Archivo de la categoría: Posts

Libros de CF del 2004

La excelente revista argentina de Ciencia Ficción Cuasar, del incansable Luis M. Pestarini, ha editado su número 38 y aparte ha actualizado su página web con nuevos artículos, entre ellos 10 recomendaciones del 2004, de Julián Díez sobre, obviamente, los libros de CF más recomendables editados en lengua castellana durante el año anterior. La lista de los libros reseñados es:

Rihla, Juan Miguel Aguilera (Minotauro).

Oryx y Crake, Margaret Atwood (Ediciones B).

Milenio negro, J.G. Ballard (Minotauro).

Excesión, Iain Banks (La Factoría de Ideas).

La historia de tu vida, Ted Chiang (Bibliópolis).

Los tejedores de cabellos, Andreas Eschbach (Bibliópolis).

El sueño del rey rojo, Rodolfo Martínez (Gigamesh).

El último día de la guerra, Christopher Priest (Minotauro).

Ciudad maldita, Arkadi y Boris Strugatski (Gigamesh).

Historias imposibles, Zoran Zivkovic (Minotauro).



Vaya, que lista, quisiera leerlos todos pero ya. Y no tengo ninguno ni remotamente al alcance.

Lecturas

Tiempo que no le daba a este rubro, pero una consecuencia del viaje y el estar apartado de mi rutina normal es el tener un poco de tiempo para dedicar a estos menesteres. Por lo pronto logré encontrar unos libros que me habían llegado y nadie sabía darme razón de donde estaban:

Orson Scott Card – Pastwatch y The call of the earth

Iain Banks – Use of Weapons (Culture III)

Gordon R. Dickson – Nicromancer

Cuasar 33

Por otro lado, la tentación fue grande y al segundo día de estar en Lima me dí un salto a Amazonas, a chequear el material que había por ahí. Me encontré con varios caseros que aún se acuerdan de mí por cierto, y que luego de los saludos de ley me sacaron lo mejorcito de su stock. Bastantes Best Sellers y cosas de ese tipo, pero dentro de lo que me pareció más atractivo estaba:

Tito Livio – Roma (O algo así). El segundo tomo, por lo que a pesar de interesarme exepcionalmente no me animé a comprarlo.

Katherine Neville – Riesgo calculado. No que sea la octava maravilla, pero me compre uno de ella hace tiempo y me gustó. Igual no lo compré.

Marc Bloch – Apología de la Historia. El libro inconcluso de Bloch, pero la edición no era tan buena, he visto una mejor del FCE creo.

Michael Bishop – Ancient of Days. Aquí si caí. En otra oportunidad la dejé pasar y ahora no iba a repetirse lo mismo. Quince soles y estaba nuevecito. Ni que decir que me entregué a su lectura de inmediato, y me gusta, vaya que me gusta.

El escritor y su obra

Tomás Eloy Martínez, quien creo no necesita mayor presentación, escribe un excelente artículo sobre la moral, o más bien la amoralidad del escritor con respecto a su obra y el proceso de hacerla.

Casi todos los escritores han dicho alguna vez que sin entrega plena no hay literatura verdadera. En rigor, ninguna pasión del hombre tiene sentido si no se pone en juego todo el ser. Hasta para el amante, los caminos a medias son siempre una certeza de fracaso. En 1956, William Faulkner llevó esas exigencias a sus extremos de individualismo y amoralidad: “El artista es responsable sólo ante su obra”, declaró en The Paris Review. “Si es un buen artista, será completamente despiadado. … Arroja todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir su libro”. Esas palabras son escandalosas pero no excesivas: en el horizonte de la historia, los hombres terminan por ser su obra antes que ellos mismos.

