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¿La policía y la prensa se confabulan para criminalizar la protesta en Tía María?

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Foto obtenida de Portal Perú.

El accionar de la policía y la prensa peruanas, o al menos de una parte de ellas, quedó en entredicho la semana pasada luego que el diario Correo Arequipa publicara un informe fotográfico sobre las protestas de agricultores contra el proyecto Tía María. En una de las fotos se veia a un manifestante siendo arrestado por la policía con unos fierros pequeños en la mano. El texto que acompañaba a las fotos decía: «se puede apreciar a un detenido que empuña fierros de construcción puntiagudos, arma que podría ser letal para los infortunados que reciban el golpe del iracundo manifestante».

Sin embargo a las pocas horas el pequeño medio MollendinosTV-Islay TV difundió un video que denuncia dicha foto como «Complicidad entre Policias y Prensa ( EL CORREO) contra de Antonio un Agricultor». En efecto, en el video se ve que un policía se acerca con los fierros en la mano al manifestante arrestado y le obliga a tomarlos, momento en el cual un fotógrafo aprovecha para capturar el instante. Cabe indicar que el diario Correo Arequipa publicó también dicha noticia y luego borró de su sitio web la nota original.

El mencionado video de MollendinosTV-Islay TV tomó por asalto las redes sociales a nivel nacional y disparó el debate sobre la ética de este tipo de acciones por parte de la policía y la colusión de la prensa. El video muestra paso a paso cómo se realiza el «sembrado» de evidencia al manifestante capturado, desde que lo traen del lugar de protesta hasta que se lo llevan en una camioneta policial.

Entre los mas de mil comentarios al video, el del usuario balletperu.blogspot.com resume el sentimiento de la mayoría:

Qué vergüenza, policía y fotoperiodista haciendo porquería de su labor. Soy de Mollendo, sí me gustaría proyectos y progreso para mi ciudad natal, pero no de esa manera, con injusticias y engaños […]

El periodista y antropólogo Alberto Niquen opina que «lo ocurrido en Mollendo es una muestra más de la criminalización de las protestas. Es una política de Estado que se ha acentuado». Al respecto reflexiona:

Te informan o te desinforman, o simplemente te mal informan. ¿Qué hacer cuando un fotógrafo y un redactor de un diario de tiraje nacional asumen como verdad lo que dice la Policía Nacional del Perú (PNP) y permiten la publicación de una noticia incriminadora? Es más, ¿qué pensar cuando lo hacen sabiendo que se está ‘sembrando’ algo que no es? Como no indignarse cuando descubres que una noticia es consecuencia de una ‘siembra’, de una ‘falacia’, de un plan de criminalización.

La Defensoría del Pueblo tomó rápidamente acción sobre el asunto, tal como se manifiesta en los siguientes dos tweets. El primero, de la congresista Verónica Mendoza, difunde un oficio de la Defensoría al Ministro del Interior, y el segundo, de la propia Defensoría, da cuenta de las acciones tomadas.

Aunque el Director de la Policía Nacional ha anunciado una profunda investigación al efectivo al que se ve ‘sembrando’ el arma al manifestante, y el diario Correo Arequipa de igual manera se disculpó con sus lectores y anunció una investigación interna para depurar responsabilidades, el debate no ha cesado.

El periodista Gustavo Gorriti de IDL-Reporteros analiza la contradicción en la que se encuentra inmersa la policía cuando tiene que ejercer sus funciones en los los conflictos campo-mina, sobre todo en el caso de la Dinoes (Dirección Nacional de Operaciones Especiales):

[…] tanto la Dirección como sus efectivos, trabajan buena parte de su tiempo como seguridad privada de las minas, ganan dinero por eso, el policía y sus jefes, y en muchos casos terminan dependiendo de él. De manera que cuando son movilizados frente a conflictos como el de Tía María, actúan como una inestable combinación de agentes del Estado y fuerza de choque de las mineras. Porque son las dos cosas a la vez. […] ¿Queremos ley, progreso y una lucha eficaz contra el crimen? Empecemos por ser un Estado serio. Un Estado serio no tiene a la Dirección de Operaciones Especiales de su Policía trabajando como huachimanes de las minas, para luego reprimir a los que se oponen a ellas.

Luego la atención pública pasó a la identificación del fotógrafo que había tomado la controvertida foto.

El fotógrafo Julio Angulo se vio en necesidad de dar la cara y su versión de los hechos, así como la historia de la cuestionada foto. Según el efectivamente se encontraba cubriendo las protestas y cuando oyó que un policía llamaba se acercó y tomó fotos sin saber muy bien a qué. «He corrido porque oí su voz, vengan, miren, no sabía qué tenía en sus manos, en ese momento sólo miraba a todos lados, buscando proteger mi integridad, sin perder las fotos […] Todo era muy confuso, nunca pude percatarme de ese hecho».

Aunque se disculpó con Antonio Coasaca, manifestante al que le siembran las armas, y lamenta el uso dado a su foto, de lo cual añade que no es responsable, aclara que desconoce como fue que el diario Correo Arequipa publicó las fotos dado que el en ese momento se encontraba trabajando para el diario El Comercio y es a ellos a quienes les envió las fotos tomadas de la jornada.

Juan Carlos Fangacio, periodista, analiza las declaraciones de Angulo, sobre todo cuando dice que no se percató de la maniobra de la policía y que «Un fotógrafo que está en una situación así reacciona tomando fotos, no se detiene a otra cosa».

Lo que dice, da para la discusión. ¿Realmente un fotógrafo solo dispara su cámara en una situación como esa? ¿Las cuestiones éticas o editoriales vienen después? ¿O pueden evaluarse durante el calor del trabajo? Con esa línea tan delgada entre lo que es correcto e incorrecto, la única verdad yace en la conciencia de Angulo.

Y concluye:

Angulo ya ofreció disculpas y dio su versión (creerle o no es cuestión de cada uno). Lo cierto es que la cuerda siempre se rompe por el lado delgado. Y en ese caso, todavía hay muchos que deben explicaciones. Sobre todo los de arriba.

Mientras tanto las protestas contra Tía María prosiguen, al igual que la represión a la protesta, que ya ha causado un muerto. Los intentos de diálogo se ven continuamente rotos y no hay solución a la vista aún.