Archivo de la etiqueta: jazz

Música en las calles de Lima

trompetista Lima

Jhiens Panta, Lima.

Las grandes ciudades suelen albergar en sus plazas, parques, calles y avenidas, una variedad de gente que trabaja en dichos sitios. Entre esta «fauna» urbana, los músicos ocupan un lugar especial pues por lo general son tolerados y hasta bien recibidos al alegrar los generalmente impersonales espacios públicos.

Lima, la capital del Perú, no es ajena a dicha práctica, y si bien a veces los agentes del orden los desalojan de lugares como centros comerciales, o algunas calles del centro histórico, mayormente cuentan con gran libertad para ejercer su oficio y ganarse algunos centavos. Incluso son aceptados en varios restaurantes y en las unidades de transporte local conocidas como combis o micros.

Si estos artistas de la música callejera son valorados realmente es otro asunto. Hace un tiempo leí un artículo dedicado a este mismo tema en el blog Lima es Linda, donde decían que «los limeños no valoramos el arte en la calle por considerarlo una forma de pedir limosna en lugar de contribuir con la sociedad», pero a la vez afirmaban que «La música callejera anima, estimula y motiva a las personas (locales y turistas), y nuestra ciudad necesita de gente animada.»

En lo personal nunca les había prestado demasiada atención hasta unos años atrás, quizás por que antes era uno más de los apurados ciudadanos que transitan por las calles de su ciudad sin realmente ver lo que sucede a su alrededor. Pero es desde no hace mucho que si sucede que me encuentre con uno de estos músicos callejeros y tengo una cámara a mano, registro su performance.

A continuación les mostraré algunos de los músicos que he encontrado en las calles de Lima.

Los Asháninkas son el grupo indígena más numeroso de la Amazonía peruana, víctimas de desplazamientos forzados entre las décadas de los 80 y 90 en la época del terrorismo, cuando no del exterminio, varios de ellos se asentaron en Lima, donde hasta ahora persiste un pequeño grupo de ellos junto con miembros de otras comunidades indígenas de la selva en la zona de Ate, sin dejar de mantener los lazos con su tierra.

Un día caminando por el Mercado Central de Lima, encontré a un grupo de ellos interpretando uno de sus típicos números que incluía en este caso a un diestro bailarín de ritmos amazónicos, lo que no suele ser tan común realmente por el usualmente frío clima de Lima comparado con el de la selva, pero como era verano esos días parece que se animaron a hacer la interpretación tal cual es. Yo solo pude grabar una pequeña parte:

La música asháninka es bastante variada, acá pueden escuchar una canción de la cantante Yéssica Sánchez Comanti que grabé en un recital de poesía y narrativa amazónica.

Aunque el vals criollo se cultivó principalmente en Lima y otras ciudades de la costa peruana desde finales del siglo XIX, también ha tenido sus cultores en otras zonas del país. La Contamanina, aunque hace referencia a una ciudad de la región de Loreto llamada Contamana, a orillas del río Ucayali, parece que se creó en Iquitos, la ciudad más grande de la Amazonía peruana. O por lo menos eso es lo que el compositor Manuel Acosta Ojeda cuenta en su blog.

«Se dice que originalmente el valse tenía sólo música. Sin letra. Y que esta bella melodía fue creada por un violinista italiano que llegó de Ecuador a principios de siglo XX hasta Iquitos buscando fortuna en la época de «la explotación de Chiringa» y que su título era: «Leonor». Don Alejandro Mera del Águila le puso letra al amor que el extranjero sentía por la bella joven loretana de nombre Leonor Olórtegui Reyes. Este amor correspondido no fue bien visto por la familia de la joven, razón por la que se la llevaron de la ciudad.»

La canción tiene la particularidad de contar con varias letras, aunque la más conocida es la que interpreta, entre otros, el Duo Loreto. Sin embargo la versión que registré es instrumental, por lo que no tendremos la duda de si es la letra correcta o no. Y por esas pequeñas coincidencias que a veces se dan, el saxofonista ciego que interpreta en el siguiente video La Contamanina, lo encontré en la calle del centro de Lima llamada Ucayali.

Yo nunca había conocido a la sierra musical o serrucho musical, como se le conoce por estos lares, hasta que me encontré con el amigo Miguel Ángel. Sin embargo, revisando YouTube veo que hay gente que lo toca en muchas partes del mundo.

La canción que interpreta Miguel Ángel es Love Hurts, una canción muy conocida en su versión de balada rock por Nazareth en los 70’s, aunque el original haya sido compuest por Boudleaux Bryant, y su primera grabación, por los Everly Brothers en los 60’s.

