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Ardiente Paciencia – Antonio Skármeta

Por el estado de la carátula de este libro se daran cuenta que se trata de una de mis compras de segunda mano, en este caso fue en la antigua feria de libros de la Av. Grau, hace Dios sabe cuantos años, fácil como diez. No me debe haber costado mucho, el equivalente a dos dólares a lo sumo. Y la scaneada le ha hecho un flaco favor la verdad, pues en tan mal estado no está, sólo un poco amarillento. La edición es la primera, Mayo del 86, en la colección Literaria de Plaza & Janes y consta de 174 páginas. Como curiosidad, mi edición tiene una dedicatoria de una hija a su madre, aparentemente fué un regalo hecho. Sobre como llegó a la venta de la Av. Grau, prefiero no especular.

Ardiente Paciencia tiene un origen curioso, fue primero el guión de una película, que no he visto por cierto, y luego de eso recién fue novelada. Posteriormente se hizo otra versión cinematográfica, que tampoco he visto, que llevó como título «El Cartero«, o «El Cartero de Neruda» en algunos países. En este origen se encuentra imagino, lo fácil que resulta leer esta obra, es muy ágil y los diálogos están estupendamente construidos y con un humor muy literario, pues Skármeta no duda en poner fragmentos de los poemas de Neruda en labios de los protagonistas bajo circunstancias muy sui géneris. Sin embargo esta simplicidad es sólo aparente pues la obra mantiene varios niveles de lectura y satisface creo, tanto al lector crítico como al que no.

A partir de una experiencia juvenil del propio autor con Neruda, es que creó este personaje del cartero que diariamente lleva la correspondencia al poeta y termina involucrándolo en su vida y él también involucrándose en la del poeta. Esta ficción sin embargo no se aparta de la realidad en cuanto a su entorno, y el desenlace esta fuertemente unido a episodios y hechos reales de la historia chilena, pues el final del cartero, siendo imaginario e incluso bastante abierto, es el que probablemente tuvieron muchos en los días post derrocamiento de Allende. Obviamente el humor que había estado presente en todas las páginas de la obra se pierde en los últimos capítulos. Extraño me resultó el Epílogo donde el narrador deja de ser anónimo y se transforma en el autor del libro buscando, en cierta manera, a su personaje. A continuación un extracto que ejemplifica lo que comento acerca de los diálogos:

– Desde hace algunos meses merodea mi hostería ese tal Mario Jiménez. Este señor se ha insolentado con mi hija de apenas dieciséis años.
– ¿Qué le ha dicho?
La viuda escupió entre los dientes:
– Metáforas.
El poeta tragó saliva.
– ¿Y?
– ¡Que con las metáforas, pues Don Pablo, tiene a mi hija más caliente que una termita!
– Es invierno, Doña Rosa.
– Mi pobre Beatríz se está consumiendo entera por ese cartero. Un hombre cuyo único capital son los hongos entre los dedos de sus pies trajinados. Pero si sus pies bullen de microbios, su boca tiene la frescura de una lechuga y es enredosa como un alga. Y lo más grave, Don Pablo, es que las metáforas para seducir a mi niñita las ha copiado descaradamente de sus libros.
– ¡No!
– ¡Sí! Comenzó inocentemente hablando de una sonrisa que era una mariposa. ¡Pero después ya le dijo que su pecho era un fuego de dos llamas!

Antonio Skármeta es un escritor chileno autor de una amplia y premiada obra, compuesta de relatos, guiones y novelas. Se hizo conocido en los medios televisivos al conducir el programa El Show de los Libros. Hay una página oficial sobre él que tiene buena información, pero algo desactualizada ya que pareciera datar del 2001. En esta otra web, aparte de unas suscintas biografía y biblografía, hay pequeños extractos de algunas de sus obras, incluyendo la que nos ocupa. Si se animan a leer algo de él, acá tienen unos relatos: Telefonía Celular, El ciclista del San Cristobal y Corazón «partío».

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La Anaconda del Samiria – Róger Rumrrill

Adquirí este libro hace años, en una de las ferias del libro me parece, mis hijas aún estaban pequeñas y me pareció adecuado para sus lecturas a esa edad, pues vi que tenía algunas ilustraciones. Además el precio no era exagerado. En las 127 páginas del libro hay nueve narraciones y además una presentación a cargo del propio autor. La edición corrió a cargo de la Editorial Bruño, que se especializa en textos y libros para estudiantes, para su Colección Autores Peruanos. No dice el año de edición pero por algún lado de internet recuerdo haber visto que era de 1997.

