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Terrorismo y gastronomía, elementos de cohesión nacional

En atentado terrorista vuelan torre de Entel Peru en Huacho, el 9 de oct. 1981. Foto: Carlos del Rosario

En atentado terrorista vuelan torre de Entel Peru en Huacho, el 9 de oct. 1981. Foto: Carlos del Rosario. Tomada de la página de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

Tengo la plena certeza de que si les preguntáramos a los peruanos por qué creen que es famoso el Perú, la gran mayoría de las respuestas serían: a) por su comida b) por Machu Picchu, y supongo que algunas otras cosas más en ese estilo. Sin embargo de haber hecho la pregunta hace 30 años las respuestas hubieran sido muy diferentes: a) por el terrorismo b) por el narcotráfico.

El Perú post conflicto interno de alguna manera ha logrado crear puntos de coincidencia e identidad nacional alrededor de determinados elementos cohesionadores que agrupan a peruanos de diversas procedencias que de otra manera sólo tendrían en común la nacionalidad. El país fallido, inviable y que se nos caía a pedazos hace poco más de dos décadas hoy es capaz de convertir en éxitos incluso sus fracasos, como en el fútbol.

Pero hay otro punto en el cual la inmensa mayoría de peruanos está de acuerdo y es un recordatorio de esas décadas pasadas: el terrorismo. El rechazo frontal al terrorismo y por ende a los terroristas es prácticamente unánime.

Atentado de la calle Tarata, Miraflores, Lima.

Atentado de la calle Tarata, Miraflores, Lima, año 1992. Foto tomada de la web de la revista Velaverde.

Un ejemplo reciente es lo sucedido hace tan solo un par de días a propósito de la liberación y posterior expulsión del país, por cumplimiento de condena por terrorismo, de la ciudadana estadounidense Lori Berenson. Un sitio web local en inglés, Living in Peru, publicó una nota al respecto adjetivando a la Berenson en el titular como «activista». La inmediata indignación online no se hizo esperar, al punto que el sitio web se vio obligado a corregir su titular eliminando la palabra activista y explicando que fue usada por que múltiples fuentes extranjeras en inglés la calificaban así.

Pero el asunto no terminó ahí, Mijael Garrido Lecca, Director del Diario Altavoz, publicó una carta abierta dirigida a AP, la agencia de noticias de donde Living in Peru tomó la nota, y donde menciona a Frank Bajak, el autor de la misma. Me permito citar un párrafo de la mencionada carta, tratando de no descontextualizarla demasiado:

Bajak dice que Berenson fue condenada por “colaborar con el terrorismo”. […] Los muertos que la ideología sanguinaria que Berenson pregonó no son un eufemismo; las viudas y los huérfanos tampoco. ¿Cómo es que Berenson encaja dentro de la categoría de activista si formó parte de una organización que asesinó a sangre fría y secuestró a discreción?

Osama Bin Laden no fue un “activista”, fue un terrorista. Los infames ataques perpetrados contra el World Trade Center el 11 de setiembre del 2001 no fueron un acto de activismo de ningún tipo. […] Lo que acaba de suceder en París no fue un acto de activismo. Fue terror. Pero estos “errores” semánticos abrigan el futuro de los terroristas, pues les permiten revisar la historia e imponer una narrativa tendenciosa y cobarde.

Entiendo que en los últimos años hay un abuso del uso del término terrorismo, por ejemplo y sin necesidad de ir muy lejos, aca mismo se habla de terrorismo ambientalista y terrorismo antiminero, términos con los cuales no todos están de acuerdo. Pero a mi modo de ver es significativo el cierra filas que se da en torno a que lo de Sendero Luminoso y el MRTA fue terrorismo y la no discusión al respecto. ¿Uniformidad de criterios o miedo a abrir viejas heridas del pasado? Quizás en este punto sea apropiado contar algunas características del terrorismo en el Perú.

Atentado senderista en las cercanias del centro comercial San Isidro en 1992. Foto tomada de la página de Flickr de Rodrigo Perú.

Atentado senderista en las cercanias del centro comercial San Isidro en 1992. Foto tomada de la página de Flickr de Rodrigo Perú.

Aunque Sendero Luminoso tuvo su periodo formativo en la ciudad andina de Ayacucho durante los años 70, su primer acto terrorista fue la quema de ánforas y cédulas de votación en el pueblo de Chuschi el 17 de mayo de 1980. Doce años, innumerables ataques terroristas y más de 60,000 muertos después, la captura de Abimael Guzmán, líder de la agrupación, el 12 de setiembre de 1992, marcó el fin de Sendero Luminoso.