En una carta de 1958, Faulkner dijo que aspiraba a reencarnarse en un buitre, alguien a quien nadie ama, ni odia, ni envidia, ni necesita. En “Vueltas nocturnas,” texto final de “Música para camaleones,” Capote plagia la frase con descaro: “Me gustaría reencarnarme en un buitre. Un buitre no tiene que molestarse por su aspecto ni por su habilidad para seducir; no tiene que darse aires. De todos modos no va a gustar a nadie: es feo, indeseable, mal recibido en todas partes. Hay mucho que decir sobre la libertad que se obtiene a cambio”. Tanto a Faulkner como a Capote no les importaba ser condenados por la historia. Sólo estaban atentos a su obra, es decir, a ese banquete de buitres en el que cualquier realidad, hasta la más insulsa, puede transfigurarse en palabras inmortales.

El artículo realmente trata más sobre Capote que sobre Faulkner, pero a mí las que más me llamaron la atención, obviamente, fueron las citas al creador de Yoknapatawpha. El artículo vía Actualidad Literaria.

La palabra de Dios

Vía Libro de Notas llego a la página Venezolana Analítica.com, donde publican el artículo Como para ponerse a pensar ¿No?, el cual Marcos Taracido de Libro de Notas resume así:

Una al parecer afamada locutora estadounidense dijo en su programa de radio que la homosexualidad es intolerable porque la Biblia (Levítico, 18: 22) la condena. Un compatriota le escribe una carta abierta llena de preguntas y peticion de consejos sobre cómo cumplir todo lo que se dice en el libro sagrado: “De todas formas, necesito algún consejo adicional de su parte respecto a algunas otras leyes bíblicas en concreto y como cumplirlas: a) Me gustaría vender a mi hija como esclava, tal y como menciona el Éxodo, 21:7. En los tiempos que vivimos, ¿que precio piensa que seria el mas adecuado? b) El Levítico, 25:44, establece que puedo poseer esclavos, tanto varones como hembras, mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que esto es aplicable a los mejicanos, pero no a los canadienses. ¿Me podría aclarar este punto? ¿Por que no puedo poseer canadienses?”

No quisiera entrar en debates de dogmas de fé, cada quien es libre de creer lo que se le antoje, pero para aquellos que usamos algo el poco raciocinio que tenemos, como que nos resulta un poco difícil creer en textos divinos y zarzas que hablan, menos aún si proceden de una cultura que no es la mía. Si tuviera que creer en algo pues eligiría al apu mas cercano, por último.

APU – El antiguo peruano estaba totalmente integrado en su ambiente y todos los elementos de la naturaleza tenían una función, real o imaginaria. Los Apus, dentro de ese contexto, son los elementos tutelares del paisaje cotidiano que por estar ahí desde las épocas de los antepasados y de alguna manera haberles servido, se transforma en una semi divinidad a la cual se le rinde culto para que siga prestando sus favores, a traves de los famosos pagos a la tierra. Un cerro, un río, una caverna, pueden ser apus.

La estrella

Así se titula un antiguo y hermoso cuento de Arthur C. Clarke, y un artículo que Armando Robles Godoy, cineasta y literato peruano, publica en el suplemento Dominical de El Comercio, sobre dicho cuento. No hay mucho que decir al respecto, sólo léanlo.

Como para no hacer la cosa muy corta, lean también la carta que escribe el propio Arthur C. Clarke comunicando que no fué afectado por los desastres por todos conocidos ocurridos en Asia. Como sabrán, Mr. Clarke ha fijado su residencia desde hace varios años en Ceilán o Sri Lanka como ahora se le conoce.

El embrujo de su mirada

Sábado, 11.30 pm, buena hora para llegar. Mientras los muchachos fueron a dar una vuelta a mirar si ya había alguien de la oficina adentro, yo me quedé un rato en la entrada conversando con el fiscalizador de la municipalidad y con el administrador de Explosión, la venta de entradas iba bien, sería una buena noche, todos quedarían contentos. En esas estaba cuando de una manchita de huambrillas que entraba ví que una gatita me miraba un segundo más de lo debido, la miré a los ojos y no bajó la vista, «Hola» me dijo, respondí pero ya estaba pasando, ya estaba volteando yo la cabeza para mirarla cuando oí un «tío» que me resultó familiar, miré adelante y era uno de mis sobrinos con su grupo, me saludó y me dijo que vaya por donde iban a estar. Haciendo un rápido conteo noté que ahí sobraban chicas. Bueno pensé, no sería difícil encontrarlos.

