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Philipp Allott: La democracia es una forma extrema del totalitarismo

Tiempo que no hacía un post como éste que no es más que un descarado copy and paste, pero me topé con ésta entrevista de Elisabetta Piqué corresponsal en Italia del diario argentino La Nación y bueno pues, si ese título no es provocativo, ya no se que pueda serlo. Pero por supuesto no sólo lo provocativo es lo que me hace postearlo, sino la consistencia de su planteamiento. Obviamente no soy filósofo ni abogado y fácil no me doy cuenta de alguna falacia pero en principio estoy de acuerdo con lo que dice, y lo que dice merece una buena discusión por cierto.

Philipp Allott, de 69 años y a quien por primera vez oigo nombrar, es un profesor de derecho internacional público de la Universidad de Cambridge, fue consejero legal del Foreign Office durante más de una década y es autor de varios libros, entre los que destacan Eunomia, New Order for a New World.

-¿Por qué acusa a la democracia y al capitalismo de ser formas extremas de totalitarismo?
-Como se imaginará, esa afirmación mía suele desencadenar sorpresa. Pero yo no soy la primera persona que dice eso. Mucha gente hace esa misma acusación. Tanto la democracia como el capitalismo son sistemas que contienen sus propios valores, lo que significa que uno sólo puede participar en ellos si los acepta. Incluso valores de índole trascendental -sobre la justicia, la felicidad y demás- están dentro de este tipo de sistemas. Los ciudadanos deben entregar sus mentes al sistema, que no es político o económico, sino un sistema de conciencia. La democracia y el capitalismo son sistemas de conciencia. La gente no se percata de ello, pero su mente está determinada por estos sistemas.

-De todos modos, resulta difícil pensar en la democracia como un régimen totalitario, como el de Adolf Hitler o el de Francisco Franco.
-El totalitarismo tradicional, el del Tercer Reich, el del imperio soviético o el de la China maoísta, se caracterizaba por tomar el control de las personas por la fuerza. La violencia se utiliza para controlar a la gente, y la gente, en última instancia, puede ser disidente en su vida privada, ya que dentro de las cuatro paredes de su casa puede pensar lo que se le dé la gana. En las sociedades teocráticas, el sistema controla las mentes de los ciudadanos, pero lo hace en nombre de unos supuestos valores elevados y trascendentales. Lo extraordinario de la democracia y del capitalismo es que controlan y abastecen la conciencia de sus ciudadanos con valores pragmáticos. Y por eso digo que es un régimen totalitario. Totalitarismo significa el control total de la sociedad. Y a excepción, quizá, de un breve período en la historia del cristianismo, cuando la Iglesia controlaba la mente de la gente, no ha habido un totalitarismo absoluto. Nada comparable con el totalitarismo actual. El totalitarismo de los sistemas democráticos y capitalistas es tan desarrollado que hasta nuestros deseos están determinados por el sistema. Deseamos lo que la sociedad desea que deseemos. La gente normal no es consciente de ello, pero sus líderes deberían serlo, porque se trata de un gigantesco desafío para la filosofía y la religión.

-Pero si la democracia es totalitaria, ¿cuál sería el sistema al que habría que recurrir?
-No me malinterprete. La democracia y el capitalismo, para cuya creación se han necesitado siglos, son unos sistemas magníficos. La democracia es un sistema maravilloso para organizar la lucha de intereses en una sociedad. Y el capitalismo es un sistema extraordinario para crear riqueza. Pero lo que yo digo es que no son los sistemas definitivos. Alguien ha creado estos sistemas. ¿Por qué no podemos nosotros recrearlos, mejorarlos, humanizarlos? Pienso que ésa es nuestra obligación.

-¿Qué opina de la idea de Bush de democratizar el mundo?
-Creo que en Europa nos oponemos a las ideas simplistas sobre el capitalismo y la democracia que tienen los norteamericanos… Ellos creen saber lo que es la democracia y el capitalismo, mientras que en Europa somos más cautos. En general, estamos en contra de imponer estas ideas en países que tienen culturas radicalmente distintas, a veces muy antiguas.

