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Un incendio en Lima revela prácticas laborales que lindan con la esclavitud

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Imagen tomada de la web Entorno Inteligente.

Un reciente y voraz incendio en una galería comercial del centro de Lima puso al descubierto prácticas laborales que se pensaba superadas. En contenedores instalados sobre el techo del edificio funcionaban talleres donde se tenía a los trabajadores encerrados bajo llave.

Aunque el fuego está siendo controlado, pasadas más de 24 horas del inicio del incendio no se ha podido rescatar a 4 trabajadores atrapados y, dadas las altas temperaturas alcanzadas y la cantidad de humo tóxico generado, se teme lo peor. En la galería había no sólo diversos negocios, principalmente ferreterías, si no también almacenes de los mismos negocios y los mencionados talleres.

Uno de los jóvenes trabajadores llamó a su madre poco después de iniciado el incendio para decirle que no podía salir por encontrarse encerrado bajo llave pero que ya habían llegado los bomberos y esperaba ser rescatado. Otro trabajador trató de hacerse ver sacando su brazo y arrojando tubos a través de una rendija del contenedor. Trabajadores ubicados en otros pisos intentaron escapar del fuego por las ventanas del edificio.

Mientras tanto el presidente Pedro Pablo Kuczynski se hizo presente en el lugar de los hechos y declaró que «Los responsables no tenían derecho a continuar laborando; han tomado a trabajadores y los han encerrado. Esto es un hecho criminal«. La Municipalidad de Lima por su parte informó que había emitido orden de clausura a la empresa que ocupa el sexto piso de la galería, por tener almacenado material inflamable sin la debida seguridad, pero que la disposición municipal no había sido acatada.

Hechos como este evidencian no sólo el desgobierno que impera actualmente en la ciudad de Lima, si no también la profunda informalidad arraigada tanto en la administración pública como en la ciudadanía.

El congresista de izquierda Manuel Dammert reflexiona en Twitter sobre las pretensiones del gobierno de alcanzar el nivel de país desarrollado contra una realidad laboral tercermundista.


El periodista Luis Davelouis aprovecha por su parte para citar satíricamente a los que ante cualquier intento de regulación apelan al dogma del libre mercado.

Y el usuario @berniecito critica el supuesto boom del emprendedurismo peruano.

Pero esto que vemos como actividades infomales que lindan con lo delictivo, algunos empresarios lo ven como simples medidas de reducción de costos. El economista Daniel Salas opinó en Facebook que se trata de un problema estructural y de cómo el mercado «manda». «Encerrar trabajadores es una práctica común. Entre otros efectos, hace que tengamos prendas tan baratas en Gamarra. Pero ¿quién se anima a boicotear a aquellos empresarios? La gente quiere precios bajos a cualquier costo, por decir un oxímoron».

El sociólogo Juan Infante trata de establecer responsabilidades y menciona a los propios empresarios, la CGTP, instituciones públicas como el Ministerio de Trabajo y PRODUCE, la Municipalidad de Lima y por supuesto los políticos. Dice que esta problemática no es «digna de atención por parte de nuestra tecnocracia exquisita y bien formada ni por nuestros políticos ni de derecha ni de izquierda y los peruanos que luchan por crear su economía no son sujetos de derecho ni de deberes frente a la sociedad y el Estado. Y todo se deja a la «yaquechucha» y en manos de una debilitadísima institucionalidad local que ni comprende, ni se interesa y que solo saca legal e ilegalmente plata de esa pequeña empresa.

El promotor cultural David Pino opina sobre cómo lo ocurrido es un reflejo de nuestra sociedad. «nadie dice nada de esos chicos que trabajaban encerrados «para que no roben» (esa es la mentalidad), buscando ayudar a su familia, chicos de provincia que vienen buscando un futuro a una ciudad que en muchos casos los lleva por el camino del mal. […] Hoy Lima parece la cinematográfica ciudad de Silent Hill, cielo negro y un fuerte olor a humo desde que abres la puerta. Mientras exista la mafia de licencias y las autoridades judiciales sigan vendiendo sus fallos por un sobre con dinero seguiremos siendo una sociedad putrefacta donde cosas como estas seguirán siendo pan de cada día. Corrupción desde los lideres dirigentes hasta funcionarios de mando medio, desidia e indiferencia ante el dolor ajeno. En medio de todo esto, la labor heroica e indesmayable de los bomberos, y gente de los alrededores llevándoles desayuno.