Ya desde la mencionada presentación del autor, titulada «Palabras para los niños» donde declara su intención de compartir con los lectores, niños o no, los parajes y aventuras donde transcurrió su propia niñez, nos hacemos una idea de la temática y forma de los relatos de este libro. Narraciones simples, pero no por eso mal contadas, donde se muestra, la mayor parte de las veces desde la perspectiva de un niño, el mundo mágico y exhuberante de la amazonía peruana. La verdad, no recuerdo si mis hijas leyeron el libro, pero yo sí le he dado un par de lecturas. Los títulos de cada relato dan una adecuada visión de los mismos:

El muchacho y el tigre otorongo
Cayapo el cazador
La madre
Golondrinas
Huapapa la pescadora del Amazonas
Carpisho el constructor del bosque
Los ojos de la serpiente
El mono que casi muere de amor
La anaconda del Samiria

Como se imaginarán, casi todos estos relatos están ambientados en pueblos pequeños o comunidades asentadas a las orillas de los innumerables ríos que conforman la cuenca amazónica. La excepción la dan dos cuentos, Golondrinas, una narración citadina, casi fantástica y con toques de sarcasmo hacia la burocracia local, en este caso de la ciudad de Iquitos, versa sobre la llegada de una enorme bandada de aves y su efecto sobre la ciudad. El mono que casi muere de amor sucede también parcialmente en Iquitos, y trata sobre, obviamente, un mono y su historia de amor.

Huapapa la pescadora del Amazonas y Carpisho el constructor del bosque son dos narraciones cortas en las que los propios animales nos cuentan, indirectamente, sus historias, haciéndonos partícipes de esta manera de su forma de vida en la selva. Ambas incluyen pequeñas referencias sobre la labor depredadora del hombre en este entorno ecológico. La Madre en cambio es sobre un niño al cual su madre le aplica cierto tratamiento especial, no llegandose sino tan sólo a conjeturar el motivo. Pareciera parte de una obra mayor.

El resto de relatos, como dije anteriormente, son aventuras protagonizadas por muchachos en poblados amazónicos: Bagazán, Terrabona, Varadero de Omaguas, Bretaña; todos a orillas del propio Amazonas, o del Ucayali, pero cerca de lo que conforma la gran Reserva Nacional Pacaya-Samiria ubicada entre los ríos Marañón y Ucayali, hasta que convergen formando el Amazonas. Es común a todos los relatos el enfrentamiento del hombre con el animal, con lo salvaje. Y si bien a veces se nota demasiado la intención del autor de utilizar las narraciones para describirnos las costumbres de los pueblos amazónicos, así como de la fauna de esa zona, no se llega a interrumpir el ritmo de la narración y la lectura mantiene el interés.

La anaconda del Samiria es el relato más largo y semeja una de esas narraciones de iniciación tan comunes a la literatura fantástica. Cuenta las aventuras de dos muchachos en su intento por encontrar una mítica anaconda de 30 metros de largo que vive en una isla donde habría estado localizado el Paraíso Terrenal. Contiene ciertos elementos mágicos pues al final son los propios animales de la selva quienes hablan y guían a los muchachos. A continuación un pequeño extracto de este relato:

Mientras se dejaban arrastrar por la corriente del canal del Puinahua, los dos estudiaban cuidadosamente el mapa imaginario del lugar donde posiblemente estaría la isla y que había sido dibujado esa misma madrugada por Policarpo Laulate, que se sacaba siempre veinte en dibujo. El mapa tenía la forma de la Vía Láctea, la luz que alumbró a los tupí-guaraníes a través de la noche de los tiempos, la clave que la noche anterior les había dado Oroma. Esa noche, en sueños, Policarpo Laulate vio que el Pacaya-Samiria tenía la forma de la Vía Láctea y en cuyo centro, donde una estrella resplandecía más que ninguna, estaría la isla. Las demás estrellas y sus rayos fulgurantes representarían los lagos, ríos, quebradas e incontables canales.

Róger Rumrill, el autor, nació y vivió hasta su adolescencia en diversos pueblos de la selva peruana. Actualmente aparte de escritor es especialista en temas amazónicos.

City – Carlos Wertheman

Al igual que con el anterior libro comentado, ya oportunamente conté como llegó a mis manos este libro. Está impreso en una sola gran hoja de papel de color sepia (el scaneado que hice se ve un color medio palo rosa, pero no es así) que se pliega y despliega. Lo que ustedes ven como carátula vendría a ser uno de los 12 cuadrados que conforman el todo. En el lado que está la carátula está impreso un mapa de Lima del año 1907 con las rutas del tranvía en ese entonces. En el otro lado están los poemas, en número de diez. También está impreso el mapa, pero en un tono bastante suave para no dificultar la lectura. La edición ha corrido a cargo de Tranvías Editores para la colección Cartografías, y es de octubre del 2005.

Hasta donde se, es el primer libro publicado de Carlos y la verdad no esta nada mal. Poesía urbana e intimista, cuyos poemas comparten temas comunes como la soledad, la rutina, los desencuentros amorosos, y claro, la ciudad, con referencias claras y veladas a distintos sitios de la Gran Lima. Todo sazonado con toques modernos y hasta «geeks» diría. Personalmente, los poemas me gustan, aunque de haberlos escrito yo no los habría hecho así, pero es una cuestión de cosmética verbal antes que de fondo. Las imágenes, impresiones y sentimientos que el autor intenta transmitir, me parece logran atravesar la barrera de las palabras y llegan con fuerza al lector. Como en estas líneas de uno de mis poemas favoritos:

Sonríes un trademark,
el sol sangra sobre la acera,
la javier prado convertida
en una serpiente de concreto negro
aferrada
lujuriosa a tus palabras.

cuando cierras la puerta sobre mi espalda,
todas las luces se apagan.