En eso los muchachos regresaron y me llevaron a un costado del escenario, empezábamos en serio, una caja entre cinco. Por los parlantes la voz de Ofelia empezaba a cantar una de las favoritas de la multitud: «Había una vez, en mi pueblo un matrimonio … «. Conforme se consumía la cerveza los pies me empezaban a picar, nadie con quien bailar. Con el pretexto del baño fui a buscar a mi sobrino, él me vió antes que yo a él, me llamó y me acerqué. Me presentó a su gente y .. oh sorpresa, ahí estaba la gatita «Al señor ya lo voy viendo dos veces» dijo riendose. Era guapa, y su sonrisa la hacía mas bella aún, su aspecto era casi el de la iquiteña típica, piel y cabello claros, delgada como una top model pero con unas curvas admirables. Mi sobrino dijo lo que no hacía falta decir: «Te presento una chica con pechonalidad», pero los que me impresionaron fueron sus ojos: enormes, profundos como para perderse en ellos y pícaros como para caer en su hechizo en forma instantánea. Definitivamente iba a ser una buena noche pensé. Una salsa empezó a sonar y mi sobrino practicamente nos empujó a la gata y a mí a bailar, ninguno de los dos esperó a que se lo repitan, la Salsa empalmó con un merengue, el merengue con una cumbia, la cumbia con una technocumbia. Diablos, sudaba a chorros, pero con una pareja así no era cosa de hacerse el exquisito por algo tan trivial como el sudor. La música finalmente se detuvo y regresamos al grupo a mojar nuestras gargantas, pero ni bien lo hicimos empezaron los acordes de «El idiota» otra de las favoritas de la gente. Yo sólo sentí un gritito y una mano que me cogía y ya estaba bailando de nuevo, y otra canción, y otra y otra. Como todo el grupo bailaba la cerveza pasaba de pareja en pareja. La música se hacía más frenética por momentos y «Gavilán» fue bailado así, frenéticamente.

En el momento del descanso ví que uno de los muchachos me buscaba, le pasé la voz, «Jefe, ya pues» me dijo, «Ahorita voy», «Franco, te esperamos», miró a mi costado y luego a mi. Cómplicemente le guiñé el ojo y se fué, no sin antes alzar su pulgar en señal de aprobación. Como esa pieza no la estábamos bailando, pensé que era el momento apropiado para ir donde los muchachos. Le dije a la gata que me acompañara, pero dijo que no, que estaba con sus amigas y que no las podía dejar. «Ya te estás queriendo escapar, ¿di?», «No, por éso quiero que me acompañes», «No pues, acá estoy bien, ven, vamos a bailar». Ni modo de decirle que no, más aún si se trataba de un vallenato, ¿Han bailado uno?, no los de Carlos Vives, si no ésos de pueblo, llenos de lugares comunes sobre la las mujeres y el amor, es decir, una invitación al agarre, ¿No?, bueno, la cogí de la cintura y ella se colgó de mi hombro, dos a la izquierda, dos a la derecha, no era bajita, casi de mi talla, fácil bordeaba el metro setenta, en la práctica esto significaba que no tenía que encorvarme para estar «Cheek to cheek». La música seguía sincopadamente y yo tratando de no perder el ritmo ni la emoción del momento he olvidado qué le murmuraba al oído, sólo recuerdo que cuando la canción acabó nos quedamos un ratito más en la pista besándonos.