También señala que a su parecer «El problema NO son las autoridades corruptas ni los empresarios sinverguenzas. El problema es de la poca sensibilidad de los «Ciudadanos de balcón» que son ricos para escribir, pero muy pocos para la acción y ayudar en el campo a una nueva generación. Así que el problema es la falsedad hipócrita del Peruano. Son solo «turistas» en su ciudad».

La periodista Isabel Guerra no puede menos que sentirse con el corazón especialmente oprimido y lleno de indignación e impotencia. «No puedo evitar pensar: si las familias de los 29 jóvenes que murieron en el incendio de la discoteca Utopía no han conseguido cabal justicia, siendo familias de clase media alta y con conexiones, y si tampoco las familias de los fallecidos en el incendio de Mesa Redonda han conseguido una justicia decente ni siquiera por su impactante alto número (más de 300 muertos, aunque hay fuentes que dicen que alcanzan los 500) ¿podemos esperar que la memoria de unos jovencitos hijos del pueblo trabajador alcance algún tipo de justicia humana en este mundo, en este país?»

Y nos invoca a ser más conscientes de nuestro papel en la sociedad. «es nuestra obligación moral y legal, denunciar la corrupción y las mafias y la precariedad laboral que hacen posible que en pleno siglo XXI haya aún trabajadores encerrados con llave (incluyendo menores de edad) al igual que en épocas que creíamos pasadas: pero empecemos por nosotros mismos. Empecemos por educarnos en nuestra propia responsabilidad».

Pues todos compartimos algo de culpa. «Y tú, que enrejas las ventanas de tu casa sin posibilidad de abrirlas desde dentro; tú, que cierras calles y las haces enrejar so pretexto de la inseguridad; tú, que sales y dejas a tus hijos durmiendo encerrados con llave; tú, comerciante, que conviertes los pasadizos de almacenes y supermercados en almacenes al paso; tú, que te zurras en las normas de seguridad en tu casa, trabajo o negocio porque “no pasa nada, hermanito”; tú, que traficas y vendes terrenos en zonas inundables; tú que construyes tu casa en el mismo cauce del río o en la quebrada por donde sabes que va a pasar el huayco, (y etc., cuántos casos más), estás no sólo arriesgando a tu familia y a ti mismo, sino también exponiendo a otros al peligro».

Como reflexión final me quedo con la expresada por el periodista César Romero, triste pero cierta.

Perú: Entre la bonanza económica y el empleo informal

El siguiente post fue publicado originalmente en el sitio Future Challenges, bajo la serie: Work in the Developing World.

Si una mañana de un día laborable cualquiera hiciéramos un viaje desde los conos de Lima hacía el centro, veríamos cómo la masa trabajadora se dirige desde los que alguna vez fueron inmensos arenales rodeando la ciudad (y ahora son enormes distritos dormitorio) hacia sus centros de trabajo, a veces localizados al otro extremo de Lima, lo que puede representar entre una hora y media o incluso dos horas de desplazamiento entre el lento y caótico tráfico vehicular.

También veríamos, si miráramos con detenimiento, cómo en ciertos puntos de la ciudad se agolpan los desempleados en busca de oportunidades laborales. Desde el local municipal de San Juan de Miraflores donde la propia municipalidad trata de paliar en algo la necesidad de trabajo de sus habitantes, hasta los paneles de la avenida Huaylas en Chorrillos y otros varios desperdigados por diversos barrios, donde la iniciativa privada facilita mediante un pago la publicación de requerimientos de puestos de trabajo; pasando por la zona textil de Gamarra, donde los operarios simplemente se sientan a esperar que los empresarios hagan a viva voz los anuncios de cuantos cortadores o remalladores necesitan, hasta los centros financieros y comerciales de la ciudad donde cientos de jóvenes vestidos de saco y corbata hacen cola con sus CV bajo el brazo para postular a trabajos de oficina.

