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Santa Clara de Uchunya resiste al avance de la palma aceitera

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Imagen obtenida del video UCHUNYA – ¿Y dónde vamos a vivir?.

Santa Clara de Uchunya es una pequeña comunidad en la amazonía peruana, ubicada a orillas del río Aguaytía en la región Ucayali. Miembros de dicha comunidad, de origen shipibo, están enfrentados a la empresa Plantaciones de Pucallpa, por la apropiación y deforestación de cerca de 80 hectáreas de terreno que la comunidad considera parte de su territorio ancestral.

En abril del año pasado un análisis de imágenes satelitales tomadas en agosto del 2014 revelaba una deforestación de aproximadamente 12.200 hectáreas de bosque primario en dos zonas de la región Ucayali cercanas al río Aguaytía. Según MAAProject, la deforestación es producida por la expansión de dos plantaciones a gran escala de palma aceitera.

En un informe posterior de Mongabay se relaciona esas plantaciones con el empresario checo Dennis Melka, a través de las empresas Grupo Palmas del Perú, Plantaciones de Ucayali y Plantaciones de Pucallpa. Melka es más conocido por ser Director Ejecutivo de United Cacao, una compañía con sede en Las Islas Caimán acusada de deforestar más de 2000 hectáreas de bosque virgen en la amazonía de Loreto, al noreste del Perú. Es también el fundador, director, presidente y Jefe Ejecutivo de United Oils, cuya sede principal se encontraría en Las Islas Caimán, y también sería dueño de una “refinería de aceite de palma” en Singapur.

Convoca, una iniciativa de periodismo de investigación, publicó este año un informe especial sobre las actividades de Melka en el Perú, tanto en Loreto como en Ucayali. Descubrieron que el encargado de la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali y el expresidente del gobierno regional de Ucayali se encuentran investigados por la Primera Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Ucayali como presuntos autores de delitos ambientales, delitos contra los recursos públicos y responsabilidad de funcionario público por la venta de terrenos a la compañía de Melka.

Luego de esto las empresas de Melka empezaron a adquirir terrenos a las comunidades de las zonas adyacentes. Una vez en posesión de estos terrenos empezaron a talar el bosque en ellos con maquinaria pesada. Pero no solo esto. El informe de Convoca recogió testimonios de comuneros afectados:

En su afán de pelar el bosque los trabajadores de la empresa ingresaron a terrenos ajenos. “Arrasaron toda mi chacra de arroz y yuca de más o menos dos hectáreas. No pude detenerlos debido a que eran personal armado, vigilantes con armas de fuego que nos amenazaban”, declaró ante la Fiscalía el agricultor Ramiro Tapullima, de la zona de Bajo Rayal. “Me manifestaron que saliera de mi chacra porque ellos iban a trabajarla. La empresa me amenazó con palabras soeces con que me pasaría cualquier cosa, motivo por el cual tuve que salir”, relató, por su lado, Carmela Castro Najarro, del mismo caserío. Ambos han denunciado a funcionarios de Plantaciones de Ucayali por usurpación de terrenos.

Funcionarios de Conveagro-Ucayali sin embargo, señalan que los terrenos supuestamente deforestados siempre han estado dedicados a la agricultura. Los pobladores de la comunidad Shambo Porvenir por su parte indican que ante la falta de apoyo del Gobierno Regional para dedicarse a cultivos alternativos a la coca aceptaron la ayuda de la empresa Plantaciones Pucallpa para dedicarse al cultivo de palma aceitera.

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Imagen obtenida del video UCHUNYA – ¿Y dónde vamos a vivir?.

Lo que sucedió en la comunidad de Santa Clara de Uchunya es algo distinto a lo de Shambo Porvenir. La cuestionada venta de 4,759 hectáreas de terrenos informada por Convoca entre la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali  y la empresa Plantaciones de Pucallpa S.A.C. en diciembre de 2012, no contó con la autorización del Consejo Regional de Ucayali ni consideró que estas tierras que ya tenían propietarios, entre ellos, la comunidad de Santa Clara de Uchunya.

El año pasado, la investigación hecha por el gobierno encontró que se había destruido 6.824,39 hectáreas de bosques, dejando solo el 0.3% de cobertura arbórea. Toda esta zona deforestada se encuentra dentro del área que la comunidad señala como su territorio ancestral.