Muy a tono con su autor, este libro cuenta con su propio blog, bueno, tiene sólo 2 posts pero ya pues, algo es algo, sobre todo porque uno de los posts es un poema titulado «city«, que no figura en el libro del mismo nombre. En el site Los Noveles han colgado cinco de los diez poemas del libro. Y en este post de Triste, Solitario y Final: CARLOS WERTHEMAN: el cartógrafo de ciudades perdidas hay dos poemas, uno de los cuales no es uno de los cinco del anterior enlace, lo que hace un total de seis de diez poemas on line. También hay una crítica al libro en este sitio.

Y bueno, espero poder leer pronto otro poemario de Carlos. Según me dice la venta de éste ha ido aceptablemente, y aunque esa no es una motivación para escribir, sí es un buen indicativo para los editores a la hora de publicar. En todo caso, siempre podemos esperar que publique algún poema suelto en su blog.

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Test de Turing – Enrique Prochazka

Comentaba en un post anterior como llegó a mis manos este libro. Bueno, ya hace bastantes días que lo leí y por fín encuentro un momento para comentarlo. Test de Turing de Enrique Prochazka tiene apenas 50 páginas y consta de un solo cuento. Se publicó en junio del 2005 en Lima bajo los sellos editoriales Grupo Editorial Huaca Prieta y Lluvia Editores con una tirada de 1000 ejemplares. Me informaron que se trató de una edición no venal, destinada al obsequio, cosa que no he podido confirmar plenamente por cierto.

 

El narrador/protagonista, Max, luego de una pequeña reflexión, empieza a contarnos sus vicisitudes en una cátedra universitaria, una cosa lleva a otra y de pronto ya están hablando del famoso Test de Turing y de como ponerlo en práctica para un proyecto. No cuento más para no caer en spoilers. La lectura no se complica a pesar de lo «difícil» de ciertos temas y el desenlace puede tomar por sorpresa a algunos, así como el final, algo ambiguo.

La narración es a mi parecer, clasificable como de ciencia ficción, Y no pienso como dice Carlos Acevedo en su crítica a este mismo relato que: la temática abordada no es la anticipación, aunque ésta sea su forma de expresión. Ésta sirve de medio y pretexto, para una especulación filosófica desarrollada entre guiños al medio universitario y a la cultura informática. Tal razonamiento me parece algo forzado, para empezar, y siguiendo la misma lógica ¿Un poema no sería un poema según la temática que trate?

Por otro lado la Ciencia ficción por definición es especulativa, y para terminar, la filosofía y la metafísica están presentes en la CF desde sus inicios, ¿Cuál si no es el tema detrás de Frankenstein? ¿O de Solaris de Lem, donde se nos plantea la imposibilidad de entender una mente no humana desde nuestra propia humanidad? ¿Timescape de Benford por tratar acerca del mundo científico y tener especulaciones filosóficas tampoco debería ser considerado de CF? Y no hablemos de Dick, (sin mencionar que el relato que nos ocupa es muy dickiano en su tema, que no en su tratamiento literario), Le Guin y tantos otros.

Creo que lo que guía ese razonamiento mas bien es cierto afán de buscar respetabilidad literaria a la obra de Prochazka, apartándola del «guetto» de la ciencia ficción. Cosa que se ve con bastante frecuencia últimamente por cierto. No sólo de parte de la crítica, sino de los mismos autores, ahí estan los ejemplos de Kazuo Ishiguro o Michel Houellebecq, entre varios otros. Ver al respecto el artículo de Daniel Salvo: ¿Las invasiones jubilosas? para mayor abundamiento en el tema.

Finalmente, creo que no interesa tanto determinar si tal o cual obra pertenece o no a determinado género literario, lo que importa es que esté bien hecha y, aparte de entretenernos, nos haga reflexionar y/o azuze nuestra imaginación. Test de Turing cumple con eso y no dudo pues en recomendar su lectura a todo aficionado a la buena literatura. Por cierto, me quedó la duda ¿Qué es Parenmos? me suena a algo matemático. Acá un par de mis párrafos preferidos:

Lo siento; es que me disgustan todas esas tonterías sobre androides. En fin: recuerda que, después de todo a Harrison Ford le toma un centenar de preguntas saber que la chica que ama es apenas un electrodoméstico.

Intente refugiarme en Yumiko, pero la encontraba también enfurruñada y distante. Empecé a malquistarme con ella, a preguntarme si acaso sentía realmente algo por mí. Ella había correspondido a mi amor, es cierto, pero muy al estilo de su generación, un estilo desvaído y saltimbanqui que yo no entendía y estaba lejos de respetar. No me amaba, desde luego, aunque hiciera los ademanes correspondientes. ¿Tenía eso importancia? ¿Tenía siquiera significado?

En la web Libros Peruanos encontrarán un muy bien documentado apartado dedicado a Prochazka, cuenta con una pequeña autobiografía, imágenes y comentarios de sus obras, reseñas y artículos sobre sus libros, entrevistas y lo más importante para el lector, los enlaces a algunos cuentos disponibles en la red. En El Hablador hay también una reseña a su novela Casa. En el blog Libros otra reseña de Casa y en el blog Desvaríos un comentario sobre un par de sus cuentos. En el blog de Gustavo Faverón un post titulado: ¿A quién le habla Enrique Prochazka?. Y un relato suyo: Explorador, no incluido en los que se ofrecen en el enlace de Libros Peruanos.

