Archivo de la etiqueta: Mario Vargas Llosa

El hablador, de Mario Vargas Llosa

El hablador es la novena novela de Mario Vargas Llosa, publicada en 1987, luego de un año,1986, en el que tuvo bastante presencia en Lima, mediante el estreno de su pieza de teatro La Chunga y la publicación de su novela policial ¿Quién mató a Palomino Molero?, esto también sucedió casi en paralelo al momento en que empezó a ganar presencia de otro tipo por su involucramiento en la vida política del país debido a su oposición frontal al intento de estatización de la banca por el en ese entonces presidente del Perú, Alan García Pérez. Quizás por este último hecho la novela pasó un poco desapercibida y muchos le consideraron como una obra menor al momento de su publicación.

El hablador es parte del grupo de novelas que se desarrollan parcialmente en la amazonía peruana, a saber «La casa verde», «Pantaleón y las visitadoras» y «El sueño del celta». Paco Bardales, escritor y cineasta loretano escribió hace algunos años sobre la relación entre Vargas Llosa y la selva peruana. En su artículo resumió brevemente cada una de estas novelas, y es parte de ese resumen lo que cito a continuación:

«La Casa Verde (1967). Aún sorprende el hecho de que Vargas Llosa pudiera haber creado, con tan sólo un viaje a la zona, un fresco tan notable del infierno verde de Santa María de Nieva, del leprosorio de San Pablo, de los detalles coloquiales y materiales de la época. Pero La Casa Verde es más que eso, pues aunque fabula historias de contraparte piurana y costeña, expresa con maestría el dolor y la amargura de vivir en un mundo abandonado, donde la soledad, las enfermedades, las lluvias y los lodazales compiten con la terquedad y el instinto innato del hombre por la supervivencia, donde historias como las de Fushía, el mitayero Aquilino, el aguaruna Jum o las monjitas de la Misión combinan ficción y realidad, demencia y lucidez, en una novela estilísticamente perfecta.

Considerada como farsa y apólogo, Pantaleón y las visitadoras, escrita en 1973, trasciende el humor y la anécdota y explica, a través de un oficial del Ejército que por circunstancias de la vida se convierte en el más grande proxeneta de los ríos selváticos, los variados mecanismos de una sociedad aún en ese entonces apacible y pacata. La novela hace una de las mejores descripciónes urbanas de la ciudad de Iquitos que se haya escrito en la literatura contemporánea. A través de sus páginas, reconocemos estampas de una época, maliciosa e ingenua al mismo tiempo, potenciadas por el humor y caricaturizadas para expresar el carácter lúdico de una dinámica que se extiende y se ha extendido por tiempos remotos.

El sueño del Celta (2010) es uno de los libros más comprometidos de Vargas Llosa con el contexto. Porque rastrear la vida de Roger Casement es también referirse a uno de los protagonistas de una de las denuncias más brutales contra todo un sistema de explotación y crimen, rayando con el genocidio, que se cometieron contra miles de indígenas en la cuenca del Putumayo a principios del siglo XX. La historia parece haber reivindicado la figura de Casement y su gran trabajo de mostrar los horrores de la codicia y el poder absoluto en medio de la profunda Amazonía.»

Cabe mencionar también un apunte que figura en la biografía de Vargas Llosa en el sitio web del premio Nobel y que echa luces sobre el interés que la amazonía peruana generó en él en diferentes momentos de su vida, a partir de un primer viaje que realizó a la selva amazónica en 1958. «A diferencia de lo que suele ocurrir con los habitantes de la ciudad que descubren por primera vez los parajes remotos y selváticos de su país, donde aun habitan tribus indígenas distantes en el espacio y en el tiempo de la Modernidad, Vargas Llosa no encontró exotismo y armonía entre el hombre y la naturaleza sino despotismo, violencia y crueldad. La ausencia de ley y de instituciones dejaba expuestos a los nativos de la selva a las peores vejaciones y arbitrariedades cometidas por colonos, misioneros y aventureros, que llegaban a la selva a imponer su voluntad mediante el terror y la fuerza».

