En el anterior post comentaba que la mayoría de los peruanos tenemos la impresión de que la reacción del gobierno chileno ante el reciente terremoto ha sido mejor que la peruana ante casos iguales. Y no sólo eso sino que las tareas de previsión de desastres y de verificación del cumplimiento de las leyes de construcción, por mencionar un par de cosas, han sido mucho mejores que las nuestras. La sensación no es sólo acá además, el argentino Mariano Amartino en Denken Uber opina en forma similar. Sin embargo algunos chilenos no son del mismo parecer.
En la columna Blogs&Opinión de la web El Mostrador editorializan con este artículo: La crisis de seguridad que desnudó el terremoto, en el que se dicen cosas como estas:
Entre los aspectos que deberán revisarse está el hecho de que la primera y fundamental crisis que sigue al impacto de destrucción física que deja el terremoto es el colapso del sistema de comunicaciones del país. Son evidentes las dificultades de comunicación entre autoridades y organismos responsables, así como la lenta evaluación inicial de daños que se supone es la que debe activar la primera respuesta de ayuda. Descoordinada, errática y poco efectiva a juzgar por los testimonios de los afectados y lo que se ha ido conociendo por la cobertura de los medios, indica una falta de concepto acerca de lo que es emergencia…
Esa debilidad habría causado que las autoridades centrales tuvieran apreciaciones erradas o confiaran más en el instinto que en la información disponible, y a emitir juicios o tomar decisiones que resultan contraproducentes o aumentan los daños y las víctimas. Ello podría haber ocurrido en torno al aviso de tsunami, con el agravante que la falla de comunicación es aquí también falla de comprensión común entre instituciones, y genera versiones y desmentidos que afectan la confianza en las autoridades…
El proceso acumulativo de información gubernamental va evidenciando de manera lenta una dimensión de la catástrofe que pone incertidumbre en materia de toma de decisiones, generando -como de hecho ocurrió- la posibilidad de que emerjan nuevos riesgos y problemas en torno al desastre de la naturaleza, entre ellas el pillaje y la delincuencia en las zonas más afectadas.
Es evidente que si se suma a los daños materiales la falta de servicios básicos como electricidad y agua potable, la escasez de alimentos, el abandono de viviendas por parte de sus moradores, o la fuga masiva de reos de varias cárceles en la zona más afectada, la seguridad de la población se transforma en un problema enorme.
Queda para posteriores análisis determinar si el estallido de marginalidad y violencia que se desató, con saqueos y pillajes a los comercios y casas particulares es producto de la desesperación de la gente por la falta de abastecimientos y ayuda, o consecuencia directa de una envidia social frente a la propiedad que corroe silenciosamente la cohesión social del país.
El primero es el papel y la responsabilidad del sector privado que maneja los servicios públicos, especialmente la energía y las telecomunicaciones, pues la operación y garantías de servicio a firme tiene serias deficiencias. Es posible que existan razones técnicas que expliquen lo ocurrido, peo no parece razonable que con el grado de penetración y la dimensión de la industria de telefonía celular, estos prácticamente no hayan funcionado hasta muchas horas después de ocurridos los hechos. Alguien por lo menos debiera dar explicaciones comprensibles a los clientes y usuarios de una electricidad y telefonía entre las más caras de América Latina que en absoluto han estado a la altura de las circunstancias.
El segundo aspecto es que el Estado de Chile no puede continuar con un criterio de emergencia que tiene por institucionalidad una oficina de coordinación de menor rango como la ONEMI, sin capacidad regional de reacción frente a los desastres, y cuya operación estratégica pasa en primer lugar por Santiago.
… llama la atención el fracaso digital de las autoridades y servicios básicos en el uso de los medios digitales como canales afectivos para mantener a la población informada y sobre todo, para marcar presencia efectiva. Gran parte de las quejas de la población que escucho en radio o leo en Twitter (a través de #terremotochile) es la falta de comunicación, la carencia absoluta de una voz que lleve la calma y diga qué hacer…
La Oficina Nacional de Emergencia Onemi tiene un sitio web inútil ante las emergencias (!), no tiene versión móvil básica. El sitio informa con formato de diario, tardíamente los grados y lugares de las réplicas tarde y mucho después que la prensa y el sitio del Gobierno norteamericano. No tiene Twitter ni ningún red social, ni usa Google Maps para georeferenciar la situación, ni hablar de un canal TouTube.
Carabineros de Chile tiene el sitio caído. Su canal Twitter no publica nada desde el 10 de marzo del 2009. El canal YouTube no se actualiza hace un año…
Gobierno de Chile: el sitio web sólo sirve para promover cosas, no para gobernar. Sin Twitter. El último vídeo en YouTube es del 22 de febrero de un homenaje hecho al Ministro Secretario General de Gobierno. Sin duda alguna nadie en el gobierno de Chile sabe que Obama transmite en vivo por esta red social sus importantes iniciativas (el último vídeo es de hace 19 horas).
Un artículo donde se tocan temas similares al de este post y el de este otro: Una red para la emergencia de Bruno Ortíz.
La foto al inicio del post muestra a individuos saqueando un supermercado en Concepción el 28 de febrero. Fue obtenida de una galería del Boston.com.
Más información sobre el terremoto en Chile acá.