Un post relacionado: Slipstream (O de como la Ciencia Ficción ya no es Ciencia Ficción)

Dios es peruano. Daniel Titinger.

Debo haber oido esa frase desde antes de tener uso de razón, me causaba gracia cada vez que la escuchaba, ¿No que era judío? pensaba. Con los años me di cuenta que en otros paises dicen lo mismo, algo así como que cada uno se considera el pueblo elegido, lo de siempre pues, y como de mesianismos ya he tenido bastante… la frasesita dejó de caerme en gracia. Sin embargo Daniel Titinger retoma el dicho y lo hace el título de su reciente libro: Dios es peruano. Historias reales para creer en un país. Daniel es uno de los editores de la revista Etiqueta Negra y cada que me topado con una de sus crónicas o artículos me ha resultado interesante leerlos, asi que no dudo que pronto me haré de este libro. Por lo pronto los medios se han ocupado de él y ha concedido varias entrevistas. Esto es lo que dice:

La Primera: “Me siento peruano más allá del pisco y el cebiche”. ¿De dónde surge la idea del proyecto? A partir de cómo nos identificamos con ciertos productos, cómo precisamos de tonteras, cosas banales, para sentirnos peruanos. Como el pisco… Como el pisco, y también, por ende, Chile.

El Comercio: Porque Dios es peruano. ¿Qué de malo ves en el sentido de aferrarse a un símbolo? Es una especie de engaño, por diferentes cosas. A mí no me parece mal que el pisco se haya puesto de moda. Ahora hay campañas por la copa del pisco, por la receta perfecta del pisco sour. Eso me parece genial. Pero creo que el engaño va por el lado de sentirse más peruanos por cosas así. Es decir: a mí no me hace más ni menos peruano que el cajón ahora sea usado para la música flamenca. No me hace más peruano que tengamos el río más largo, la montaña más alta. Yo, al menos, me siento peruano más allá de todo eso. Mucha gente que hace propaganda por el pisco y lo alaba, no toma pisco. Le parece un trago impasable.

La República”: Daniel Titinger: Recién me comienzan a llamar “autor”. ¿Hubo algo que no dijiste en la presentación de tu libro? Martín Caparrós me dijo que la figura de «Dios es peruano» no era novedad, que él había crecido en Argentina oyendo que «Dios es argentino». Busqué en Google «Dios es peruano»: 125 links. «Dios es chileno»: 84, aunque había resultados mezclados. Luego «Dios es argentino» y se me cayó el mundo: 19,100. Con Bolivia algo anda mal : solo 2. ¿Lay Fung merecería una crónica? No. Para mí Lay Fung sería una oportunidad para hablar de la inseguridad que nos está destrozando en Latinoamérica. Lay Fung es una cosa tan ridícula que se puede explicar el país a partir de él. Y eso es lo increíble, que es posible.

Aquí una crónica de Daniel para que conozcan su estilo: Intuir la realidad (que a veces se disfraza). Las gracias a Daniel Hurtado de Perubookstore por la imagen de la carátula del libro. La foto de Daniel Titinger fue sacada de la web de Etiqueta Negra.

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John Berger, un escritor europeo

John Berger es un escritor y crítico de arte inglés del cual sale en el diario La Nación de Argentina una entrevista a propósito de la publicación de un par de libros suyos en castellano: Esa belleza y Aquí nos vemos. A continuación algunas partes de la misma que me llamaron la atención.

El libro (Aquí nos vemos) transcurre en Lisboa, Ginebra, Cracovia, Islington, Le Pont d´ Arc, Madrid, el Szum y el Ching. ¿En qué medida sus recuerdos de esas ciudades y ríos son un mapa del alma?
No estoy muy seguro en lo que se refiere al alma, pero lo que sí sé es que cuando lo escribí quería abarcar Europa, desde Lisboa a la antigua frontera ucraniana. Abandoné el Reino Unido hace ahora cuarenta y cinco años [N. R.: vive en las montañas, Alta Saboya]. En aquel momento nadie pensaba en Europa como se piensa ahora. Si tenía algún tipo de ambición era la de convertirme en un escritor europeo, por eso Robert Musil es tan importante para mí. Pero fue la vida la que me llevó a esos lugares, no lo hice pensando en el libro.

Cuando habla de los pintores de la cueva de Pont d´Arc, dice que a veces hacen aflorar las figuras ocultas en la roca. ¿Se puede establecer un paralelismo entre lo que hacían esos artistas anónimos y Miguel Angel cuando extraía sus figuras de la piedra?
Creo que hay algo de eso, salvo por un detalle importante: en el caso de Miguel Angel su búsqueda y sus hallazgos eran un proceso muy solitario, mientras que los artistas del paleolítico no tenían esa sensación de soledad. Lo que me parece extraordinario es que esa tradición pictórica de las cavernas se mantuvo durante veinte mil años con mínimos cambios estilísticos. Por eso creo que esa dimensión temporal influyó en la sensación de pertenencia y de no sentirse aislados. Pero al mismo tiempo, la forma en que hacían aflorar su imaginación visual y táctil probablemente tiene mucho en común con Miguel Angel.