De regreso en el grupo nadie quiso volver a bailar, nos quedamos conversando y al rato le dije si no me iba a acompañar donde mis amigos y volvió a decir que no. Bueno, tampoco era como para ponerse terco. «Entonces ya regreso» le dije, y a mi sobrino le hice una seña de que ya volvía. Habré caminado unos seis o siete pasos cuando sentí que me cogían de la mano «Ya pues te acompaño, pero no me dejes», ya se imaginan que gesto hice mentalmente. Mi regreso a donde los muchachos fue practicamente ovacionado. «El lobo», «Buena lobo», la gente estaba embalada, ya no era el jefe, era un pata más. El grupo había crecido y la chela también, ya iban por la segunda caja, y corría a una velocidad asombrosa. Cuando las primeras notas del «Toma que toma» sacudieron los parlantes, la gata me sacó a bailar ahí nomás, los muchachos hicieron una rueda y caballero tuve que darle hasta el piso, una y otra vez. Por supuesto luego de éso nos sirvieron a vaso lleno. Tomamos y emprendimos el regreso al otro grupo, por el camino me crucé con varios conocidos, saludos y más saludos. Realmente parecía mi fiesta. Por ahí algunas miradas desaprobadoras de algunas señoras es cierto, pero soy un hombre libre y no tengo que darle explicaciones a nadie.

Contar el resto de la fiesta sería repetir lo ya dicho, estuvimos saltando de grupo en grupo, divirtiéndonos con todos y a la vez disfrutando de la mutua compañía, bueno, yo por lo menos disfrutaba de sus miradas seductoras y sus besos cada vez más apasionados. Tampoco contaré el resto de la noche que sólo nos pertenece a los dos. Pero, maldita seas Iquitos, realmente estás usando tus mejores armas ¿No?. Con despedidas que más parecen bienvenidas ¿Quién no quisiera quedarse?.

Mocking the Cosmos

Aprovechando las horas libres en horarios inopinados que proporciona el no tener un trabajo estable, pude ver en Cinemax un corto llamado Mocking the Cosmos. Iba a cambiar de canal, pero la mínima reseña que dan me llamó la atención, y luego ver que actuaba Tim Roth, el mismo que hizo de botones en Four Rooms, y participado en muchas otras películas, me hizo quedar a mirar los pocos minutos que dura el corto. Lo que valió la pena por supuesto. Una mezcla de drama familiar y Ciencia Ficción. Si les interesa revisen la programación que estará en contínua rotación todo Enero, por Cinemax.

De cómo en el último momento …

Algunas cosas se empeñan en salir fuera de lo planeado. Lo mágico es que salen, se logran. Toda la semana había pensado en pasar de nuevo este sábado con la gata, pero el miércoles Paoly se empezó a meter por los palos. Ella me gustó así como quien dice, desde el primer momento que la ví. Y eso fue hace unos tres o cuatro meses. Si tengo que describirla con una sóla palabra, diría que es una muñequita. Poco más de 1.50 de estatura, 39 kilos de peso bien distribuidos y un rostro bellísimo. Verla y desearla fué simultáneo. Eso sucedió en el negocito, llegué un día y ahí estaba, pero lastimosamente se fué casi de inmediato, así que a través de una amiga en común tuve que averiguar por ella. Un día la encontré en el Complejo con mi amiga confidente y me la presentó, pero estaba bailando con alguien y no quise interrumpir más de la ya brusca interrupción que había hecho mi amiguita.

Al tiempo volví a verla en el negocito, pero igual fué una cosa rápida. Esto me dejó de nuevo como quien dice con el clavo, así que a través de la amiguita quedamos para salir entre cuatro, pero diferentes motivos impidieron que esto se plasmara, y así pasó un mes y luego otro. Hasta que finalmente hace como tres semanas pudimos salir, estuvo bien, pero no pasó nada. Incluso me pareció sentir cierta actitud como de haber aceptado por compromiso, y cualquier avance lo sentí cortado en seco. El sábado pasado también habíamos quedado, pero una serie de equívocos hicieron que no estuvieramos juntos ni dos minutos, y bueno, el resto de la historia de ése sábado ya la conocen.