De hecho, la génesis de El hablador se rastrea a este viaje mencionado. Vargas Llosa en un pequeño prólogo para la reedición de El hablador del año 2007 menciona que «Ahí, en una cabaña del lago de Yarina, en Pucallpa, escuché a dos lingüistas norteamericanos, a los esposos Sneil, hablar de los contadores de cuentos machiguengas. Desde entonces, la imagen de esos primitivos habladores que recorrían los bosques llevando historias de aldea en aldea, manteniendo viva a una comunidad a la que sin el cordón umbilical de estas historias, la distancia y la incomunicación hubieran fragmentado y disuelto, me acompañó urgiéndome cada día más a fantasear una historia a partir de ellos. Lo hice muchos años después, luego de leer abundantes testimonios de folcloristas, etnólogos y misioneros dominicanos y de visitar, en la región del alto y medio Urubamba, las aldeas de los propios machiguengas».

Como en varias otras novelas de Vargas Llosa, el elemento metaliterario está presente mediante la identificación del narrador con el propio escritor. Por ejemplo Martina Vaculíková hace notar en su tesis sobre El Hablador que el capítulo VI del libro abre con la siguiente frase: «En 1981 tuve, seis meses, en la televisión peruana, un programa titulado La Torre de Babel». Mario Vargas Llosa realmente dirigió un programa en Panamericana Televisión en Lima con el mismo nombre en el mismo año. También las fechas de sus viajes a la Amazonia ya mencionadas antes son idénticas tanto en la novela como en la realidad». Pero esto se da no solo mediante la referencia a fechas y hechos específicos, sino desde, por decirlo de algún modo, la personalidad del propio narrador.

Puede parecer curioso que esparciendo en sus obras tantos detalles que guían al lector a identificar al narrador con el propio escritor, Vargas Llosa se sienta luego obligado a explicar que sus narradores no son él. Por ejemplo en este discurso dado por MVLL el 2015 ante la Universidad de Salamanca a propósito del Doctorado Honoris Causa que dicha universidad le otorgó, comenta: «aunque no lo parezca, el personaje principal de toda historia es siempre el narrador que cuenta la historia, y el narrador no es nunca el autor. El narrador es un personaje que crea el autor incluso en aquellas novelas en que el autor aparece con nombre y apellidos propios. Por ejemplo, en una novela mía que se llama La tía Julia y el escribidor, aparece un Varguitas, y muchos lectores creen que ese Varguitas soy yo de pies a cabeza. Y no, ese Varguitas es un personaje de la historia, aunque usurpe mi nombre y también algunas de mis experiencias biográficas».

También en un artículo recogido en el libro del año 1989, Dialogo Con Vargas Llosa de Ricardo Setti, se recalca la misma idea pero a propósito de El Narrador: “hay un narrador que, digamos, usurpa mi nombre y apellido, creo que ésta es la forma de decirlo, y que usurpa buena parte de mis experiencias vinculadas con la selva, pero también hay una multitud de invenciones y de fantasías. Este es un elemento para mí muy importante y difícil de captar para un lector: el narrador de una historia no es nunca el autor, aun cuando aparezca con el nombre, apellido y la propia vida del autor. Que siempre es una invención, que es siempre alguien en el que un autor se transforma, se traslada. El primer personaje que inventa un autor es, siempre, un narrador”.

Esta actitud podría decirse ambivalente queda explicada por Luz Ordóñez y Emilcen Pineda en su tesis de maestría: Configuración del universo mitológico de los Machiguengas en la novela «El hablador» de Mario Vargas Llosa, donde sustentan que: «En algunas ocasiones, y frente a la posibilidad de interpretar los textos, se cometen errores tan elementales como confundir al narrador con el autor de la novela. Quizá eso suceda porque en ocasiones, en los textos literarios, el límite entre el uno y el otro se vuelva un tanto invisible. Sin embargo, es preciso considerar que dicha situación puede presentarse como una herramienta estilística propia del autor. De ahí que sea importante recordar que el narrador sigue siendo parte de la ficcionalidad que el autor nos pone en evidencia y, que en ocasiones, como juego literario, se nos presenta de tal manera, que genere una especie de “trampolín de dudas” que no podríamos justificar puesto que identificar la verdadera razón que el autor tenga del porqué de esta estrategia, es poco probable saberla».