¿Por qué sigue sintiéndose tan cerca de Giacometti, de quien vuelve a escribir en Esa belleza?
Mostró que el arte es un proceso que continuamente está corrigiendo errores, que no es tanto una cuestión de inspiración sino de descartes, y en ese proceso hay una serie de accidentes y una selección que aprovecha lo útil. Es un proceso que tiene sus paradas, o bien porque el papel está exhausto para seguir usándolo, o porque ha surgido una presencia valiosa. Otra razón por la que considero que sigue siendo significativo es porque cuando su nombre se hizo ampliamente conocido por primera vez, tras la Segunda Guerra Mundial, en los cincuenta, todo el mundo lo consideró como un artista existencialista, que reflejaba el sufrimiento, una suerte de agonía. Cuarenta años más tarde, las mismas piezas parecen increíblemente positivas. Es así cómo las obras cambian en la historia, y cómo la historia cambia la percepción que tenemos de ellas. Una de sus delgadísimas figuras de caminantes que en los años cincuenta representaba para algunos a un hombre saliendo de un campo de concentración, ahora se la ve como algo afirmativo. Me parece conmovedor.

En la época que estamos viviendo, el sentido de la historia parece ausente. ¿Echa de menos un sueño político?
Mucha gente piensa así. No es mi caso. Todavía creo en la historia y sigo considerándome en gran medida un marxista. Desde un punto de vista histórico, lo que me parece absolutamente meridiano es que el nuevo orden mundial no puede durar, a causa de sus profundas contradicciones internas. Lo que está cobrando fuerza son formas de resistencia y de supervivencia frente a ese mundo unipolar a menudo mucho menos claras de lo que solían ser. Desde la Ilustración, los movimientos que surgían a favor de un mundo mejor siempre se presentaban como un programa, una especie de solución para las injusticias. Fue útil. Ahora la gente tiende a hablar de conquistas, pero aquellos movimientos siempre se correspondían con una visión que estaba basada en el futuro, en una solución. Spinoza, uno de los pensadores favoritos de Marx, decía que cuando nuestras respuestas a la vida son verdaderas y adecuadas, en ese momento palpamos la eternidad. La eternidad no es algo que está esperando por nosotros, no es algo que forme parte del futuro, sino que es algo que experimentamos, que se puede vivir y compartir en este instante. Puede que parezca exagerado -aunque tal vez no del todo- si pensamos en España y en lo que ocurrió en las últimas elecciones, en las que tanta gente votó, dio una respuesta adecuada que procedía de ellos mismos, no de instrucciones. Fue algo compartido por muchos de manera muy profunda. Al margen del resultado, creo que eso que tantos sintieron no puede ser destruido. Por supuesto que esos momentos -porque vivimos en un mundo de heridas y luchas constantes- puede que no vayan a perdurar. Pero que permanezcan no es la cuestión, sino que de alguna manera palpamos algo eterno.

Por supuesto la entrevista tiene más cosas interesantes para leer. Algunos artículos sobre John Berger: Una reseña del autor con algunos textos, John Berger, el sentido de la vista, Desconexiones graves, un artículo y Palabras, un poema de Berger, en realidad si googlean un rato podrán encontrar varios poemas de él colgados en diferentes sitios. Si aún desean leer más y no se hacen paltas con el inglés tienen la reseña de su libro Photocopies, un extracto de su libro Ways of Seeing, que me pareció muy interesante por cierto, Caravaggio: a contemporary view, un artículo del autor, y la web de Berger por supuesto.

La foto (con un parecido a Beckett), ha sido obtenida de la web Peripheries.

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Caballos de Medianoche – Guillermo Niño de Guzmán

En su momento recuerdo haber visto bastantes críticas sobre Caballos de Medianoche de Guillermo Niño de Guzmán, la mayor parte favorables. En su momento también, no me llamó la atención siquiera leerlas. Hace unos días, más de veinte años después de su publicación, leí este libro que adquirí en lo que era la feria de libros de la Av. Grau, hará unos diez años ya, cuando uno de mis caseros no tuvo las monedas necesarias para darme vuelto y me lo quemó por dos soles.

Caballos de Medianoche tuvo su primera edición en Lima en Noviembre de 1984, bajo la Colección “Autores Peruanos” de la Editorial Seix Barral, aunque en realidad el libro está impreso en Colombia y tiene el © de Ediciones Andinas S.A., pero eso es parte del problema del libro en el Perú, asunto que no pienso tratar ahora por cierto (Lo que sí, me gustaría saber es cuántos libros de autores peruanos se editaron en esta colección). El libro tiene dimensiones muy parecidas a los de la colección Biblioteca Breve de Seix Barral, y consta de sólo 104 páginas; viene además, y esto se lee en la carátula, con un prólogo de MVLL.