Así que éste sábado no la tenía en mis planes para nada, no por que no me gustara la idea, si no por que no quería mas enredos ni forzar algo que parecía no poder ser. Y lo que deseaba era divertirme sin complicaciones. Pero como dije al principio, el miércoles algo se empezó a gestar. Mi amiga me dijo que Paoly quería hablar conmigo. Shit…. ¿Para qué? «Quiere salir contigo», «Pero ya hemos salido y no pasa nada», «Pero ahora es diferente», «¿Cómo es diferente?», A mi no me terminaba de convencer, ¿Porqué ahora? ¿Sabría que viajaba? ¿En qué cambiaba eso su parecer?. Shit…. Hablar con ella, no quedaba otra cosa. Le hice llamar. Vino. Luego de las trivialidades del caso soltó su pregunta «¿Y que planes para el fín de semana?», «Ahí, nada, Complejo supongo», «Ah, nosotras vamos a otro sitio», «¿Si, adonde?», «No sabemos todavía», «Ah, ¿y porqué no van al Complejo?, va a estar bacán», «¿Te gusta el Complejo a tí, no?», «Claro», «Si pues, el sábado pasado te ví bien abrazado de una chibola, y nosotras choteadas» (Uyyyy), «Jajaja». Y la conversación siguió así por un rato, al final no quedamos en nada. Sólo me quedó claro que me había visto con la gata, y que probablemente se imaginaba que este sábado iba a repetir el plato. ¿Piconería en acción?, No sé, pero el jueves fué lo mismo, y el viernes también, sin embargo su táctica había cambiado: «El sábado vamos a un pub ¿Quieres ir con nosotras?», «Tu sabes que he quedado ya con mi gente para encontrarnos en el Complejo ¿Por qué no se van para allá?», «No, queremos ir a un lugar más tranquilo», «Ah», «Bueno, tú te lo pierdes, chao». Chesss … ¿Qué me pierdo?, ésa era la gran pregunta ¿Qué exactamente estaba a punto de perderme? El sólo imaginármelo hacía que la sangre se agolpara en algunas de mis venas.

El sábado temprano mi amiga me cayó con todo: «Eres una rata, Paoly está que te dice para salir y te haces el difícil», «No es eso, pero ¿Qué puedo esperar de ella? ya hemos salido y no quiero pasar por lo mismo», «Pero ahora es diferente», «¿En qué?», «Está decidida», «¿Por qué?», «Me ha dicho que le gustas». ¿Que puede argumentar uno contra eso?, nada, si a uno también le gusta la otra persona, y mi amiga lo sabía. «Anda engaña a otro», «En serio, anoche me dijo». Maldije en silencio lo peor que pude. No iba a dedicar mmi última noche en Iquitos a un tal vez, lo seguro eran mis amigos, el trago … y la gata. Cogí el teléfono y llamé a su casa. Mi amiga me dirigió una mirada fulminante. No estaba. Que vuelva a llamar en media hora. Lo hice. «Discúlpame, discúlpame, pero no voy a poder salir, mi mamá me ha castigado», la cagada, «Si puedo salir te llamo, o te busco allá, ok?». O sea nada. Fué en este momento que me empezé a sentir un juguete del destino. Como no es algo muy agradable me largué a ver otras cosas. Regresé en la tarde, habiendo digerido ya en parte el hecho que tenía que jugármelas por el tal vez. No pasó mucho rato cuando apareció Paoly. Era necesario pintar la cancha. «Y bueno, ¿ya saben a donde van a ir?», «¿Porqué? ¿Nos vas a acompañar?», «Puede ser, pero después de las 2», «Ah no, muy tarde, no quiero puchos», «Pero es buena hora, además tengo que pasar un rato con mis amigos de todas maneras», «Y con tu amiga claro», «No es eso, no quieero quedar mal con mis patas … ¿Por qué no nos encontramos en el Complejo y de ahí salimos para otro sitio?», «No», «¿Y si lo dejamos para mañana domingo?», «No, no puedo mañana ….. ahora o nunca». La puta que la parió. Me sentí acorralado, no había alternativa, ahora o nunca. La forma cómo lo dijo y cómo me miró me animó a tomar su mano, ella no la retiró ni intentó hacerlo, más bien acarició la mía. Parafraseando a Varguitas, podría decir que ése fué el momento en que me jodí. «Ya pues, a la 1″, No, a las 12». Mi amiga intervino desde su rincón: «A la 1 está bien Paoly», «Bueno», «Miren» les dije «A las 12 las llamo para saber donde nos encontramos a la 1, ¿Ok?», «Ok». Eso me dejaba solo dos malditas horas de trago. Muy a mi pesar solté la mano de Paoly, se despidió y se fué. Me quedé hablando con mi amiga «¿Qué quiere realmente?», «A tí te quiere, baboso», «Te lo digo de otra forma, ¿Hasta donde vá a llegar?», «Ah, eso es asunto de ella, no crees?», «Sí, pero mira, por más que me guste no voy a enredarme con ella mas allá de lo debido justo cuando me estoy yendo, no sería justo ni con ella ni conmigo, ¿Entiendes?», «Oye, ella no es una cualquiera», «Bueno, sólo quería aclararlo».