Pero ¿de qué va El hablador? veamos esto tratando de no espoilear la trama. José Andrés Rivas en un artículo titulado «El hablador de Mario Vargas Llosa: Querer escribir como hablo» analiza aspectos narrativos de la novela y menciona que:

En la novela hay dos narradores: uno de ellos se identificaría con el propio novelista y el otro sería un «hablador», un narrador ambulante de la tribu machiguenga. La intervención de ambos narradores es clara y ordenada: a cada uno de ellos le corresponde un capítulo o parte del relato. Los relatos se alternan. El narrador «civilizado» abre y cierra el libro. El narra las partes I, II, IV, VI y VII; el machiguenga, las tres restantes. Los relatos del «hablador» quedan entonces enmarcados, no sólo por estar en medio de los textos del «civilizado», sino por el usual juego de «cajas chinas» de la narrativa de Vargas Llosa: el narrador blanco cuenta su historia, pero en función del «hablador» machiguenga; el indígena, en cambio, cuenta la historia de los mitos, costumbres y creencias de él mismo y de su propia gente, ignorante de la presencia del otro narrador. El «civilizado» engloba al machiguenga; éste, sólo a su propio mundo.

Más adelante añade: «La estructura profunda de la novela no es la suma de ambas partes y el englobamiento por lo racional. Esa es sólo la apariencia exterior. La estructura profunda surge de la desaparición de las fronteras; del traslado de uno a otro territorio: el del permanente proceso del viaje».

Por otra parte John J. Junieles escribe en la revista literaria peruana El hablador, «En una primera lectura, critica la manera en la cual las sociedades modernas descalifican o atacan las tradiciones propias de pueblos, alejados de las leyes que éstas se han impuesto. Y es que esto último no es una razón válida para juzgar de manera arbitraria las costumbres y reglas que rigen los sistemas y modos de comportamiento propios de estos pueblos, mucho menos cuando el conocimiento de ellos resulta, muchas veces, deficiente y casi nulo para entenderlos de manera adecuada. Una segunda lectura brinda la posibilidad de entender el conflicto sociopolítico que quiere representar el texto, ya que el trasfondo del mismo nos lleva a pensar en la inminente desintegración de los nexos culturales entre las diversas sociedades. El hecho de ser diferente lleva a un desplazamiento social o a una lucha en contra de esa diferencia. De igual manera, la política social y de protección para los pueblos que no forman parte del poder dominante en una nación, llevan a que se les quiera reemplazar sus creencias, sus costumbres y sus ritos de acuerdo al pensamiento hegemónico o quienes “poseen” un alto grado de “civilidad”».

Luis Hernán Castañeda, escritor y crítico peruano ahonda en el tema de narrador y narración y escribe: «La novela encarna la problemática del acto de narrar en el vínculo que se establece entre el escritor y su criatura estelar, el narrador (un narrador-personaje, en este caso). Tenemos, entonces, a un primer narrador ficcional que imagina a un segundo narrador, y además le explica al lector cómo y por qué lo imaginó. La “ficción dentro de la ficción” inaugura una lógica de cajas chinas en la que se torna visible la fuerte vocación autorreflexiva de El hablador, un rasgo que dentro de cierta línea crítica ha motivado su caracterización como novela posmoderna».

Finalmente no me queda más que recomendar enfáticamente la lectura de esta novela. En lo personal cuenta con uno de los párrafos de inicio que más me han cautivado de entre las obras de MVLL, y la narración del propio hablador es una inmersión profunda en el mundo y la cosmología machiguenga. Suerte con la lectura.