Por la forma como llegó a mis manos, creo que nunca tuve real interés de leerlo, ahí ha estado en su sitio durante años, hasta que buscando un libro de lectura breve di con él, y bueno, decidí intentarlo. Creo que entre los motivos para no leerlo estaba la carátula, francamente fea a mi parecer, y más aún por el hecho que se destacara en ella que estaba prologado por MVLL, como si la calidad intrínseca de la obra no hubiera sido suficiente para garantizar la venta del libro (¿Lo fue? ¿Se vendió? Quien sabe). Entre lo que me animó a leerlo figura el hecho que no hace tanto leí un excelente artículo de Niño de Guzmán sobre Coltrane. Que le gustara el jazz mejoró enormemente la valoración personal que tenía del autor, y aunque en la contracarátula del libro se mencionaba ya que le gustaba dicho tipo de música, la verdad pensé que era un snobismo más. Total, nunca me fío mucho de lo que dicen las contracarátulas.

Caballos de Medianoche es el primer libro publicado de Guillermo Niño de Guzmán y está compuesto por 9 cuentos presentados en tres partes:

I – Caballos de Medianoche
II – El fin de algo
– Good Morning Heartache
– El olor de la noche
– En la vida hay amores que nunca
– Perdido
– Blues de un lunes neblinoso
– Livia
III – Carta a París

Entre cuento y cuento hay una especie de viñeta, alguna mínima, otras más extensas, todas anecdóticas, la mayoría relacionadas con hechos y/o personajes más o menos conocidos, que si bien sirven para bajar un poco el tono ófrico de los relatos, no añaden mucho valor al conjunto en sí.

El primer cuento, que lleva el título del libro, va en un crescendo irreprochable de lo cotidiano a lo trágico. En el segundo: “El fin de algo”, se narra la sórdida aventura de 2 amigos en uno de esos antiguos night clubs de Lima. El siguiente: “Good Morning Heartache” me pareció de los mejores del libro, la historia de una cantante de jazz al borde de la locura. Me quedó la duda de donde estaba ambientado, pero eso es lo de menos claro. “El olor de la noche” es un relato corto que rebosa de soledad y despecho, si cabe la expresión. “En la vida hay amores que nunca” persiste en el mismo tema, la terrible soledad que se siente cuando uno está acompañado por esos cuerpos que se buscan tan sólo para olvidar otro. “Perdido” es otra historia de bares, pero esta vez con jazz, un poco extraña en su argumento, pero muy buena, y casi seguro que no está ambientada en Lima. Con “Blues de un lunes neblinoso” quedan de lado las historias de jazz y centros nocturnos y se nos ofrece la foto de un momento, de una intención, o eso me pareció. “Livia” es un relato diferente al resto, pues en todos los anteriores (salvo” Blues…”) los personajes son solitarios que pasan por los momentos posteriores al fin de una relación y no se nos cuenta mucho sobre el pasado sino sobre la inadaptación a la soledad, en cambio acá la historia trata sobre la relación misma, aunque vista luego de terminada también. Finalmente “Carta a París”, que es una excelente historia ante cuya frase final aún dudo en decidir qué es lo significa realmente.

En mayor o menor medida todos los cuentos me gustaron, bien narrados y sin excesos estilísticos ni de ningún otro tipo. Quizás tan sólo la insistencia de incidir en cada uno de los relatos en el mismo tipo de personajes, pues todos nos hablan de soledad, de abandono, de impotencia, de no aceptación de lo sucedido, así haya pasado mucho tiempo atrás. Claro que se puede decir que ese es el leiv motiv de la colección, y desde esa óptica no hay objección al respecto.

Acá la carátula del libro en la edición del FCE. Para que lean de GNdG, el relato En la vida hay amores que nunca del libro comentado, y el artículo El pasado, el dolor y la muerte sobre México en la literatura mundial. También una nota sobre otro libro del autor.

El Código Da Vinci – Dan Brown

Lo confieso, leí El Código Da Vinci de Dan Brown. Debo confesar además que lo leí en la computadora, de una versión escaneada de las que te envían cualesquiera de los muchos sitios que hacen eso gratis. Diría que por lo menos no contribuí a aumentar las ganancias de Mr. Brown, pero no se si eso es bueno o malo, en fin. Resulta que me terminé de leer el libro que había llevado al hospital para distraerme, y no tenía nada más que leer, hasta que mi compañero de habitación me paso su copia (original) que él estaba leyendo, pues le ganaba el sueño ese rato. Y yo en un tris tras me endilgué los 4 primeros capítulos. De regreso a la casa no pude evitar el querer concluir la lectura y me hice de la copia que cuento. Dos días bastaron para finiquitar el asunto.

¿Qué puedo decir o agregar respecto a un libro del que se ha dicho y escrito quizás demasiado ya? No puedo negar que su lectura me entretuvo, tampoco que varias de las cosas que suceden en él estaban más que cantadas y que otras si lograron sorprenderme. Por otro lado, para demostrar las libertades que se toma el autor con los hechos históricos que cita, necesitaría mucho más que la extensión media de un post, y ya hay libros completos que lo hacen. En todo caso pienso que más es asunto del lector que se los tome como ciertos o no. (De vez en cuando aún llega algún conocido a decirme «¿Sabías que tal y tal cosa? Eso está en El Código Da Vinci«, citándolo como si fuera la Enciclopedia Británica. Y pareciera que hasta los de la iglesia se lo toman más en serio de lo que deberían.

Y como se viene la película, no creo que descansemos del Código por un buen tiempo.