Ofertas de trabajo. De Francisco Canaza http://apuntesperuanos.com/

Ofertas de trabajo. De Francisco Canaza http://apuntesperuanos.com/

El gobierno y los medios continuamente recalcan el hecho de que la economía peruana sigue creciendo y se establece como una de las más sólidas de la región. Sin embargo eso no se traduce en satisfacer la necesidad laboral del país. De hecho, para tener una idea del grado de desigualdad económico y social imperante en el Perú, cabe señalar que en la campaña política que le permitió al actual presidente Ollanta Humala acceder a la presidencia, uno de sus principales mensajes fue el de generar desarrollo económico con inclusión social, entendiéndose como “inclusión social”, principalmente, una mayor generación de empleo y una mejor redistribución del ingreso.

Pero mas allá de las estadísticas oficiales de empleo en el país, que nos hablan de un 7.2% o 7.3% de desempleo, hay otras cifras que probablemente no se vean reflejadas en ellas. Una de estas es la que corresponde a la informalidad laboral. Hace unos poco años la tasa de empleo informal era del 55% del total de empleos en el Perú, y esta cifra se mantiene, pues el año pasado el empleo informal aumentó 1.2%, mientras el formal se estancó. Esto refleja un grave problema estructural. Los empleadores suelen quejarse del alto costo de formalizar una relación laboral en el país.

Otro problema es el del subempleo: al 2009 solo el 52% de la PEA se encontraba ocupada adecuadamente mientras el 48% estaba subempleado. En el 2010, un estudio de la PUCP determinó que de abril del 2009 a abril del 2010 el subempleo había crecido de 56% a 63%. Y es que ante la escasa oferta laboral, y frente a la perspectiva del desempleo, muchos profesionales no tienen más remedio que trabajar en algo muy diferente a lo que estudiaron, siendo el clásico ejemplo el de los miles de taxistas que recorren Lima, y entre los cuales unos puede encontrarse abogados, ingenieros o incluso (el otro día conversé con uno), desarrolladores web.

Una característica del panorama laboral peruano, y que incide en los dos problemas antes mencionados es el de los services, que es una forma de subcontratación o outsourcing. Los services por lo general se prestan para diversas maniobras, muchas veces en el límite de la legalidad, con el fin de generar mayores beneficios a las empresas, pero perjudicando a los trabajadores, quienes reciben una menor retribución por la labor realizada y dejan de gozar de muchos beneficios asociados, tales como vacaciones o la propia estabilidad laboral.

Sin embargo, no todo es deprimente. Muchos peruanos ante las dificultades y problemas mencionados que conlleva el mercado laboral dependiente, apelan a su creatividad y capacidad de emprendedores para generar su propio trabajo. Claro que si bien es cierto muchos quisieran tomar este camino, no todos están preparados para hacerlo, siendo los más jóvenes los que están optando por esta via. Pero hay muchas historias de emprendedores de éxito en el país, siendo los rubros relacionados con la gastronomía y la confección donde gente a veces sin mucha preparación formal ha logrado consolidarse económicamente, o por lo menos escapar de la pobreza y el desempleo.

Y así pues, si continuáramos nuestro viaje imaginario por Lima, y supiéramos donde mirar, veríamos a la señora María quien abrió casi con el alba su bodega para vender pan y otros para el desayuno de sus vecinos, y a don Carlos manejando su combi y llevando pasajeros de un extremo a otro de Lima, y a doña Julia quien también desde temprano llegó a su esquina donde vende leche con quinua o maca y diversos sánguches, y a su cliente Michael, de 18 años recién cumplidos pero que ya trabaja como guachimán en un centro comercial. Pero quizás no veríamos a la pequeña Jeannette, quien con sus escasos ocho años se las arregla para ayudar a su mamá en su puesto de verduras en el mercado y hacer su tarea escolar a la vez. Y sería una pena no verla, pues ella, a su inocente manera, encarna lo que ha significado y significa la vida para muchos compatriotas: trabajo y estudio, y también la confianza en que a pesar de todo lo malo que pueda pasar, al final todo mejorará.