Mario Vargas Llosa deja de colaborar con El Comercio

El pedido de Mario Vargas Llosa al diario español El País para que sus artículos dejen de ser publicados por el dario limeño El Comercio, ha sido muy comentado el día de hoy. En la carta enviada MVLL arguye entre otros motivos que «el periódico se ha convertido en una máquina propagandística de la candidatura de Keiko Fujimori«. Acá la nota de El País. Y por acá un par de comentarios al respecto en blogs, medios independientes y medios tradicionales. La respuesta de El Comercio la tenemos acá, Cabe indicar que esto viene luego que un grupo de intelectuales peruanos firmaran un manifiesto en contra del fujimorismo.

Mario Vargas Llosa y el Perú

Vine a Firenze para olvidarme por un tiempo del Perú y de los peruanos y he aquí que el malhadado país me salió al encuentro esta mañana de la manera más inesperada.

De esta forma se inicia El Hablador, una novela no tan reconocida pero si crucial en la obra literaria de Mario Vargas Llosa. En ella un narrador que es muy similar a MVLL el escritor (recordemos que Vargas Llosa es aficionado a lo que se conoce como metaficción) describe sus andanzas por Florencia tratando de apartarse del Perú para venir a encontrar unas fotos que hacen renacer su interés por lo peruano. Algo que grafica muy bien la a veces conflictiva relación entre Vargas Llosa y el Perú, y que es una de las claves para entender su corpus literario.

A estas alturas ya es prácticamente de conocimiento general que MVLL se ha hecho acreedor al Premio Nobel de literatura de este año. Sin embargo mas allá de las casi unánimes felicitaciones que muchos se han apresurado a expresar en los medios y redes sociales, son pocos aún los análisis post nobel a la obra del escritor, cosa comprensible por el poquísimo tiempo transcurrido desde que se diera a conocer la noticia. Sin embargo algunos escritores peruanos y amantes de la literatura han esbozado ya algunas líneas que intentan mostrar lo que significa Vargas Llosa para ellos y para el país. Uno de los primeros posts que he leído en ese sentido es el del escritor Gustavo Faverón quien desde su Puente Aéreo dice:

(MVLL) … es el autor de las primeras siete novelas adultas que leí en mi vida. … Aprendí muchas cosas sobre el mundo y sobre mi país leyendo a Vargas Llosa, … En los años de mi adolescencia, tuve tres ídolos semejantes. Vargas Llosa fue el primero, el siguiente fue Paul McCartney y el último Stanley Kubrick. … En mi vida, en esos años, y en los años siguientes, pocas personas de carne y hueso fueron tan reales para mí como Eleanor Rigby o el pájaro negro que espera este momento para levantar vuelo; nadie como Jack Torrance o el Private Joker; nadie tanto como el Poeta, el Jaguar, Lituma, la Pies Dorados, el Periodista Miope, Jum, Galileo Gall, Fushía, Teresita, Santiaguito Zavala, el León de Natuba, Jurema o la Brasileña.

A esa lista de personajes inolvidables del universo vargasllosiano me permitiría añadir a Raúl Zuratas, Mascarita, de la ya mencionada novela «El hablador», pero no son sólo los personajes lo que se recuerda de los libros de Vargas Llosa, también hay frases memorables sobre el Perú como la que trae a colación el escritor Richar Primo del blog Zona del escribidor en su post de homenaje a MVLL:

La primera novela que leí de Vargas Llosa fue «Conversación en la Catedral» y – mis amigos más cercanos lo saben – fue la lectura que alteró el curso de mi vida. Aun esta misma mañana, en que que he tenido que pasar por la avenida Tacna, y después de tantos años transcurridos, las primeras frases del libro me parece que reverberaran todavía nítidamente entre sus grises edificios … «automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina. ¿En qué momento se había jodido el Perú?»