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El País irredento – Geoff Ryman

No recuerdo a ciencia cierta cómo llegó este libro a mis manos, si fue parte de un envío del extranjero, si lo compré en alguna librería o lo encontré en alguno de los puestos de viejo limeños (que también tienen libros nuevos). Lo que es seguro es que si no hubiera leído antes sobre él quizás no lo hubiera adquirido, no salió en una colección de CF y en la contratapa se menciona muy brevemente que ganó dos premios de fantasía y que otra obra del autor ganó el BSFA (British SF Association) y el Arthur C. Clarke del 88.

The Unconquered Country de Geoff Ryman fue publicado originalmente en inglés en 1986 y la primera edición en español (la que tengo en mi poder) es de marzo de 1991, editada con el N°13 de la colección Ultramar Literaria de la Editorial Ultramar. El formato es mediano y no es una obra muy extensa, pues consta de sólo 108 páginas.

Comenté que el libro obtuvo dos premios de Fantasía, pero si lo que buscan es alguna Tolkienada o Potteriada, olvídense, es otro significado de fantasía a que se acoje Ryman para este libro. La historia es una fantasía que no por eso deja de ser real, es más, me tienta decir que el libro destila realismo fantástico de un manera desencantada y lúgubre, pero eso lo dejo para los críticos literarios, yo sólo puedo decir que me gustó mucho.

El País Irredento es un país imaginario que no cuesta ubicar en el sudeste asiático. De hecho el autor lo confirma en una nota al final. Esto es parte de lo que dice: Todas nuestras palabras se han agotado. Democracia, libertad, socialismo, economía. Todas se han vuelto kitsch. Evocan imágenes kitsch. Vi los tribunales funcionando y decidí que, al menos durante una temporada, puedo olvidarme de la palabra «justicia». Ésta sólo puede ser mantenida en un entorno artificial: en un tribunal lo suficientemente fuerte para conservar su independencia, o en una historia que al acumular detalles archive bien los datos, o en la hija bastarda de la historia, la ficción.

En este caso la ficción se desenvuelve alrededor de Hija Tercera, ella lleva una existencia en el límite de la indigencia, y por si esto fuera poco, su vida cambia por efectos de la guerra. Cómo ella misma ante todo esto reacciona, cambia y se adapta (o no) es parte de lo que vemos suceder en la novela. Pero también vemos una sucesión de hechos extraños y fantásticos, de personajes simbólicos y mágicos y situaciones extremas, actuando sobre Hija Tercera y disociándola poco a poco de la realidad.

Todo esto en su conjunto arma un muy buen libro, poco clasificable, cierto, pero una obra que por lo original del planteamiento aplicado al tema (la guerra y el genocidio en el sudeste asiático visto desde la perspectiva de una de las víctimas) y por la capacidad de transmitir los sentimientos y experiencias de la protagonista en sus pocas páginas, merecería ser más conocido en castellano. Por si fuera poco la prosa es bella:

El Cuervo Que Cantaba gravitaba sobre el mismo lugar durante diez o quince minutos seguidos, y cantaba, y las canciones eran las canciones del pueblo. Tercera supo entonces que era un espíritu. ¿Cómo si no sabría cantar la canción de la mañana al amanecer, o las canciones de fiesta, o las canciones por los muertos? Los pobres, en sus peligrosos amontonamientos de casas, todos miraban hacia arriba. Comprendían el milagro. Los niños salvajes que vivían como animales en camadas bajo los puentes, salían de las sombras para escucharlo. Las ancianas tarareaban las canciones, meciéndose en los resbaladizos peldaños, recordando. Cuando se cansaba, el Cuervo revoloteaba entre ellos y miraba significatibamente el arroz de sus cuencos. Ellos e reían y daban al Cuervo un poco, pues sabían que era un espíritu, y la mayor amabilidad era alimentar a un espíritu. Se inclinaban ante su llegada, y alzaban en respeto las manos por encima de sus cabezas. Pero el Cuervo siempre regresaba a Tercera. La gente miraba a su ventana entonces, y saludaba. Ella era la dueña del milagro. Y Tercera, por primera vez, sonrió.

Si lo de «Irredento» les suena extraño, como a mi, pues a primera impresión «Unconquered» podría ser traducido como «Inconquistado», leamos lo que dice la RAE: irredento, ta. (Del lat. in, pref. negat., y redemptus, part. pas. de redimĕre, redimir). 1. adj. Dicho especialmente del territorio que una nación pretende anexionarse por razones históricas, de lengua, raza, etc.: Que permanece sin redimir.. Esto me lo hizo ver Rafa Marín, traductor del libro, quien para mayor claridad me explicó: O sea, un país que se niega a ser conquistado y civilizado a la fuerza. Como el de la novela.

Poco hay de Geoff Ryman (quien acaba de ganar un premio literario) disponible en castellano en internet, pero en inglés tenemos a 253, su novela interactiva. Una bibliografía suya. Una reseña sobre él con algunos enlaces, Una lectura sobre El País irredento, muy interesante por cierto, aunque breve. Una conversación entre Ryman y Kit Reed vía chat, también de recomendable lectura. Hay más por cierto, el interesado sólo tiene que buscar.

Y a punto de terminar este post, encuentro otro libro de la misma colección: Terraplane de Jack Womack, donde estaba la boleta de compra de ambos, los adquirí en la librería Época del Óvalo Gutierrez, de oferta. Duda resuelta.