Trabajo infantil

Pilpintuwasi, 189

Hace un rato publiqué en Global Voices en castellano este mini post: Bangladesh: Foto Ensayo sobre trabajo infantil. Contiene un enlace a una serie de fotos tomadas por el fotógrafo bangladesí G.M.B. Akash sobre el trabajo infantil en su país. Las fotos son por demás elocuentes y recomiendo encarecidamente su visión. Además de constituir un documento de denuncia contra esta forma de explotación, tienen una lograda estética en sí mismas. En el post original además, Akash incluye un texto que me tomo la libertad de (mal) traducir:

Para abolir el trabajo infantil hay que hacerlo visible.

Durante los últimos cuatro años he estado investigando en el trabajo infantil en Bangladesh.

El trabajo infantil ha sido prohibido en Bangladesh desde 1992. En Diciembre del 2005 visité una fábrica textil en Narayanganj, que es el centro de la industria textil en Bangladesh. Tomé una foto del dueño pegándole a un niño de 12 años por ser muy lento cosiendo polos.

De acuerdo al reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, mas de 6.3 millones de niños de menos de 14 años trabajan en Bangladesh. Muchos de ellos trabajan en muy pobres condiciones; algunos de ellos incluso arriesgan sus vidas. Los dueños de las fábricas les pagan de 400 a 700 taka (10 USD) por mes, mientras que un trabajador adulto gana hasta 5,000 taka por mes.

Esto es ampliamente conocido, pero por mucho tiempo a nadie parece importarle. Con mi trabajo quiero que la gente enfrente el problema del trabajo infantil y motivar a la gente a empezar a pensar en eso — que es en Bangladesh donde trabajan los niños y es en los paises ricos de occidente donde se venden los productos producidos por los niños.

Mi intención es no sólo mostrar a los niños trabajando como víctimas de malos jefes que los explotan, sino mostrar la complejidad de la situación: Los padres que envían a su pequeño a trabajar en una fábrica porque son pobres; el niño que tiene que trabajar para ganar un sustento para la familia; el jefe de la fábrica que es empujado por las gandes compañías textiles a producir por menos dinero; y los consumidores occidentales como clientes que compran ropas baratas.

Creo que es imposible abolir completamente el trabajo infantil en Bangladesh en poco tiempo, pero estoy seguro que es posible mejorar las condiciones de trabajo para los niños y llevarlos de las fábricas a las escuelas.

Pero no es necesario irse tan lejos para encontrar estos problemas, las últimas cifras oficiales (del 2001) consideraban 1.8 millones de niños trabajando en el Perú, y actualmente se estima q la cifra debe superar los 2.5 millones de niños, según un informe de RPP. Las causas y consecuencias de esto son muchas, y dada la crisis económica no creo que haya mejoras en la situación. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia apoya a los niños sin embargo no es suficiente. Basta con recordar desde los casos de los niños esclavizados en las zonas mineras o las niñas que son víctimas de explotación sexual a los niños mendigos o los niños burrier para saber que hay mucho por hacer en este campo.

La foto que acompaña a este post es mía, y la verdad no se si es un niño trabajando o simplemente jugando, pero se le ve tan diminuto entre la cantidad de madera a la orilla del río que a primera vista me pareció que tenía problemas para salir de ahí. Esa madera son desechos de un aserradero o triplayera, y hay gente que recicla esos desechos. Es probable que el niño se dedique a esa labor aunque quizás en ese momento no lo esté haciendo. Tomé la foto en diciembre del 2007 en el río Nanay, Iquitos.

La vida en las antípodas

Bueno, no exactamente, pero casi. Se dice que la vida personal de la gente oriental, comúnmente llamados por nosotros chinos, así sean japoneses, koreanos, vietnamitas u otros, es bastante diferente a la nuestra. Se habla mucho de la rigidéz de costumbres y estricto código de trabajo de los japoneses, por ejemplo. En contraste nosotros debemos parecerles como algo disipados y despreocupados en nuestro diario actuar. (Leer este post por si dudan). Pero no es tanto de eso de lo que quería comentar, si no de las experiencias personales de vida. Revisando las traducciones para Global Voices en Español llegué a un par de posts sobre la vida de dos distintas personas en esos distantes países. Paso a ellos:

Koheko es un blogger japonés que reflexiona sobre la vida laboral de los jóvenes japoneses en estos tiempos de crisis (Pueden leer la entrada completa en castellano acá):