Pero aparte de su quehacer literario, Vargas Llosa ha mantenido un activismo político que le ha ganado recalcitrantes opositores, sobre todo por su migración de las canteras del izquierdismo a las del liberalismo. Y mas aún cuando candidateó a la presidencia a principios de los 90’s. Experiencia de la que salió desilusionado de la política partidaria así como también del Perú, y que transformó en uno de sus libros más interesantes: El pez en el agua, de cuyo colofón es el siguiente párrafo:

¿De qué sirve la saludable reacción de la ciudadanía contra el apolillamiento de los partidos tradicionales, si ella conlleva la entronización de esa agresiva forma de incultura que es la «cultura chicha», es decir el desprecio de las ideas y de la moral y su reemplazo por la chabacanería, la ramplonería, la picardía, el cinismo y la jerga y la jerigonza que, a juzgar por las elecciones municipales de enero de 1993, parecen ser los atributos más apreciados por el «nuevo Perú»?

Hay que tener en cuenta que aunque esto fue escrito en 1993, no ha perdido mucha vigencia si es que nos atenemos a las recientes elecciones municipales, 17 años después. Pero MVLL es un pensador incansable y su anunciado abandono de la política fue sólo a nivel de su involucramiento personal como actor principal en ella y no de su ejercicio de opinar. A propósito de esto, el académico Camilo Fernández escribe en su blog La soledad de la página en blanco, los que a su parecer son los méritos por los que MVLL se merece el premio Nobel, y uno de ellos es que:

maneja el ensayo con invalorable destreza. Polemista a contracorriente, incendiario en el más ilustre sentido de la palabra, Vargas Llosa es un demócrata que defendió la cultura de la libertad sacrificando, incluso, intereses personales y asumiendo, si fuera necesario, el costo político de hacer una apología de la tolerancia y de la búsqueda de consenso en una sociedad como la peruana, donde es moneda común la corrupción y el arribismo como prácticas consuetudinarias.

En kausa justa, el blog del Equipo de Incidencia en Derechos, postean «siete textos fundamentales de nuestro escritor en defensa de los derechos humanos en el Perú.» Por que aún cuando Vargas Llosa esté fuera del país la mayor parte del tiempo, como su narrador en la ficción citada al principio de este post, siempre está pendiente de qué sucede en el Perú. Un ejemplo reciente de esta participación y la consecuencia con su propio pensamiento es el que nos recuerda la escritora Sonia Luz Carrillo:

Hace algunas semanas apenas, nos dio muestras de cuán estrecho es el vínculo con las circunstancias nacionales al renunciar a la presidencia de la comisión encargada del Museo de la Memoria al encontrar incoherencia entre su presencia y un decreto legislativo diseñado para favorecer a los violadores de derechos humanos durante el régimen dictatorial de Fujimori y Montesinos y que el autor de La fiesta del chivo calificó acertadamente de amnistía encubierta.

Cambiando de tema, algo que Vargas Llosa recuerda con orgullo es su paso por la Universidad de San Marcos. Sandro Medina, periodista que bloguea en Letra Suelta tuvo el encargo, hace 3 años, de entrevistar a MVLL precisamente para la revista de la universidad y publicó algunas partes de dicha entrevista en su blog. Entre otras cosas importantes rescato este párrafo dedicado a la política y la vida universitaria:

Tu vida universitaria no solo estaba ceñida a la lectura y las clases. Siempre tuviste la certeza de que en la universidad no solo se debe dar un entrenamiento profesional. «Yo creo que al mismo tiempo de formarlos profesionalmente, a los alumnos deben motivarlos para que desarrollen inquietudes, curiosidades. Para que tengan una actitud crítica frente al mundo en que vive, y esto se vivía en San Marcos en mi época estudiantil.» Alzas la voz y criticas con fundamento a todos aquellos que están inmersos en la “política mal llevada”, que tanto daño le hizo a la Decana de América. Que tanto daño le hace al país. «Insisto, la política no puede estar ausente en una universidad, pero en el sentido más creativo de la palabra: debates, cotejos intelectuales, discusión de proyectos, de modelos.»