En el blog de la organización Justicia Viva analizan el caso y concluyen que se han violado varios derechos fundamentales:

se han vulnerado una serie de derechos reconocidos en la Constitución Política y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que pasan por la propiedad comunal, la consulta previa y el medio ambiente adecuado y equilibrado, entre otros del mismo rango. Este contexto permite a la comunidad nativa de Santa Clara de Uchunya a exigir en sede judicial –y a través de un proceso constitucional, concretamente el de amparo– el cese inmediato de los actos violatorios de sus derechos fundamentales y la vuelta de las cosas al estado anterior a que estas ocurrieran: al momento antes que la ambición tomase el disfraz de palma aceitera y se plantase en lugar del bosque, que hoy ya no está.

La comunidad de Santa Clara de Uchunya no se ha quedado de brazos cruzados, además de las acciones legales correspondientes se han embarcado en diversas actividades de difusión y concienciación de su caso. Para ayudarse en tal proposito han elaborado un video que, «basado en testimonios de los comuneros, muestra los impactos que sufre la comunidad a causa de este acaparamiento de sus tierras tradicionales y la lucha que han emprendido para hacer respetar sus derechos territoriales y culturales».

Los esfuerzos de la comunidad para lograr el reconocimiento de sus derechos territoriales abarcan más de 30 años y ahora han llegado a un punto crítico. El caso legal de Santa Clara de Uchunya es emblemático, puesto que su resultado tendrá consecuencias trascendentales para el futuro de la Amazonía peruana y sus Pueblos Indígenas.

El pasado mes de abril, representantes de la comunidad de Santa Clara de Uchunya, junto con otros líderes indígenas de Indonesia, Colombia y Liberia, estuvieron en varios países europeos para pedir que «la Unión Europea tome medidas y refuerce su legislación contra la violación de derechos humanos y la apropiación de tierras relacionada con el suministro global de aceite de palma». También fueron a la Bolsa de Valores de Londres, para pedir que se deje de cotizar en el Mercado Alternativo de Inversiones (AIM) a la empresa United Cacao, propiedad de Dennis Melka.

Cabe indicar que aunque la estrategia de Melka y sus abogados es permaner en silencio, como lo hicieron ante los pedidos de entrevistas de los periodistas de Convoca, por ejemplo, e iniciar demandas por difamación contra medios que tocaran el tema, caso del portal francés Confectionary News y del portal Salva la Selva, de la ONG alemana Rettet den Regentad, en este caso United Cacao ha respondido indicando que ellos operan de acuerdo a las leyes peruanas y que el estudio de impacto ambiental del proyecto fue inicialmente aprobado en el año 2013 por las autoridades competentes, y que esperan la aprobación final.

En medio de este panorama negativo, una noticia alentadora es el dictamen de una medida cautelar por parte del 9° Juzgado Constitucional de Lima para detener la deforestación en Tamshiyacu, Loreto, por parte de la empresa Cacao del Perú Norte S.A.C, de la United Cacao. Ojalá suceda lo mismo pronto para Santa Clara de Uchunya.

1er Festival de la Cultura Shipibo

Una buena amiga blogger, Elízabeth Lino, me pasa la voz para ir a este 1er Festival de la Cultura Shipibo, pero piña yo, no estaré en Lima para ese día. Sin embargo comparto la información con ustedes y hago extensiva la invitación para quien le provoque asistir.

Estimados amigos, a nombre de Warmayllu y las asociaciones de shipibos en Canta Gallo, les hacemos llegar una especial invitación al evento que estamos realizando este sábado en el mismo Canta Gallo.

Habrá talleres vivenciales en los cuales hay que inscribirse y todavía quedan cupos (la inscripción es vía correo electrónico a heldersolaripita arroba hotmail punto com expoferia (comida, artesanía, fotografía, pintura, materiales en educación intercultural bilingüe, información sobre derechos indígenas, trueque, etc.) y finalmente un gran concierto de cierre con grupos shipibo de Canta Gallo y 2 invitados especiales: Los Shipis de Pucallpa y La Sarita.

El ingreso es completamente gratuito.

!Anímate a conocer Canta Gallo, a los shipibo y a disfrutar de este festival!

Fecha : Sabado, 19/12/2009

Direccion: Mercado público Canta Gallo, 2do Nivel. Frente al Mercado de flores – Piedra Lisa. Rímac.

La programación, y el evento en facebook.

Los esperamos.

Helder Solari Pita. Warmayllu – Comunidad de niños

Información sobre los Shipibo en la Wikipedia, también (y más extensa) en Perú Ecológico. Y la página de los Shipibo-Conibo. Un interesante, aunque abandonado blog sobre los Shipibo: Mundo Shipibo. Por acá un documento de los Shipibos del 2002. Imágenes de arte y gente Shipiba, y videos relacionados. Un set de fotos en Flickr: Los artesanos de Cantagallo.

