El nefasto legado de Fidel Castro en Latinoamérica

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Algunos de los revolucionarios originales. Foto tomada de este post del blog Verdad y Justicia, por Dios.

La reciente muerte del exgobernante cubano Fidel Castro servirá para que sus simpatizantes escriban revaloraciones de su vida y obra como símbolo de resistencia contra el imperialismo occidental, mientras que sus opositores hablarán del triste legado del dictador comunista violador de derechos humanos.

En cualquier caso lo que es indudable es la influencia que tuvo Fidel Castro en América Latina, influencia aún palpable, pero al igual que el resto de cosas relacionadas con Fidel, polarizadas según el lado que se mire.

Poco después de afianzarse en el gobierno cubano y tras declararse marxista-leninista y decantarse por el apoyo de Rusia, Fidel Castro y la Revolución cubana se transformaron en los modelos a seguir para los izquierdistas latinoamericanos. Castro aprovechó esto para lograr contar con regímenes aliados en la región, por lo que desde 1959 apoyó a diversos movimientos revolucionarios que buscaban tomar el poder por las armas en sus respectivos países.

Tal como Alberto Prieto Rozos escribe en Pensar en Cuba, «Fidel Castro inició el ciclo revolucionario por el socialismo en América Latina». Luego detalla:

La Revolución Cubana influyó profundamente en las conciencias más audaces; se entendía que amplias perspectivas de liberación se abrían para millones de humildes y desposeídos, cuya lucha podría terminar con la opresión. Y hubo quienes de inmediato se lanzaron al combate guerrillero rural. […] En ese contexto, en febrero de 1962, Fidel Castro lanzó su trascendental Segunda Declaración de La Habana. El texto afirmaba que el movimiento de liberación contemporáneo latinoamericano era indetenible. Pero su triunfo dependía de que se vertebraran los esfuerzos de obreros, campesinos, intelectuales, pequeño burgueses y capas progresistas de la burguesía nacional, sin prejuicios ni divisiones o sectarismos, dirigidos por los mejores revolucionarios de la sociedad.

Llevando a la práctica este discurso, el gobierno cubano no solo entrena guerrilleros si no les apoya con la entrega de armamento y cuadros con experiencia. La web Misceláneas de Cuba, en base a un trabajo del Instituto de Estudios Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, resume:

Desde territorio cubano se comienza a entrenar a las primeras guerrillas de distintos países latinoamericanos y del Caribe como: Guatemala, Venezuela, Colombia, Paraguay, Honduras, Chile, Haití y República Dominicana y se celebró el Primer Congreso de Partidos Comunistas de Latinoamérica. […] En 1967 se formó la guerrilla del Che que se infiltró en tierras de Bolivia. Durante los años 1968 – 1975 Cuba ayudó a la formación y entrenamiento de los grupos terroristas, Tupamaros en la República Oriental de Uruguay. Se nombró al comandante Manuel Piñeiro Losada «Barbarroja» al frente del Departamento América para suplir armas y municiones a las guerrilla del Frente Nacional de Liberación Sandinista en Nicaragua.

Uno de estos movimientos guerrilleros que se mantiene aún en actividad, aunque ya en proceso de desarme, es el de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que ha tenido fuertes lazos de cooperación con el régimen castrista, algo de lo que el sociólogo James Petras escribe cuando, curiosamente, habla de las discrepancias en la relación de Castro con Manuel Marulanda, cofundador y comandante en jefe de las FARC:

Marulanda construyó, en un período de cuarenta años, un ejército de guerrillas más grande y con mayor base de masas que cualquier otra guerrilla inspirada en Castro desde la década de 1960 hasta el 2000. Castro promovió una teoría de «focos de guerrilla» entre 1963 y 1980, en donde grupos pequeños de intelectuales organizarían un núcleo armado en el interior del país, entrarían en combate y atraerían el apoyo masivo de los campesinos. Todos los focos de guerrillas «castristas» fueron derrotados (aniquilados) rápidamente en Perú, Venezuela, Brasil, Uruguay (focos urbanos), Bolivia y Argentina. Por el contrario, la estrategia de Marulanda de la guerra de guerrillas prolongada se estableció sobre una organización de las bases y fuertes vínculos de los campesinos con los guerrilleros, y se apoyó en la solidaridad de la comunidad, la familia y las clases.