Finalmente, y para no hacerla larga, a pesar que se me quedan en el tintero muchas aristas de la relación de MVLL con el Perú, regresemos a lo (casi) estrictamente literario mediante lo que reflexiona el también escritor Juan Manuel Robles en su blog Manhattan Mental. Él se encuentra en NY y asistió a la conferencia de prensa dada por MVLL después de conocerse que había ganado el premio Nobel. Aunque refiere que al principio vio con cierto escepticismo el asunto, luego nos cuenta:

Entonces empecé a entender por qué este día era también importante para mí, para todos los que tratamos de encontrar en la escritura una forma de resistencia. Porque ver a Vargas Llosa ahí sentado es entender también que la única lucha que importa es la que empieza con la primera página en blanco y termina con miles de tachaduras. Me vi adolescente sintiendo piedad por el periodista miope, fascinación por la Barbuda, terror por el perro que mochó a Pichulita Cuéllar, compasión por Varguitas, respeto por el Jaguar. Vi una cabina de radio y un chiquillo que embellecía noticias. Vi a la brasileña. Vi todo eso y recordé un viejo chiste: el del escritor latinoamericano que se despierta a las once de la mañana y se hace una pregunta culposa: ”Qué tarde. ¿Cuántas páginas habrá escrito ya Mario Vargas Llosa?”

La conferencia siguió con su inevitable dosis de política, pero en un punto llegamos al Perú. Porque siempre hay que hablar sobre el Perú, porque ya pasaron esas feas épocas en que el escritor no contestaba a ningún periodista peruano. “¿Qué tiene que decir sobre el Perú?”. Vargas Llosa, sonriente, se sacó la capucha que mejor le queda, la de Flaubert. —El Perú soy yo.

Otros posts al respecto:

Espacio propio: El Perú es Mario Vargas Llosa
La silla prestada: La primera felicitación a Mario Vargas Llosa
Noticias del interior: Mario Vargas Llosa: «La literatura es fuego»
Palincestos: Nobelizable Mario Vargas Llosa…
La fortaleza de la soledad: Mario Vargas Llosa o el peligroso antídoto contra la realidad
Marea Cultural: Vargas Llosa es Premio Nobel: ¡Que viva el Perú!
Rebeldes Urbanos: Mario Vargas Llosa gana el Premio Nobel de Literatura
Con y contra todos: Mario Vargas Llosa y yo
Consejero del lobo: El vicio de escribir
El hígado de Aquiles: Queremos tanto a Vargas Llosa
Perú es una provincia de Narnia: Cardenal fujimontesinista Juan Luis Cipriani censura al Premio Nobel Mario Vargas Llosa
Poesía planetaria: Cartografía de las estructuras del poder en Mario Vargas Llosa
Rodolfo Ybarra: Mario Vargas Llosa, Premio Nobel: Un recuerdo necesario
La fruta del cercado ajeno: La fiesta del chivo y el premio Nobel

Tu que tanto creías, que tanto querías creer en un futuro para tu desdichado país. Echaste la esponja ¿no? Piensas, o actúas como si lo pensaras, que esto no cambiará nunca para mejor, sólo para peor. Más hambre, más odio, más opresión, más ignorancia, mas brutalidad, más barbarie.

Historia de Mayta. 1984.

La primera imagen que ilustra este post es del usuario Luis Carlos Díaz en Flickr con licencia Reconocimiento-NoComercial 2.0 Genérica CC.
La segunda imagen que ilustra este post es de la biblioteca particular del autor de este blog.

Comprando Libros, 15

Libros, 16

Siguiendo con la puesta al día de los posts de esta serie (ver 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 y 14), ahora le toca el turno a unos libros que compré en dos ocasiones que salí a buscar que había por ahí.

Sostiene PereiraAntonio Tabucchi. Es una de las obras mas reconocidas de Tabucchi. Se hizo una película de ella incluso. La verdad parece muy interesante, así que ya está en la cola de los que serán leídos lo más pronto posible, tiene a su favor que no es muy extensa, por lo que pueda que esa lectura se de en los próximos días.

