Reflexionando sobre Bagua

A pesar de las limitaciones, autoimpuestas o no, de los medios para cumplir su labor informativa, éstos siguen siendo el lugar donde muchos peruanos consolidan, cambian o confrontan, sus opiniones sobre algún tópico en especial, al leer lo que los medios informan o analizan al respecto. En ese sentido es importante saber que hay escrito en ellos sobre Bagua, ahora que se cumple un año de dicha tragedia.
Quiero empezar el recorrido con este artículo de Rosa Montalvo Reinoso, Bagua: Grito y voces de mujeres, publicado en NoticiasSer.PE, que nos remite al momento mismo del Baguazo:

“Nosotros los awajún wampis no te hemos elegido para que nos extermines, sino para que nos ayudes, des estudio a nuestros hijos que ahora has matado. Nosotros no te estamos quitando tu propiedad privada, no te hemos matado tus hijos, tu familia, ya nos exterminaste, ahora quedamos sin nada,” fue hace un año el grito angustiado de una mujer awajun frente a la tragedia que significaba para ella el perder a sus seres queridos en un irracional operativo que dejó 34 muertos, entre indígenas, no indígenas y policías

El dolor de esta madre, hermana, hija, esposa awajún refleja el profundo dolor de las otras mujeres que tuvieron también que enfrentar la angustia de perder a un esposo, hermano, hijo en esta absurda tragedia sobre la cual no se asumen las responsabilidades que corresponden, a lo que se suma la sordera de las autoridades, el quemeimportismo con que se mira a los pueblos indígenas y su indignación en un país que aún tiene la marca de la exclusión, la discriminación y el racismo a flor de piel.

No es esta una opinión unánime sin embargo, hace pocos días Mirko Lauer en La República, a propósito del encadenamiento de Q’orianka Kilcher en la Casa Blanca, escribía:

su registro de los acontecimientos sigue anclado en la campaña de las horas siguientes de las masacres de Bagua, cuando una máquina propagandística propalaba que cientos de indígenas habían sido asesinados, algunos incluso lanzados desde helicópteros. Todo lo cual demostró ser deliberada mentira y ocultamiento.

Ya antes había escrito a propósito del informe de la Comisión Investigadora:

Así comenzó la historia. El lado gobierno se sacó de la manga una implausible conspiración internacional, y el lado indígenas-ONGs llenó la red de versiones perfectamente falsas sobre lo que estaba sucediendo. Desde entonces el manejo de lo sucedido no se ha repuesto del todo de ese debut anclado en las artes de la desinformatzia. … El informe oficial sobre Bagua se niega a establecer con todas sus letras que las leyes amazónicas de marras fueron provocadoras y mal dadas. El candidato Ollanta Humala se niega a reconocer que el objetivo de sus congresistas fue azuzar la combatividad de la masa nativa. Lo cual por cierto no equivale a incitar a una masacre, pero sí conlleva responsabilidad.

Lauer, si bien no representa una versión oficial de las cosas, sí representa la de quienes de alguna manera están cercanos al oficialismo, y aunque haya crítica de por medio éstas no parecen tan sustanciales. En el mismo diario Augusto Álvarez Rodrich analiza los antecedentes históricos que condujeron al desastre, así como la actitud del gobierno que promulgó:

una legislación ‘perro del hortelano’ que era relevante para sus vidas pero sin efectuar la menor consulta requerida, sin oír los reclamos que ello generó, y tratándolos con desprecio a través de spots publicitarios lamentables, con un Congreso indolente y un Consejo de Ministros desarticulado para enfrentar el grave problema que se había producido. A su vez, el operativo policial para despejar con métodos ilegales y abusivos la carretera que había sido tomada por las organizaciones amazónicas fue un ejemplo de irresponsabilidad. Peor aún, existe la sospecha legítima de que se quiso usar la fuerza cuando ya se sabía que los indígenas iban a despejar la vía. La tragedia de Bagua constituye una expresión de las severas fallas institucionales que enfrenta el Perú. No entenderla en su profundidad solo llevará a que se repita cada cierto tiempo, cambiando solo de escenario.