También resulta muy interesantes este video: Cantagallo: «Documental que cuenta la historia y el modo de vida de los shipibos que llegaron en octubre del año 2000 al mercado público de Cantagallo, en el distrito del Rímac, y que hicieron de este mercado sus hogares. Fueron 14 familias las que se acentaron y que viven en la ribera del río Rímac, las madres venden artesanías en las calles de Lima. Seguramente las han visto caminando, vestidas a la usanza típica con sus collares colgando de sus brazos. Esta es una historia de exclusión y adaptación al modo de vida de Lima.»

Realmente me gustaría estar ahí el sábado, ojalá alguno de los asistentes postee con fotos y todo sobre el evento.

Cosmovisiones Amazónicas

Y este jueves es de… reciclaje; Cosmovisiones Amazónicas fue un post publicado el 27 de marzo del 2005 en Surfing el Amazonas, y lo reciclo para no dejar de postear sobre Iquitos, Loreto y sus cosas.

En el suplemento Dominical de El Comercio del día de hoy domingo 27 de marzo del 2005, sale una reseña a un libro recientemente reeditado por la Fundación Telefónica: El ojo verde – Cosmovisiones amazónicas 1, con ensayos del historiador Pablo Macera, los antropólogos Carlos Dávila Herrera, Alberto Chirif, Fernardo Santos Granero, Alexandre Surrallés y el historiador de arte Luis Eduardo Wuffarden; además de fotografías de Alejandro Balaguer, Billy Hare, Roberto Huarcaya, Heinz Plenge, Joaquín Rubio y Walter Wust, entre otros. Por lo que se extrae del mismo vale la pena darle una lectura completa, y no seguir pensando tan despectivamente en las tribus de nuestra amazonía.

Para los ashuar -pueblo perteneciente a la familia lingüística de los jíbaros- el mundo de la Tierra y el mundo de arriba estaban en un tiempo remoto comunicados entre sí por una gran soga, y los hombres podían subir a través de ella para conversar con sus pares celestiales; por eso eran sabios y poderosos. Pero un día Nantu, el hombre Luna, que se había casado con una mujer llamada Ayaymama, se peleó con ella y cortó la soga para evitar que ésta lo siguiera hasta las alturas. Desde entonces, Nantu vive solo en las alturas y los hombres ya no pueden conversar con el mundo de arriba. En una variante shipiba es el padre Sol el que manda cortar la escalera enfurecido porque la gente se portaba mal y desobedecía las reglas. Entonces como castigo separó a los hombres terrestres del «mundo maravilloso».

Por eso los ashuar y los shipibos, como la mayoría de las etnias amazónicas, necesitan de sus «chamanes» y sus «vegetales» para viajar hacia ese mundo perdido, plantas como la ayahuasca, el tabaco, la coca, la cahuana, el ampiri o el macerado de yuca, les permiten transportarse a los territorios celestiales o a mundos subterráneos, acuáticos e invisibles, a conversar con los seres fabulosos que los habitan y que rigen el orden de todo lo conocido.

Los shawi dicen que a través de los rituales ayahuasqueros obtienen información y sabiduría: saben qué comidas cocinar, cómo deben tomar el tabaco y qué cantos deben emplear para llamar a los espíritus; los boras los utilizan para obtener los permisos de los «dueños» de los animales y plantas para tener una buena caza, una pesca abundante y grandes cosechas; y los asháninka los emplean para curar y hacer magia: «si el tabaquero o el ayahuasquero quiere comer o destruir o tragar carne de gente, toma raíz de nube para convertirse en aire. Viene suavemente, entra en la casa, aunque la persona visible la haya cerrado toda; cuando entra toda la nube puede convertirse en tigre grande. Fácilmente va a terminar comiendo a los niños y a la mujer de la casa y nuevamente vuela y sale convertido en nube», cuenta Oshipiyo Iriooshi, poblador de la comunidad de San Pablo Tres Unidos, de la provincia de Oxapampa. Esta conexión chamánica entre la realidad y lo invisible, entre los hombres y la naturaleza viva, rige la vida social y religiosa de las comunidades nativas y recorre todos los relatos que contiene El ojo verde, cosmovisiones amazónicas, un libro, editado por la Fundación Telefónica, que nos guía -con espléndidas imágenes y fotografías- por el imaginario de los catorce pueblos principales de nuestra Amazonía.