Lituma en los AndesMario Vargas Llosa. Uno de los pocos libros que me faltaban de MVLL, y creo que el mismo día que lo compré me puse a leerlo. Muy en su estilo y bastante, bastante bueno. Ya lo comentaré uno de estos días, pero desde ahora sepan que está recomendado, no duden en leerlo.

El Puercoespín – Julian Barnes. Un libro más de Barnes a la colección. Parece estar en un estilo diferente a Inglaterra, Inglaterra, pero no da mala impresión. Creo que le echaré diente pronto en todo caso. Aparte diré que no es muy común encontrar libros de Barnes por ahí, nunca he visto El Loro de Flaubert por ejemplo.

GlamouramaBret Easton Ellis. Este ya lo leí, incluso hasta ya posteé sobre él. Ahora me queda esperar conseguir los que me faltan de Ellis: Menos que Cero, Las reglas de la atracción y Lunar Park. Ojalá no demoren mucho en caer. Por otro lado parece que hay nuevo libro de Ellis a la vista, pero sin fecha de edición aún (algunos dicen 2010) . El probable título sería Imperial Bedrooms.

ClonesMichael Marshall Smith. Y uno de ciencia ficción como para no perder la costumbre. He leído críticas bastante malas sobre este libro y algunas buenas, así que ante la duda mejor remitirse a las pruebas, pero como lo que he ojeado no me impresionado mucho la verdad, por el momento la lectura de pruebas ha sido pospuesta indefinidamente.

Y ya quedan menos adquisiciones que reseñar… aunque sigo comprando.

El Hablador

En algunos de los antiguos posts desaparecidos de Surfing el Amazonas comenté sobre El Hablador, como tengo tendencia a repetirme, lo haré de nuevo, no sé si inconscientemente cite de memoria, en todo caso, nadie se va a acordar. Bueno, El Hablador, es prácticamente mi libro favorito de Mario Vargas Llosa, La Casa Verde es de lo mejor, La Tía Julia y el Escribidor y Pantaleón y las Visitadoras me resultaron muy jocosas, Conversación en la Catedral y La Guerra del Fín del Mundo siendo libros de mucha calidad no me producen ninguna reacción en particular, pero El Hablador, ah, lo releería todo el tiempo. Si no fuera por que existe El Pez en el agua, sería mi preferido indiscutible. Desde su ya creo famosa frase inicial, la novela me capturó por completo.

Vine a Firenze para olvidarme por un tiempo del Perú y de los peruanos y he aquí que el malhadado país me salió al encuentro esta mañana de la manera más inesperada.

Pero hay otro Hablador que también sabe captar muy bien la atención, se trata de la excelente El Hablador, Revista trimestral de Literatura que ya va por su edición número 7, correspondiente a Marzo 2005. Número que por cierto trae muy buenos artículos. Uno de Giancarlo Stagnaro sobre crítica literaria, análisis de las poéticas de Watanabe y de Eguren, una entrevista con el estudioso de la literatura peruana Birger Angvik, aparte de poesía, cuentos y reseñas de libros, pero el plato fuerte para mí, ha sido el artículo de José Andrés Rivas: El hablador de Mario Vargas Llosa: Querer escribir como hablo. Un profundo análisis del juego de historias y discursos del que se sirve MVLL para una vez más, exorcisar sus demonios interiores.

Rivas nos dice que a la vista del resto de su obra, se podría deducir que El hablador es sólo una narración circunstancial en la obra de Vargas Llosa. Una lectura más profunda y realizada desde otra perspectiva nos mostraría un perfil más singular: la historia, cuya obsesión lo persiguiera durante casi un cuarto de siglo, es la más completa metáfora de la autocontemplación de Vargas Llosa como novelista, y un profundo enjuiciamiento de su propia arte narrativa.