El resto de la tarde la pasé dando vueltas por Iquitos. Luego de la puesta del sol el calor no bajó ni un ápice, al contrario, pareció aumentar, tanto como la ansiedad que yo sentía. Así que después de cerrar la tienda y comer algo, llamé a uno de mis patas: «Apura que estoy con sed», el llamado funcionó y pronto estábamos disfrutando por ahí de la clásica 3×10. A las once y algo llegamos al complejo, estaba full y la gente ingresaba en manadas. Con un par más de muchachos de la oficina nos quedamos a pocos metros de la entrada mirando a los que llegaban. Pasadas las doce ya estaba por llamar a las chicas cuando las veo entrar con el gil de mi amiga. ¿Tanta vaina para terminar viniendo aquí?. Pasaron saludándome y siguieron su camino. Miré su ruta y seguí con mis amigos un rato más. Luego me acerqué justo cuando empezaba una canción. Tomé a Paoly de la mano y empezamos a bailar, y seguimos bailando hasta que sentí unas voces conocidas, busqué y claro, mis amigos se habían mudado con todo al costado de nosotros y estaban haciendo lo de costumbre, vacilarse en grande, al verme empezaron a gritar: «Lobooooo», Paoly se arrochó un poco y luego de conversar un toque con la amiguita me dijo para ir al famoso pub. Ésta éra su noche, así que salimos. Afuera hubo una pequeña deliberación: No sabían donde ir. Propuse Las Vegas, no es un pub, pero creo que calzaba bien con lo que todos querían, así que agarramos motokar y hasta San Juan. Una vez allá seguimos bailando, no sin antes brindar con cerveza, siquiera. Paoly no toma, pero aceptó esta vez. La tercera canción fué una lenta. Ahora o nunca me dije. Ella estaba pegada a mí, alzé su rostro y estaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta: la besé. Aún la estaría besando si no fuera por que la condenada canción acabó. Nos sentamos y seguimos besándonos. Mucho más rato después la tomé en mis brazos y le pregunté «¿Por qué estas acá conmigo?», «¿Tu que crees?», «Yo no creo nada, por eso te pregunto», se demoró unos segundos en contestar «Por que me gustas pues, tontito».