Por otra parte el caso de la fallida guerrilla boliviana, que fue encabezada por el Che Guevara, demuestra para algunos, que Fidel Castro no tenía demasiados escrúpulos a la hora de mantenerse en el poder. Según el periodista Alberto Müller, la decisión de enviar al Che a Bolivia fue tomada a sabiendas de que sería un fracaso y con el propósito de eliminar al Che del camino, pues este había caído en desgracia ante los rusos, de quienes Castro dependía. Alberto Muller añade:

En toda su trayectoria, Fidel no ha tenido reparos eliminando enemigos. Lo digo porque es historia. Al Che no lo fusiló, pero cuando llega a Ñancahuazú, descubre que hay un campamento del Ejército a pocos kilómetros. Fidel no ha tenido aliados, sino aliados circunstanciales para mantenerse en el poder.

Luego de estas experiencias fracasadas, y a instancias de la URSS, a quien no le convenía alborotar demasiado a la región para mantener la semi estabilidad de la guerra fría, Castro mantiene un perfil bajo durante la década del 70 en el apoyo a los movimientos insurgentes latinoamericanos. Por otra parte, la vía democrática empieza a surgir como alternativa, con el precedente de Salvador Allende en Chile. En un especial por los 50 años de la Revolución cubana escriben:

El triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, en 1979, proporcionó a Cuba un importante aliado político en la década de los 80 y le permitió a La Habana canalizar, a través de Managua, ayuda militar a la guerrilla marxista-leninista de El Salvador, agrupada en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Luego de la crisis del Periodo especial, causada por la desaparición de la URSS, y con ella de la ayuda soviética, Castro y su régimen encuentran un aliado económicamente fuerte y sobre todo, dispendioso, en la Venezuela de Hugo Chávez. La relación de Castro con Chávez se remonta a 1994, luego de que Chávez saliera de la cárcel donde estaba luego de la intentona de golpe de estado en 1992. Ya en el poder por la vía democrática, Chávez establece una relación especial con la Cuba castrista. Según un informe del diario El País, los intercambios comerciales bilaterales del 2012 eran de más de 6.000 millones de dólares, sin contar el suministro de 105.000 barriles de petróleo diarios a precios preferenciales y las millonarias inversiones de Venezuela en múltiples proyectos.

A esto se sumaron luego otros regímenes latinoamericanos de orientación socialista que también llegaron al poder mediante elecciones, como el caso de Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, los Kirshner en Argentina. Esta tendencia llamada Socialismo del siglo XXI, se plasmó de alguna manera el 2004 en lo que se conoce como Alianza Bolivariana para América o ALBA. Pero para mediados de la presenta década ya se hacía patente el desgaste de dichos gobiernos y se inicia un retroceso en los gobiernos de orientación socialista en la región.

Es difícil hacer un balance del impacto de la influencia de Fidel Castro en Latinoamérica, pero a manera de ejemplo vale nombrar los 220,000 muertos estimados que ha causado el conflicto armado entre las FARC y Colombia, los miles de muertos que suman las diferentes guerrillas a nivel regional desde los años 60, el costo económico que todas estas guerrillas y movimientos revolucionarios armados han causado a sus respectivos estados, el sangrado económico que representa para el estado y pueblo venezolanos la ayuda que se brinda al régimen castrista. También habría que contabilizar los años de oportunidades perdidas luchando contra todas estas guerrillas inspiradas, cuando no instigadas, por el propio Fidel Castro. Pero por sobre todo, los ideales de libertad y justicia social traicionados, como en su momento Fidel traicionó la propia revolución cubana.

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