Cuando Sendero realiza aquel acto inicial, lo hace sin ningún tipo de reclamo o protesta, sólo la sorda violencia frente a unas elecciones muy reclamadas y esperadas por la ciudadanía. Luego anunciarían que estaban en guerra con el estado burgués, proclamándose de orientación marxista-leninista-maoísta y seguidores de la tesis de Mao de que la violencia es inevitable para logar la revolución. Su programa general del año 1988 dice a la letra que buscan la: «Demolición del Estado peruano, dictadura de los explotadores dirigida por la gran burguesía, de las fuerzas armadas y represivas que lo sustentan y de todo su aparato burocrático».

Una de las características principales de SL fue su negativa al diálogo, en su ideología cualquier tipo de contacto con el enemigo que no implicara el uso de la violencia era una concesión inadmisible, no hubo nunca posibilidad de diálogo y menos de negociación, si algún miembro de Sendero mostraba alguna inclinación a dicha opción, era sometido a la «autocrítica».

Lo mencionado, junto a un uso oscuro del lenguaje por parte de SL, profundamente ideologizado para el común de los ciudadanos, no ayudó a entender qué se proponía la agrupación terrorista, y esto incluía a la inteligentzia limeña, que durante años falló en sus análisis y diagnósticos del fenómeno senderista, e incluso mostró una inicial simpatía por parte de sus elementos de izquierda. Sin embargo la opinión pública rechazaba mayoritariamente su ideología y métodos, y no dudó en definirlos, apelando a una denominación informal para los miembros de Sendero Luminoso: «terrucos», una quechuización de la palabra terrorista, existiendo incluso una versión más corta: «tucos». Así pues la asociación entre Sendero y el concepto de terrorismo surgió casi naturalmente en los sectores más deprimidos de la población urbana y rural de las zonas afectadas por los ataques de SL, es decir, los quechuahablantes. Luego el uso de dichas palabras se propagaría a todos los sectores sociales del Perú.

Lori Berenson en 1996 y en el 2015. Foto tomada de la web de El Nuevo Herald.

Lori Berenson en 1996 y en el 201o. Foto tomada de la web de El Nuevo Herald.

Para mi pues es innegable que las acciones de Sendero Luminoso están en el discurso público (oficial y no oficial) así como en el imaginario peruanos como acciones terroristas, y sus miembros, sin lugar a dudas, son terroristas, opinión que por cierto comparto. Cualquier intento de negar u ocultar esto resulta en una andanada de acusaciones provenientes de todos los sectores de la nación. Lo único comparable, y para esto regreso a la figura de la gastronomía, es la reacción ante los intentos de apropiación del Pisco Sour o de los Suspiros Limeños por los vecinos del sur.

Con la partida de Lori Berenson se espera que las aguas regresen a su normalidad. Pero varias señales de la importancia de este tema se dieron durante estos días. Algunos actores políticos le exigieron al gobierno que tome acciones para aclarar ante los EE. UU. que la Berenson es una terrorista y no una activista. El ministro de Justicia preguntado al respecto declaró que la actividad del MRTA, organización a la que perteneció Berenson, fue claramente terrorista. Incluso el Embajador de los EE. UU. dijo a la prensa que «yo califico a los integrantes de este grupo como son, hicieron actos de terrorismo, es un grupo terrorista, por lo tanto son terroristas». La Berenson, que a su paso por el aeropuerto para abandonar el país recibió gritos de «terruca» por parte de algunos de los presentes, manifestó que no considera que el MRTA haya sido una organización terrorista.

Hay posiciones que nunca llegarán a un acuerdo. Pero no se trata de un desacuerdo amistoso, como cuando se discute si puede hacerse Papa a la huancaina con papas que no sean la papa amarilla, cosa que de hecho se hace pero siempe hay puristas que lo ven como una aberración. Se trata de un desacuerdo fundamental entre la gran mayoría que, como se ha explicado, ve a estos grupos subversivos como terroristas, y un pequeño número, mínimo, que clama por que no, principalmente exterroristas, izquierdistas radicales y los que lo hacen por principio o demasiado influenciados por el discurso propulsado por algunas ONG extranjeras.

En lo personal me parece que una lección de todo esto puede esbozarse en una pregunta con su consiguiente respuesta: ¿Si la opinión consensuada y libre de todo un pueblo es calificar a los actos y miembros de Sendero Luminoso y el MRTA como terrorismo y terroristas respectivamente, quién tiene la autoridad o el derecho suficiente como para desafiar esa decisión? Dicen que la democracia es escuchar la voz del pueblo, y en este caso el pueblo peruano unido lo ha dicho bien claro.

Yo dejo acá el asunto y me dedicaré a otros temas, como definir, previa degustación, cuál es el mejor cebiche del Perú, o si el lomo saltado tiene más de chino que de criollo. Temas que también unen a los peruanos y son decididamente más gratos. Buen provecho.

Cebiche. Foto del usuario de Flickr Kukiko, bajo licencia CC Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic (CC BY-NC-ND 2.0).

Cebiche. Foto del usuario de Flickr Kukiko, bajo licencia CC Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic (CC BY-NC-ND 2.0).