Si hay algo que la mayoría de estos pueblos comparte es la idea de un mundo plano, como una isla que flota sobre una gran poza de agua. (Solo los shawi dicen que el mundo es ovalado «como el panal de las avispas» y los boras lo asocian a la forma del seno de una mujer). Sobre este mundo y debajo de él se levantan y acuestan mundos paralelos que pueden ser «esferas», «lugares», «espacios» o «soles». Los wampis creen que este mundo acuático está habitado por los tsunki, seres que viven bajo el agua así como nosotros lo hacemos en la tierra. «Los tsunki consideran perro a una boa, chancho a un zúngaro, gallinas a diferentes tipos de peces y de vez en cuando salen a la superficie a casarse con humanos», dice Gerardo Petsaín, wampi del río Santiago.

Los shipibos creen que al inicio el mundo era una solo, pero que el padre Sol, viendo que sus hijos eran desobedientes, los castigó con el diluvio, salvándose sólo un shipibo cuyos hijos se convirtieron en aves de mal agüero y su mujer, en termita. Después de este mundo inicial, la Tierra quedó dividida en cuatro espacios: el mundo de las aguas, Jene Nete, habitado por su espíritu guardián; nuestro mundo, Non Nete, donde están los animales que comemos, las diferentes plantas, los árboles, los minerales, las aves y cuantos seres vivientes existen; el mundo amarillo, Panshin Nete, el de los pecados y los espíritus malos; y el espacio maravilloso donde está el Sol, Jakon Nete. Este es el mundo al que llegan después de la muerte las almas seleccionadas que se han conducido rectamente en la vida. Si un shipibo ha tenido un comportamiento indigno se convierte en tigre o caimán, y si una mujer ha sido adúltera se transforma en carachupa (armadillo).

Contrariamente a lo que se piensa, las cosmovisiones amazónicas tienen semejanzas con varias ideas míticas occidentales. Esa noción de la tierra plana asentada sobre un pozo acuático, donde habitan espíritus poderosos y malignos, se parece en algo a las creencias del hombre cristiano del medioevo, como bien apunta Fernando Santos Granero, en la apertura de este volumen. Aunque eso no quiere decir que los nativos amazónicos se hayan quedado suspendidos en una etapa premoderna; por el contrario, estos conocimientos ancestrales, aparentemente mágico-religiosos, les han servido para traspasar los siglos sin dañar un ecosistema que es hoy una inmensa riqueza natural, en reservas de agua por ejemplo. La creencia de que existen espíritus que son los «dueños» de animales y plantas y que se debe dialogar con ellos para cazar los animales o para sembrar chacras, sin excesos ni maltratos, ha sido vital para que puedan remontar el tiempo sin consecuencias funestas para un hábitat natural hostil, pero esplendoroso, algo de lo que no puede jactarse el hombre occidental. «Cuando el hombre consume mucho de la naturaleza y no da nada a cambio, el brujo llama a la piraña gigante para que su espíritu le devore el corazón», dice un mito de los bora. Este libro es un aporte para que Occidente mire a la Amazonía con otros ojos y, por qué no, para que aprenda algo acerca de su ancestral sabiduría.

No existe información precisa de cuándo se empezó a poblar la región amazónica peruana. Se estima que entre los años 3000 y el 2000 a.C comenzaron a llegar los primeros pueblos jíbaros después de un largo viaje desde el Caribe hasta quedar alojados en los límites actuales del Perú y Ecuador. Desde la cuenca del Magdalena (Venezuela) avanzaron los arawak para llegar a la selva central y el Urubamba. Desde el Brasil central y en oleadas sucesivas llegaron los pano a fijar su residencia en la cuenca del Ucayali, junto a shipibos-conibos, yaminaguas, matsés y los tupí-guaraní. Los catorce pueblos principales de la Amazonía ocupan el 59 por ciento del territorio nacional.Un comentarista en mi post original hizo notar que la cuenca del Magdalena es en Colombia y no Venezuela tal como pueden comprobar acá. Para que visiten: la web El Ojo Verde. En Ideele el texto que preparó el antropólogo Alberto Chirif para el libro El Ojo Verde: ¿Minorías étnicas o pueblos indígenas?. El post Ojo Verde – Cosmovisiones amazónicas en la Bitácora Almendrón. La primera imagen la obtuve de la web Universiando y es una pintura contemporánea no identificada en el sitio mencionado. La segunda imagen la obtuve de la web El Ojo Verde y corresponde a un dibujo de A. Butuna, de la etnia Kichwa del Pastaza y representa al «Yaku-runa, «dueño» del agua, está sobre el lagarto, que es su canoa. Atrás dejó sus zapatos, los peces carachama.»

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