisora salió a las calles para dar un ‘Abrazo morado’: encuentro con la gente para recordarles que todos debían acoger a estos jóvenes a quienes les vulneraron sus derechos.

El segundo acto nació luego del asesinato del mimo Julián Taborda en el corregimiento de Altavista. En esa ocasión, a principios de febrero de este año (2013), la Federación Parcharte –también nacida en Morada– decidió hacer un evento con diversas expresiones culturales en este corregimiento azotado por la violencia.

La emisora mencionada en el párrafo anterior es Morada Estéreo, uno de los proyectos más populares de Morada. En sus propias palabras:

Con Morada Estéreo estamos apostando a un medio independiente, completamente libre, sin censura. Encontramos la identidad y la línea editorial desde las personas con las que nos juntamos, por sus búsquedas, por lo que crean, por cómo ayudan. […] Sin voces impostadas, sin guiones insulsos, sin brutalidad, sin prisa somos una red de locutores y realizadores que vibramos. Aquí encontrará gente proponiendo, muchos de ellos inconformes, siempre explorando con la generosidad del intercambio.

Intentamos también prestarle la voz a los que no tienen voz, estamos en contra de la discriminación y la segregación, contribuyendo a abrir una Medellín que muchos hacen, sin fronteras, en trueque con el mundo.

Sobre este proyecto radial tuve la oportunidad de conversar con el encargado Walter González. Oigamos lo que nos cuenta al respecto:

Otro de los proyectos destacados  de Morada es Agroarte, un proyecto que junta la agricultura, la tierra, la educación y el tejido social de la ciudad. En el canal de YouTube de Morada Estéreo hay una entrevista a @agroarte, el cantante de hip hop que lidera este proyecto:

Para conocer más de Morada, pueden visitar su página web, su página en Facebook y su Twitter. A Morada Estéreo, aparte de oirla, también pueden seguirla en Facebook, vía su canal en YouTube y en Mixcloud.

Este post se publicó también en Global Voices.