Hace muchos años, más de los que ha vivido Paoly, alguien de quien ya no me acuerdo su rostro me dijo algo similar, fué lo máximo para mí. En ese momento no lo recordé, ahora escribiéndolo sí. Como leí el otro día «¿Qué es el amor o el ser amado finalmente sino el espejo donde queremos mirarnos?». Mi hija mayor me dice «Sal con chicas de tu edad», me he cansado de explicarle que esa especie no existe. Dudo que lo entienda. Por mi parte yo me conformo con lo que me toca. Al rato Paoly me dice que ya es hora de irnos. De acuerdo. Todo tiene su final. De regreso a la realidad, o quizás saliendo de ella, no dejo de acariciarla, es tan suave, joven y hermosa que no quiero comprender nada. «Muchachita loca» le había respondido cuando me dijo que le gustaba. Llegamos a su casa. Me besa despidiéndome. «Vé a descansar … amor» me dice, «Claro». Entra y cierra su puerta. El amor hay que celebrarlo, cualquier poeta que se respete lo sabe, yo ya no aspiro a serlo, hace tiempo que las musas me abandonaron. «Al Complejo» le digo al motocarrista. Llego y aún encuentro a mi gente. El trago nunca se acaba. Regreso a mi casa con la oscuridad a punto de desvanecerse. Mi hija me oye entrar y dice «El padre calabacito llegó». Yo me río. Mañana dejo esta ciudad. No sé si seguiré riendo.

Razones para no bloguear

Hace días encontré este artículo, tomé nota del mismo y recién hoy lo puedo compartir con los amigos. Lo malo es que no recuerdo ya como llegué a él. Bueno, Guillermo Rodriguez escribía en Libertad Digital hace ya casi un año de las razones por las que no tiene un blog:

1) Carezco de página personal porque me niego a fomentar el ego-blog. Es decir, esa tendencia a preocuparse por uno mismo, porque le lean, por desvelar cualquier intimidad con el fin de que miles de lectores anónimos sepan más de ti. No quiero llegar a creerme el centro de Internet.

2) Me niego en rotundo porque soy feliz con la vida que llevo y me aterra convertirme en uno de esos bloggers que manipulan su cotidianeidad para y por el blog. O lo que es igual: realizan todo tipo de actividades con la única finalidad de contarlo posteriormente en su página personal y dejar a todos sus lectores pasmados ante la fulgurante e interesante existencia que llevan.

3) Porque no quiero caer en la verborrea escrita, o lo que es igual, contar por contar cosas sin que a priori tengan el más mínimo interés sólo para mantener actualizada mi página. He llegado a leer blogs (porque negarse a publicar uno no impide consultarlos) en los que se detallan las dificultades para abrir una lata de sardinas o el autor suelta una perorata autoinculpatoria por los 100 gramos de más que ha cogido durante las fiestas navideñas.

4) Porque he conocido a muchos bloggers que son terriblemente tediosos en las conversaciones. Sólo hablan de su página, de la su amigo y de la de una chica de Oregón que es “genial” porque cuenta con todo lujo de detalles “cómo se ligó a su compañero de universidad”. Su mundo se ciñe a sus experiencias bloggianas.

5) Ya escucho los gritos de protesta de aquellos que publican un weblog a modo de periódico personal. Sin duda son los que más me atraen a la hora de realizar mis pesquisas por la Red. De hecho, si algún día me decidiera lanzarme a la piscina de los bloggers me decantaría por esta opción. Pero no lo haré. Simplemente porque me domina una pereza ingobernable.

Visto desde otro punto de vista, cabría tomarlo como una especie de parámetro para autoregular la calidad de blogging que uno hace, si se vé que se está cayendo en cualquiera de los 4 primeros puntos, pues a repensar las cosas antes de seguir blogueando y llenar de basura el ciberespacio.

Getting Things Done

Es un libro y un método, de David Allen y llego a él vía CoPensar. No es muy reciente que digamos, la edición original es del 2001, la castellana del 2002, pero suena interesante y no tan difícil de aplicar. Lgs en su post de CoPensar incluye los enlaces a las experiencias de Dave Pollard (blog más que recomendable por cierto) con dicho método y también las suyas propias. Creo que fácil puede ser una de las primeras cosas a plantearse para el próximo año.

En el blog Area Estratégica también lo comentaron no hace mucho. (Blog que recién descubro y me ha parecido muy interesante). Asi mismo en 43 Folders también hablan de «Getting things done».