En este otro video, Miguel explica brevemente qué es y cómo se toca el serrucho musical. Algunos posts en blogs también cuentan con explicaciones y otros videos de ejecuciones del serrucho musical.

Desde que escuché las distintas obras de Miles Davis donde toca la trompeta con sordina, me fascinó el sonido que producen. No se me había ocurrido imaginar que alguien pudiera tocarla en las calles de Lima. Sin embargo este año me encontré con el amigo Jhiens Panta. Él fue uno de los pocos que me manifestó tener problemas a veces con los vigilantes municipales que lo echan de algunos sitios.

Hay otras formas de música callejera en Lima. Las bandas militares, sea de la Marina de Guerra o de la Guardia de Palacio, suelen realizar interpretaciones para los transeúntes. También la Municipalidad de Lima organiza de vez en cuando diversos eventos en las vías públicas para bandas de rock. En todo caso, sea con las opciones oficiales o las no autorizadas, es muy probable que caminando por Lima se encuentre usted con algún tipo de música en sus calles. Disfrútela.

John Coltrane

Al igual que en el caso del reciente post que he puesto en Surfing, este artículo lo había olvidado y buscando un papel entre los periódicos pasados encontré la sección Luces de la edición de El Comercio del 12 de junio dobladita en la página donde salía esta nota de Guillermo Niño de Guzmán sobre John Coltrane. Siendo que probablemente deje de estar en línea próximamente, la reproduzco en su totalidad. Todo sea por el Jazz.

Hace cuatro décadas apareció un disco que puede ser considerado como una piedra miliar en la evolución del jazz, A Love Supreme de John Coltrane, grabado en diciembre de 1964 aunque recién difundido en 1965. Es una obra poco usual para su tiempo, presentada como una suite en cuatro movimientos, en la que el saxo tenor del líder del cuarteto fluye sin cesar durante casi 33 minutos y edifica una plegaria, un himno a la divinidad. Sin duda, el aliento místico de Coltrane tenía un poder hipnótico, pues establecía un ritual y conseguía poner en trance al oyente, liberando sus emociones más profundas. Con «A Love Supreme» el jazz accede a otra dimensión, en la que el músico no solo es un artista sino un oficiante capaz de propiciar la elevación espiritual de su auditorio.

Coltrane abría puertas insospechadas al jazz cuando le sobrevino la muerte, a los 40 años, en 1967. Su desaparición suscitó una conmoción parecida a la que se produjo cuando murió Charlie Parker a mediados de los cincuenta. Miles Davis admitió que su ausencia creó un caos en la vertiente ‘free’ porque era su líder. Para muchos, Coltrane había sido luz guía y, luego que se fue, parecían gente en un bote en el océano sin brújula y sin remos. Asimismo, señaló que «su obra representaba, para numerosos negros, el fuego y la pasión y la rabia y la rebeldía y el amor que sentían, especialmente entre los jóvenes negros intelectuales y revolucionarios de la época».

Ciertamente, junto con Ornette Coleman, Coltrane fue uno de los más notables cultores del llamado ‘free jazz’ o ‘new thing’, movimiento que germinó desde finales de la década del cincuenta y que alcanzó su apogeo en la década siguiente, en plena emergencia del black power y la lucha por los derechos civiles. Nacido en 1926, Coltrane tocó primero en una banda de la marina y, después, atraído por el be-bop, en la orquesta del trompetista Dizzy Gillespie. Finalmente, en 1955, se encontró con Miles Davis y se convirtió en una pieza medular de su revolucionario quinteto.

Un genio como Miles Davis, quien había empezado su carrera al lado de Charlie Parker y había logrado innovar el panorama con el estilo ‘cool’, vislumbró el notable poder expresivo de Coltrane. Pero el impetuoso saxofonista era un diamante en bruto al que había que tallar. Contaba con asombrosas dotes, pero carecía del marco adecuado para su desarrollo. La curiosa mezcla de sencillez y complejidad de Miles Davis aportó la llave mágica. Como bien advierte Joachim Berendt, «en su afán por tocar sencillo, Miles tiende a liberar sus improvisaciones del andamiaje de acordes constantemente cambiantes. Las basa en escalas. Junto con Coltrane, convirtieron en modelo para todo el mundo del jazz ese modo de improvisar sobre escalas y con ello configuraron directamente el paso previo a la libertad absoluta del ‘free jazz'».