-¿Cree que el islam es compatible con la democracia?
-Esa es la gran pregunta. Podría ser. Pero ¿es compatible la democracia con el cristianismo? La democracia y el capitalismo son algo tan desespiritualizado que, en principio, no serían compatibles con ninguna religión. Pero eso es algo que deberá resolver el islam, que deberá aceptar el capitalismo de alguna forma, porque crea riqueza. Cómo se organizará la democracia en esos países es otra cuestión.

-¿Nuestra sociedad está en decadencia? ¿Las elites de ahora son peores que las de principios el siglo XX?
-Hoy, en los gobiernos tenemos gente muy inteligente. Pero hay un problema nuevo: el sistema internacional es tan complicado que está fuera de control para todo el mundo. Nadie controla el sistema internacional, nadie. Los gobiernos continúan fingiendo que controlan las cosas, y por eso hacen conferencias y aprueban tratados internacionales. Pero el sistema es tan complicado que escapa a su control. El propio George W. Bush, que parece el actor principal del mundo, puede que no sea consciente, pero es la víctima de cambios rápidos ante los que pretende reaccionar, pero no puede. Nadie puede.

-¿Y quiénes cree que liderarán la revolución para cambiar el mundo?
-El único poder por encima de todos los poderes es el poder de las ideas. Los seres humanos somos bastante buenos con las ideas. Siempre lo hemos sido. Y quizá seamos capaces de encontrar algunas ideas que puedan mejorar la situación. Eso significa que la filosofía, que desgraciadamente ha sufrido un declive en el siglo XX, recupere su capacidad de generar buenas ideas.

-¿Usted es optimista?
-En el corto plazo soy pesimista, obviamente, porque la situación del mundo es terrible. Pero a largo plazo soy optimista, un optimista británico. Quizá sea porque durante 500 años Gran Bretaña ha logrado sobrevivir al caos infinito. Gran Bretaña ha estado prácticamente acabada una y otra vez, pero siempre ha salido adelante.

La entrevista completa la tienen disponible en este artículo del mencionado diario La Nación. Acá pueden ver los títulos de algunos otros libros suyos. También un ensayo (PDF) de Karen Knop sobre Eunomia, uno de sus libros: Eunomia is a Woman, Philipp Allott and Feminism. La foto de Philipp Allott la tomé de la web de la International Criminal Court.

Sartre, el pensador

En La República de ayer, Hugo Neyra se ocupa, a mi forma de ver de una manera exquisita, de Jean Paul Sartre, a propósito de unas opiniones vertidas por MVLL sobre el escritor y filósofo francés, y una conferencia dada sobre Sartre por el propio Neyra no hace mucho. Extraigo lo más directamente referido a Sartre del artículo publicado.

La existencia precede a la esencia. El hombre está condenado a la libertad. Necesitamos de los otros para conocernos a nosotros mismos. Eso es Sartre, un puñado de aserciones sencillas y graves. Que extraigo no de sus obras literarias sino de las filosóficas. ¿Y esos postulados qué quieren decir? … Quieren decir la propuesta de una moral laica de la libertad responsable. Exista cielo e infierno, o no, el hombre es responsable. Ante los otros hombres. Y no voy a desarrollar aquí el tema del “en sí y el para sí” sartriano. Lo que sí es cierto que no se da un paso en las enciclopedias sin tropezar con las nociones sartrianas. … Sartre es un escritor y un pensador, y de esa conjunción del decir y del pensar se desprendió, cierto es, una moda, el existencialismo, que en eso lleva razón Mario, se ha desvanecido.

Cada mañana de la vida, cada uno está frente a su libertad. El hombre es novelista de su propia novela. Ante cada acto, cada uno tiene la ocasión de autoconstruirse o destruirse. Sartre llama a esa condena ser libres, “la praxis”, lo que nos hace auténticos o miserables. Hasta Sartre, un millar de filósofos definía al hombre por sus contenidos, las esencias. Para la filosofía existencial, el nórdico Kierkegaard, el alemán Heidegger, y luego Sartre, el hombre primero vive, respira, come, trabaja, miente, o sea existe, y luego su esencia, su verdad o maldad, se precisa en sus actos. No hay naturaleza humana. Los hombres somos eso que hacemos.

