«Pablo Escobar muerto», un cuadro de Fernando Botero

The-Killing-of-Pablo-Escobar-by-Fernando-Botero

Imagen obtenida de la web de Kim MacQuarrie.

Caminábamos, no por primera vez, por los pasillos y salas del Museo de Antioquia, cuando en las escaleras para ir a otro piso, se me ocurrió preguntarme en voz alta por qué uno de los más conocidos artistas de Medellín, se ha ocupado, no sólo una vez, del criminal más famoso de Medellín y Colombia.

La pregunta encontró eco, ocasionó que nos devolviéramos (regresáramos), y concluyó en el videito que pueden ver a continuación:

«La muerte de Pablo Escobar», el primer cuadro que Fernando Botero hizo sobre Escobar, es de formato pequeño y bastante conocido. También está en las salas del Museo de Antioquia. Sobre el mismo quiero añadir una fracción de la descripción que Aldus H hace en su blog:

«Escobar es enorme, es una figura gigantesca que cubre toda la ciudad desde las alturas. Está descalzo sobre el techo de la casa con chimenea… Está cayendo herido por una excesiva cantidad de balas que han dado en sus piernas, torso, brazos… y una en la frente, justo arriba de los ojos… Hay algo de especial en el tema del cuadro. Lo primero que me viene a la mente es la“lluvia de plomo”, esa que Escobar prometía descargar sobre quienes no aceptaran la contraoferta: “el dinero”…  Sin embargo, hay algo en la figura de Pablo Escobar Gaviria que proyecta una imagen romántica. Ese tipo amado por los humildes, que construyó barrios, estadios de futbol y hacía beneficencia a mas no poder… La cosa es que muy pocos personajes delictivos de la historia las hacen de Robin Hood y cuando lo hacen, entran en esa especie de limbo que parece contraponer todo el tiempo al diablo y a Dios».

"Muerte de Pablo Escobar" (Death of Pablo Escobar) by Botero (1999)

«Pablo Escobar muerto» fue la segunda obra sobre Escobar que Botero donó al museo. Tiene diferencias y similitudes con la anterior, lo más saltante de las diferencias es, aparte del formato (este es un cuadro grande), el momento representado, mientras en la primera obra Escobar aún está de pie, aunque ya cayendo, en la segunda aparece indudablemente muerto, echado sobre los tejados. Las similitudes van por el lado del estilo, en ambas obras el estilo de Botero es inmediatamente reconocible, y por otra parte Escobar sigue siendo grande, como algo de lo que Medellín no se puede deshacer fácilmente.

En el blog Arte y Criminalidad, dedicado a esa intersección entre los caminos del arte y del crimen, Néstor M. Caillet-Bois opina:

La opacidad del cuadro entrega una idea profunda acerca de la situación histórica que atravesaba Colombia. El juego de volúmenes en cada uno de los tres personajes no indicaría tanto la importancia real de estos sino el papel que da el autor a cada uno en la escena. Un Escobar grande, abatido ya y sangrante sobre los techos del caserío; un policía señalando la caída del villano y una mujer que parece lamentar la pérdida de un benefactor. El diálogo entre la muerte, el villano y el héroe son valorados dentro de la realidad colombiana.

Botero no es precisamente un fan de Escobar, en una que otra entrevista ha contado la siguiente anécdota:

“Cuando pusieron una bomba a Pablo Escobar, destacó el hecho de que tenía un Botero en su casa y eso fue muy sonado en la prensa colombiana. Entonces, le pedí al director del periódico El Tiempo que escribiera una editorial e informara que yo sentía repugnancia por el hecho de que Escobar tuviera una de mis obras.Mi amigo periodista me pidió entonces que después de escribir, me fuera del país por seguridad, y así lo hice, empaqué y me fui para Europa”.

Sea como sea, opinar sobre Pablo Escobar es complejo, pero interesante, más aún ahora que se ha transformado en todo un ícono mediático y marketero, bueno, creo que siempre lo fue. Tal como comentan en un artículo de la revista colombiana Semana:

en líneas generales, ¿qué tanto queda en la gente de la presencia de Pablo Escobar? Muchos antropólogos y estudiosos de la cultura creen que la imagen de Escobar se ha ido diluyendo en medio de la vorágine de personajes y problemas del país. Vivo o muerto, presente o diluido, lo cierto es que Pablo Escobar de una u otra forma seguirá marcando la impronta de un país que padeció el horror criminal de su megalomanía. Pero que tiene que reconocer que el gran capo fue un producto «made in Colombia».

Y bueno, si van al Museo de Antioquia, en Medellín, no dejen de ver estos dos cuadros, pero sobre todo, no dejen de apreciar el resto de obras, no sólo de Botero, que hay bastantes y buenas, si no del resto de artistas colombianos y de otros lugares en exhibición.

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