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El Ángel de la Oscuridad – Caleb Carr

Este es uno de esos libros que nunca se piensa comprar, hasta que de pronto un día, no hay mucha oferta de libros interesantes que adquirir, queda algo de dinero todavía, uno toma un libro con pinta de best seller, se lee el resumen de la contratapa, se lee el primer párrafo, algunos más al azar, se evalúa rápidamente el tema, el autor, el precio, y zas, libro a la bolsa (o no). Así fue como me hice de este y varios más. Claro que influye el hecho que me gusta leer algún best seller de vez en cuando, quizás algo más que eso la verdad, y que hasta el momento no he escogido tan mal despues de todo.

The Angel of Darkness de Caleb Carr vio la luz originalmente en inglés en el año 1997, y aparentemente la primera edición en castellano es de 1998. La edición que poseo tiene el (c) del año 2001, fue impresa en marzo del 2001 y corresponde a la colección de bolsillo Punto de Lectura, constando de 981 páginas. La carátula es la que acompaña a este post.

El Angel de la Oscuridad es una novela ambientada en la Nueva York del siglo XIX y comparte protagonistas y escenarios con la anterior novela de Carr: «El Alienista», la cual no he leído por cierto, pero al no ser estrictamente una continuación o segunda parte, se puede leer en forma independiente sin ningún problema.

Carr sitúa al narrador 20 años después de los hechos materia del libro, y desde la privilegiada posición de participante activo de los mismos es que empieza a relatarnos la historia. En ella vamos tras la pista de una niña secuestrada, y luego tras quien presumiblemente la secuestró, lo que nos llevará por senderos imprevistos a descubrir los aspectos más oscuros del alma humana.

La época y lugar en la que está ambientada la novela me hicieron recordar bastante a «Gangs of New York» de Scorsese, los personajes suenan creibles en su gran mayoría, al igual que la trama, y es que Carr es un historiador que aunque especializado en temas militares, también ha investigado sobre la Nueva York de finales de 1800, a resultas de lo cual la puesta en escena es muy buena, pero es la voz del narrador en sí la que me atrapó desde un principio:

19 de junio de 1919

Sin duda habrá una forma magistral de empezar una historia como ésta, un recurso ingenioso que atrape al lector con más garra que el mejor estafador de la ciudad. Pero la verdad es que carezco de la labia y la agudeza necesarias para esta clase de juegos. Las palabras no han significado gran cosa en mi vida, y aunque en el transcurso de los años he conocido a muchos de los que hoy son considerados los más grandes pensadores y oradores de nuestros tiempos, siempre he sido lo que se dice un hombre corriente. Así que tendré que conformarme con un comienzo corriente.

Por lo tanto lo mejor que puedo hacer es decir por qué he cerrado el negocio y me he metido en la trastienda en una noche en la que aún quedaban muchos clientes por venir. Es una noche agradable, de esas por las que solía suspirar; una noche que invita a contemplar todo lo que pasa en la avenida en mangas de camisa, soplando el humo de una docena de excelentes cigarrillos hacia las estrellas que cubren la ciudad, con la sensación de que, haciendo balance, quizá tenga algún sentido vivir en este manicomio.

Y así sigue y sigue, contando y describiendo los acontecimientos que van sucediéndose en esa New York pretendidamente civilizada pero en la que no hay que escarbar mucho para encontrar muestras de la irracionalidad y salvajismo humanos, y por lo menos a mi parecer, esta voz no aburre. Es un acierto también creo, que no se use recursos estilísticos que empantanen la trama de cara al lector, lo cual va aparejado con cierta intención de Carr de simular el estilo de escritura de aquellos años, cosa que logra y aún mejora pues no cae en pesadas descripciones tan en boga en esos tiempos. Ciertamente no es una prosa deslumbrante, pero cumple con algo más que con corrección, y sin estorbar su función de servir de vehículo a la historia. Quizá esta obra no acceda al parnaso de la literatura, pero como lectura de un fin de semana o para aprovechar unos días de descanso obligado como fue mi caso, queda muy, pero muy bien.

No hay mucha información disponible de Caleb Carr en la red, pero en inglés encontré un par de reseñas a «The Angel of Darkness»: ésta y ésta otra del NYT. Una interesante entrevista concedida por Carr a Salon con fecha 6 de octubre de 1997, donde habla de «El Alienista» y la novela que nos ocupa, de aspectos de su vida personal y hasta de un poco de Ciencia Ficción. También resulta interesante la transcripción de un chat sostenido entre Carr y sus lectores, auspiciado por la revista Time, como parte de un especial que editó en 1999 sobre el inminente siglo XXI, en dicho especial figura una novela de Carr: Killing Time que hasta donde veo no terminó de ser publicada on line, pero que así y todo es una lectura regularmente extensa. La novela fue publicada luego en forma normal. Aquí una bibliografia de Carr, y un artículo con más información sobre Carr y NYC: Caleb Carr on Downtown vía Gothamist. Me resultó curioso leer en este otro chat que Carr dice no ser partidario de usar los personajes ficticios de otros autores, para ver luego que tiene una novela con … Sherlock Holmes.