Debo preguntarme, ¿es Japón realmente un país tan próspero? Es un misterio. Al menos entre mis amigos y yo que vivimos acá, no tendemos a pensar en nosotros como felices. Pisotear al otro para pasar, pero también te pueden pisotear en cualquier momento, esa es la forma en que vivimos. No puedes confiar en tu jefe, y todo lo que tus subordinados te digan te irrita. Creo que no todos están en una situación grave, pero al menos entre los que están trabajando en empresas, más de unas cuantas frases sonarán a verdad. Sonrío cuando hablo del trabajo que estoy haciendo ahora. Parece que es un verdadero lujo poder hacerlo en estos días.

La verdad que suena duro, pero no tan lejano tampoco, hasta me recuerda algunos trabajos que he tenido. El stress laboral es fuerte también por estas latitudes, aunque a veces lo percibamos de otras maneras, leamos si no lo que dice el blogger de Comentarios de un Peregrino:

Hay semanas donde cada día es un lunes y los viernes no existen; y eso es solamente hasta el siguiente lunes. Yo soy un esclavo remunerado; es cierto, mi prisión es condicional y cómoda, dorada dirían algunos, pero no por ello menos prisión … y yo sé que hace mucho que no soy el mismo, por que vivo para los viernes pero siento que todos son lunes.

El otro post que leí y también gira sobre la vida personal del blogger, viene desde Corea. Lo que se toca acá no es el trabajo directamente sino el aspecto sentimental, mas precisamente, el choque entre lo sentimental y la realidad, es decir, el matrimonio y cómo el dinero o el trabajo, lo afecta. (Pueden leer la entrada completa en castellano acá):

Mientras preparamos la boda, mi novia dijo, “El matrimonio es realidad. Aunque ames mucho al otro, si no tienes capacidad práctica para mantener el amor, es fácil que uno de ellos sea miserable. Entonces me hizo acordar a mi amigo. Acaba de romper su compromiso. Han estado juntos por mucho tiempo y las familias de cada lado se han conocido oficialmente. El siguiente paso era elegir la fecha de la boda. Pero a mediados de diciembre, a mi amigo lo despidieron. No pudo encontrar un trabajo de inmediato. Hablaron de retrasar el matrimonio hasta que él encontrara un nuevo trabajo y empezaron a tener peleas frecuentes. Al final, él terminó. Mi novia dijo que ella terminaría también. Para casarme y seguir casado, debería ganar mucho dinero. Como sea, amo tanto a mi novia.

Esto como que suena un poco más frío, como eso que el matrimonio es sólo un contrato, pero llevado al extremo. ¿Será que por estas latitudes no pensamos tan mercantilístamente las cosas? ¿Será por eso que tantos matrimonios fracasan? Quizás no hay que irse a lo radical, ni un matrimonio con amor cómo único ingrediente y ninguna perspectiva de mejora económica a corto o mediano plazo, ni un matrimonio únicamente basado en cuanto gana el/la futuro cónyugue. Personalmente creo que una vida matrimonial con todas las comodidades materiales pero sin amor puede llegar a ser una cárcel y por otro lado un matrimonio lleno de pobreza no es justo tampoco para los cónyugues y menos aún para los hijos. Y hablando de hijos y stress, les dejo con este post de Las Burbujas Recargadas, tangencialmente relacionado:

Me espanta ver a los pequeños entrando desde cada vez más tierna edad en la rat race y a los padres cada vez más estresados con ese rollo de “a esta edad es cuando deben aprender todo…” ¿Quién necesita estrés a los cinco años? Y peor aún, ¿quién necesita estresar a un niño de cinco años? Hay que estar mal de la cabeza. No. Me dirán relajada, descuidada, perezosa, pero no me importa. Sigo creyendo que para los niños el verano es –o debería ser– para divertirse y relajarse. Para desestresarse de los otros 10 meses metidos en la escuela. Para revolcarse en la arena, llenarse de barro en el parque, comer helados, ver TV e ir al cine, tirarse de panza y dormir siestas; o en todo caso para actividades distintas y que a los chicos les gusten mucho.

Imagen obtenida de Junling’s Blog.