En ese sentido, Coltrane jugó un rol decisivo en la creación de esa obra maestra que es «Kind of Blue» (1959). No obstante, además de la influencia de Miles Davis, el saxofonista también se nutrió de las enseñanzas de Thelonius Monk. Durante una temporada, en 1957, Coltrane colaboró con el excéntrico pianista, cuya concepción musical era mucho más moderna y abstracta que la de Miles. La libertad imaginativa de Monk era tal que muy pocos músicos podían seguirlo, pero Coltrane depuró con él sus exploraciones armónicas. A partir de 1960, se sintió seguro como para liderar su propia agrupación, con McCoy Tyner al piano, Jimmy Garrison en el contrabajo y Elvin Jones en la batería. En ese momento también descubrió el saxo soprano, un instrumento poco usado por entonces, que le permitiría obtener tonalidades distintas. Envuelto por un aura similar a la de un poseído, Coltrane no vacilaba en acometer improvisaciones que podían durar treinta, cuarenta minutos o incluso una hora, multiplicando las líneas melódicas y rítmicas, yuxtaponiendo diversos planos de interpretación y propiciando un intercambio mucho más libre entre el solista y sus acompañantes.

En ese periodo, John Coltrane alcanzó su madurez creativa. El sonido crudo de su saxo, los gritos y alaridos que emitía en sus torrenciales solos, provocaban una emoción que remitía a las raíces del blues a la vez que descubrían una órbita espiritual. Su búsqueda incesante, terca y obsesiva, era la de un hombre en una fuga hacia delante, que no temía adentrarse en regiones ignotas porque su música era, ante todo, un acto de revelación.

Ah¡ Coltrane, siguiendo mi costumbre mientras posteaba puse el único disco como solista que tengo de él: My Favorite Things, que es pero muy, muy bueno. Coltrane no le ha entrado aún con fuerza al free-jazz pero sus solos ya presagian algo, manteniendo al album en un apropiado balance entre el jazz de esos años y el mas experimental. Fue grabado en el 60 y editado en el 61, yo lo escuché recién cuarenta años después, lo cual es una lástima porque me hubiera gustado tenerlo hace mucho, como los discos de Miles Davis donde Coltrane participa. La formación es la misma que cita Niño de Guzmán como la de inicio de los trabajos solistas de Trane, salvo que en vez de Jimmy Garrison figura Steve Davis en el bajo.

Guillermo Niño de Guzmán es un narrador peruano autor de varios buenos libros de relatos y otros trabajos, de alguno de los cuales postearé un día de estos. Para los fans: la página oficial de Coltrane, una página dedicada a él y otra más. Una completísima discografía aunque lamentablemente dejada de actualizar hace un tiempo. Y una página en honor de Trane con un muy buen estudio sobre su obra. En castellano una reseña al libro John Coltrane. Jazz, Racismo y Resistencia. Un pequeño artículo con dos anécdotas sobre Coltrane. Una reseña al Crescent del John Coltrane Quartet. Y un muy buen artículo rescatado de las páginas de El Expreso Imaginario sobre Coltrane.

Technorati tags: , ,

Pat Metheny y sus influencias

Imperdible, Pat Metheny habla en recientísima entrevista concedida al NYT sobre sus influencias: Sonny Rollins, Paul Bley, Miles Davis, Antonio Carlos Jobim, Jim Hall, Wes Montgomery entre otros. Y vaya que habla, son cuatro partes y esta excelente, si te gusta el jazz claro. También se habla de su nuevo disco The way up una suite de 68 minutos dividida en cuatro partes, trabajo con el cual está iniciando una nueva gira mundial.

My proposal was that we listen together to a few pieces of music (not his) that affected him strongly. It could be any music: the point wasn’t desert-island endorsements or a strict autobiography of influence; it was to talk about how music works. I had defined «a few» as three, or even one long piece, like a whole record. But Mr. Metheny took the challenge seriously.

«For me to say I’m going to build a case that describes something, under the guise of, you know, three songs – it actually shuts me down a little bit,» he said, seeming pained. «The whole idea of style and genre is actually something I’ve willfully resisted from the very early stage. So if I pick this and then I pick that, it creates these two pillars. But I think I know what you’re looking for, which has nothing to do with what I’m talking about.» He began to warm up. «I don’t think too much about stuff like this, and it’s been kind of a musical psychoanalysis. Most musicians are occasionally asked to put together their 10 favorite albums, but you’re looking for the undercurrents to it all.»

«You’ve got it perfectly,» I said.