En su Editorial de hoy, el diario El Comercio casi ingenuamente admite:

los sucesos de Bagua nos hicieron redescubrir un mundo aparte, el de las comunidades de la selva, que habían sido históricamente postergadas. Nos percatamos, así, de que somos una nación en proceso de construcción, con una identidad que dista mucho de ser englobante y unificadora … Queda mucho por hacer para sanar y cerrar definitivamente las heridas que dejó Bagua, pero debemos seguir avanzando en saber lo que pasó y en acercarnos más, con apertura y tolerancia, entre peruanos. Ese sería el mejor homenaje a las víctimas. Lo irresponsable sería decir que aquí no pasó nada o continuar culpándonos unos a otros.

Y en el diario La Primera, Rodrigo Montoya opinó hace unos días:

En la Curva del Diablo los policías obedecieron órdenes para actuar como si estuvieran en ¨una guerra contra terroristas¨, atacando a los indígenas amazónicos que no tenían ninguna arma de fuego, cuando el 4 de junio los dirigentes habían comunicado a los jefes policiales y del ejército que al día siguiente regresarían a sus comunidades. Con la cobardía oficial de siempre, nadie asume la responsabilidad de dar las órdenes para matar. La señora Cabanillas, entonces ministra del Interior y los jefes policiales se lavan las manos sobre la decisión que habría sido tomada por el presidente García con la venia o no del Consejo de ministros. Las decisiones no aparecen por encanto, las toman personas de carne y hueso y, otras, igualmente de carne y hueso, las esconden y hacen todo lo posible para que nadie vaya hasta el fondo y devele toda la verdad. Por eso de la ¨obediencia debida¨, o ley del silencio, los jefes militares ocultan la información que podría ser decisiva para establecer las responsabilidades.

Seguramente en estes días se escribirá más en los medios peruanos al respecto, pero por el momento que estos pequeños ejemplos sirvan para que cada quien recuerde y reflexione, sobre todo en los puntos de vista de aquellos con quienes no está de acuerdo, para así hacer siquiera una tentativa de entenderlos mejor. Para terminar los dejo con estos puntos que anotan en un pequeño artículo en la web de CEPES:

  • Este sábado se cumple un año de los sucesos ocurridos en Bagua el 5 de junio de 2009, que dejó como trágico saldo 33 peruanos muertos y un desaparecido.
  • Los sucesos del 5 de junio derivaron en 7 casos judiciales con un centenar de civiles denunciados, quienes hoy se encuentran bajo mandato de comparecencia.
  • Actualmente, se cuenta con varios informes que analizan el “Baguazo”: el informe final de la Comisión de Bagua, el informe en minoría y 4 informes del Congreso.
  • Un paso hacia adelante en el proceso de reconciliación ha sido la aprobación por el Congreso del dictamen sobre la Ley que regula la consulta previa a los pueblos indígenas y originarios,
  • Por otro lado, se observa que los líderes y sus bases indígenas se vienen organizando para participar en las próximas elecciones locales, regionales y nacionales.
  • Para un sector, esto muestra el oportunismo de algunos dirigentes indígenas que azuzaron las protestas el año pasado. Pero, ¿acaso no es momento de contar con una representación indígena para que defienda los derechos de sus representados?
  • la aprobación de la ley de consulta y que las organizaciones indígenas decidan participar en los procesos de representación ciudadana, señalan que algo positivo aprendimos de esta terrible tragedia. 
La imagen de este post ha sido extraida del blog de Álvaro Portales.

1 comentario en “Reflexionando sobre Bagua

  1. blueandtanit

    Cuando comenté el post pasado no había visto nungún video ó información adicional sobre lo ocurrido, hoy tuve la oportunidad de ver, no solo el video de la mujer awajun (que me puso los pelos de punta), también el cubrimiento en directo de algunos noticieron en el lugar, el 5 de abril del 2009 (hace 1 año).

    El los videos que ví, no solo fue evidente el maltrato a los indígenas, que en principio no tenían armas de largo alcance para defenderse -como si las tenían los policías-, también los golpes y el trato inhumano.

    Me gustó mucho la reflexión de uno de los medios que cubrió la noticia, donde se resaltó que todas estas vidas tenían el mismo valor, que, tristemente, todos eran peruanos que se estaban matando entre sí.

    Ojalá el gobierno asuma su responsabilidad en esa masacre y que todos esos factores que motivaron a el enfrentamiento, se logren solucionar para que no se repita.

    Abrazos y éxitos!

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