Perdido en su condición de hombre de nuestro tiempo, el narrador evoca con nostalgia aquel tiempo en que la palabra daba nombre a las cosas y podía crear el universo. Es la angustia del hombre civilizado, condenado a separar y entender, e incapaz de la inocencia del “hablador”. Efectivamente, tal como apunta Rivas, El Hablador trata entre otras cosas del poder de la palabra, que quizás es un poder perdido, y paradojicamente por esas cosas del destino, MVLL probaría en carne propia esto cuando lanzado a la campaña presidencial de 1990 la pierde ante un chinito que ni hablaba bien el castellano. ¿Porqué se lanzó? Quizás fue como el mismo MVLL recuerda en El pez en el agua que su esposa dijo: Fue la aventura, la ilusión de vivir una experiencia llena de excitación y de riesgo. De escribir en la vida real, la gran novela. ¿Quizás también de probar el poder de la palabra a otro nivel? ¿De transformarse el mismo en un hablador? Pero los resultados de esa aventura son otro (ingrato) tema.

Technorati tags: ,

MVLL – Travesuras de la niña mala

Imposible dejar pasar una suculenta y reciente entrevista a Mario Vargas Llosa hecha por Miguel Ángel Zapata, y que El Comercio publica en su suplemento Dominical el día 6 de marzo del presente. A través de ella me entero que el título tentativo de su nueva obra es Travesuras de la niña mala, una novela constituida por una serie de cuentos. Pero bueno, lean la entrevista que, repito, está buenaza. Aquí un par de párrafos para que se animen.

¿Cuál es el punto de partida de tu escritura?
-Generalmente el punto de partida es la memoria; creo que todas las historias que he escrito han nacido siempre como fruto de alguna vivencia que ha quedado en la memoria y que se convierte en una imagen muy fértil para fantasear algo alrededor de ella. Ese ha sido casi siempre el punto de partida de todo lo que he escrito. También he seguido una pauta, prácticamente desde el primer cuento que escribí: tomo muchas notas, hago fichas, hago unos esquemas antes de empezar a redactar. Para poder comenzar a escribir necesito por lo menos una estructura aunque sea muy general de la historia. Y luego, pues comienzo a trabajar. Hago primero un borrador, que es lo que más trabajo me cuesta. Una vez que lo tengo, para mí el trabajo es mucho más agradable, ya escribo de una manera más confiada, más segura, porque sé que la historia está allí. Esto ha sido una constante en lo que he escrito: hacer una investigación que me familiarice con el tema, la situación, la época en la que está situada la historia.

En La tía Julia y el escribidor, o en El hablador, apareces tú como personaje camuflado
-No, aparece un ser que a veces lleva mi nombre y en otros casos aprovecha de experiencias que yo he tenido, pero aparece siempre dentro de un contexto y viviendo experiencias que son mucho más diversas de las que yo he tenido, de tal manera que ninguna de mis novelas es exclusivamente autobiográfica, ni siquiera la que lo parece más, como es La tía Julia. Claro, ahí he aprovechado un momento de mi vida, pero incluso en la historia del Varguitas que quisiera ser un escritor, hay mucho más de invención que de memoria personal, la autobiografía es un recurso literario, como en El hablador.

Y ahora, hablando de los críticos de tu obra, ¿a quiénes mencionarías como los que han acertado en sus aproximaciones?
-David Gallagher escribió un ensayo sobre Conversación en La Catedral que para mí fue muy sorprendente; recuerdo sobre todo una idea, decía más o menos así. en esa novela se demuestra que el poder es sucio, y la prosa de la novela cada vez que se acerca a la poder se ensucia, o sea que la novela de alguna manera somatiza lo que la novela quiere mostrar. También José Miguel Oviedo ha hecho unos análisis muy serios, rigurosos, sobre todo de las estructuras, de las técnicas y he aprendido de sus acercamientos. Por último, el libro de Efraín Kristal fue muy revelador para mí; él relee prácticamente los libros que yo he dicho que me han impresionado, y entonces encuentra en esos libros muchas fuentes, muchos modelos que yo he aprovechado. Es uno de los libros que me ha interesado más y que ha sido muy instructivo sobre lo que yo hago, y me ha demostrado que por más que uno trabaje muy racionalmente (como lo hago yo) preparando sus historias, no tiene la distancia suficiente para saber exactamente lo que uno hace en el papel.

Technorati tags: ,