A Sartre hay que tomarlo por lo que fue y es. Un filósofo que recurre a la literatura y al teatro para poner a sus personajes ante opciones, … Lo teatral-narrativo fue recurso en su pluma sin duda brillante, pero que no lo agotan. El verdadero Sartre es dos monumentos que desafían el tiempo. “El ser y la nada”, que es de l939. Y más tardío, “La crítica de la razón dialéctica”, de l960, y póstumo, en l985. Esos ensayos filosóficos son astucia de estilista, se vinculan “post mortem” a nuestras propias perplejidades. Hay un Sartre literatura y moda, ese se ha marchitado. Pero en mí, como en muchos, sigue vigente su filosofía de la libertad. Que extraño que Mario no haya reparado en ello, él, tan sartriano. En el grito de Orestes, por ejemplo, en la escena teatral de “Las moscas”. “Yo he hecho lo que tenía que hacer. No soy ni el amo ni el esclavo, no soy Júpiter, yo no soy sino mi libertad“. … Se entiende por qué los muchachos y muchachas del 68 francés, decenios después, lo escucharon. “Tienes la palabra, Sartre”, pero añadieron, “sé breve, sé claro”. Es un consejo que se puede extender a muchos. Todos somos Orestes, puesto que no podemos ser Júpiter, inmortales.

Llegué a Sartre primero mediante sus obras literarias y años después regresé a él mediante sus obras de filosofía. Nunca me defraudó. Sus escritos exigen del lector es cierto, pero eso lejos de desanimarme me resulta un acicate. Si alguien quiere darle una ojeada, La Nausea y Las palabras, son buenos libros. El ser y la nada también. Y a que viene tanto Sartre dirán uds, pues estamos en el Año Sartre, 100 años de su nacimiento se conmemoran este 2005. El diario argentino Clarín presenta con este motivo varias opiniones sobre él, lo mismo hace Página12. Y de yapa una artículo que me pareció muy bueno: Sartre entre nosotros (Apuntes sobre El siglo de Sartre, de Bernard-Henri Lévy) de Guillermo Fadanelli.

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Michel Serres

En el diario La Nación de Argentina publican una entrevista a Michel Serres, filósofo francés que habla de cosas muy interesantes. Vale la pena leerla completa.

-¿Cuál es el problema con los filósofos que no conocen el universo científico?
-En la historia de la filosofía, casi todos los grandes filósofos -de Platón a Leibniz, pasando por Hegel y Descartes- fueron también científicos. ¿Qué puede decir un filósofo sobre el mundo si no conoce nada de la química, productora de la mayoría de los objetos que tocamos, ni de la biología y sus remedios, que hicieron progresar la esperanza de vida 50 años en un siglo, ni de las nuevas tecnologías, que transformaron completamente el espacio y el tiempo?

La globalización, según usted, es tan vieja como el hombre…
-Cuando nuestros ancestros salieron de Africa para diseminarse por el planeta, firmaron el primer acto de globalización. Todos somos descendientes de ese puñado de africanos. Tenemos el mismo ADN. El hombre es la especie mundializada por excelencia. Y ese movimiento prosiguió en todos los terrenos de la vida cotidiana, comenzando por la agricultura. Un día, simultáneamente, un genio en México supo transformar el teosincle de Chalco en maíz y otro genio, en Medio Oriente, el búfalo en buey. Gracias a esos dos gestos de domesticación, el mundo se volvió agrícola. Como usted ve, la mundialización data del neolítico.

-¿Y qué responde usted a quienes dicen que el acceso a las nuevas tecnologías aumenta la fractura social?
-Que es un absurdo. La fractura pedagógica y científica que existió siempre entre países ricos y pobres es muy superior a la que provocará la presencia de Internet en todos los rincones del globo. Como sucedió con la llegada de la imprenta, la Red es una herramienta formidable para poner el conocimiento y la cultura a disposición de todos. Se habla de esa fractura social, pero nadie la compara con la que existe ahora: esa fractura que precipita a los más pobres a la ignorancia total, mientras educa a los privilegiados en las universidades de Stanford y de Harvard. El costo de las nuevas tecnologías es irrisorio comparado con el de las tecnologías tradicionales. Con las nuevas tecnologías, bastaría muy poco dinero para inventar una enseñanza a distancia para los países pobres.