Cuninico, otro derrame de petróleo más en la selva amazónica peruana

Dos derrames de petróleo procedentes del Oleoducto Norperuano de Petroperú en la zonas de Saramuro y la quebrada de Cuninico, en el distrito de Urarinas, Loreto, han generado una contaminación de extensión aún no determinada pero que se estima en varios kilómetros de largo, y varios casos de niños de las comunidades indígenas aledañas con enfermedades estomacales.

Se ha informado que los derrames ocurrieron el 26 y el 30 de junio, pero por lo alejado de las localidades la noticia recién se dió a conocer en los medios masivos de Lima unos días después. Aunque la empresa responsable, Petroperú ha tomado algunas medidas para mitigar el daño causado, como la entrega de alimentos y agua a las comunidades, pero esto no parece ser suficiente pues miembros de las comunidades nativas reclaman que aún no pueden consumir pescado ni utilizar sus fuentes de agua.

El asunto tomó un giro diferente cuando se denunció que Petroperú había contratado menores de la zona para las labores de limpieza del petróleo derramado. La empresa negó esto, pero luego de que el caso se difundiera por la televisión a nivel nacional, el Ministerio de Energía y Minas decidió declarar a Petroperú en reorganización y luego renovó el directorio.

En su columna en el diario La República, la doctora Rocío Silva Santisteban escribe sobre uno de los pueblos indígenas afectados por estos constantes derrames en la cuenca del río Marañón, los kukamas, y sobre dos sacerdotes de la parroquia de Santa Rita de Castilla, en Nauta, que hace años vienen denunciando las consecuencias de estos derrames. Además describe el comportamiento típico de la empresa petrolera:

1) se aprovechan de la necesidad de los lugareños, sus expectativas de ingresos y su ignorancia sobre las consecuencias del contacto directo de la piel, los ojos, incluso la boca con el hidrocarburo; 2) se contrata a la misma población para tener una limpieza rápida y a bajo costo; 3) se actúa con total impunidad, pues se sabe que en esos parajes es muy difícil que la información circule fuera de los sectores más cercanos.

Y sobre los sacerdotes añade:

Ah… lo olvidaba: los sacerdotes Berjón y Cadenas están siendo chuponeados, reglados y hackeados para evitar más denuncias: ¡y todo en el año de la COP20!

En el blog Toustodo Oscar Muñiz se pregunta por qué siempre se trata de ocultar la información sobre este tipo de hechos, cuando detallar los eventos debería ser una obligación del Estado.

Otros países tienen medios informativos donde describen los acontecimientos que han sido objeto tanto de daño ambiental y ecológico como de los daños a la economía nacional. Un país serio y responsable no deja a la deriva los informes que seguramente se encuentran encajonados en los escritorios de la alta burocracia; un país con talante encara con seriedad y responsabilidad los problemas que se repiten mes a mes, año tras año.

El Licenciado en Ciencias Políticas Juan Pablo Sánchez Montenegro escribe para Lucidez.pe acerca del Olecoducto Norperuano:

Se trata de que el viejo oleoducto de cuarenta años aún no ha sido adecuado a las normas jurídicas y técnicas vigentes que prohíben que exista bajo el agua tuberías destinadas al transporte crudo. La empresa estatal, a través de su representante Víctor Mena, se ha limitado a culpar a la geografía de la zona por los desastres ocasionados.

Por otra parte, Miguel Donayre Pinedo reproduce en su blog una crónica de los anteriormente mencionados sacerdotes Berjón y Cadenas en recorrido por las comunidades afectadas de la cuenca del Marañón en Loreto.

Varios días la gente comía el pescado con olor y sabor a gasolina. Al principio nadie le dio importancia. Pero después de varios días surgió el comentario en la comunidad. Un comunero entró en la quebrada y, con ojos espantados, vio cantidad de peces y boas muertas y manchas de petróleo por todos lados. Se ha quebrado el oleoducto en la zona que los comuneros denomina Varillal (atención para los ambientalistas). Asustado regresa a la comunidad y conversan entre autoridades y comunidad.

Como primera medida deciden llamar a las instituciones en Maypuco, sede del distrito de Urarinas. Entre otros, llaman al Municipio y a la PNP (Policía Nacional del Perú). Ellos hacen fotos y algunos videos. Comienza el movimiento. Hasta el 2 de julio sólo había llegado 5 litros de agua por familia y agua del Marañón. De nuevo, las emergencias no son atendidas, menos si es lejos de la ciudad. Los planes de emergencia o no existen o no funcionan. Quien sí acude, dicen los pobladores, es Petroperú llevando personal sanitario, entre ellos un doctor. Échense a temblar.

Luego hacen unos apuntes sobre las posibles consecuencias a futuro de este derrame:

1. Con la vaciante del río que se produce a fines de junio 2014, como todos los años, comienza a salir el pescado de las cochas y a migrar río arriba: “mijano”. ¿Surcará este año el mijano? Sospechamos que no. Se produce una barrera biológica. ¿Cuál será el comportamiento del pescado? […]

3. El impacto económico en la comunidad de Cuninico será terrible. ¿De qué van a vivir todos estos pescadores? Cuando una empresa rescinde el contrato a un trabajador tiene que pagar unos derechos. ¿Quién paga los trabajos que estos pescadores no van a poder realizar?

Mientras tanto las acciones de investigación prosiguen, tanto del derrame en si, como de la contratación de menores. Así mismo evalúan sancionar a Petoperu y piden declarar en emergencia la zona afectada.

3 comentarios en “Cuninico, otro derrame de petróleo más en la selva amazónica peruana

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  3. Pingback: Cuninico – erneuter Ölunfall im peruanischen Amazonasgebiet · Global Voices auf Deutsch

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