Archivo de la etiqueta: relatos

Maraton de Micro Relatos «La Palabra Provocada»

Via un mail me entero de este Primer Maraton de Micro Relatos 2008 La Palabra Provocada. Parece un asunto serio asi que los interesados pueden ir afilando las mentes, mas no lapiceros, pues en las Bases del Concurso se especifica que los relatos tendran que ser escritos en forma presencial:

1. Desde las 09.00 horas del viernes 07 de Marzo, hasta las 22.00 horas del sábado 08 de marzo del 2008, queda abierta la convocatoria para la Primera Maratón de Micro Relatos “La Palabra Provocada”, que se llevará a cabo en la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS), y al que pueden optar autores o autoras de cualquier nacionalidad, escribiendo un solo Micro Relato para la ocasión en forma presencial.

Por supuesto nadie dice que no se pueden aprender de memoria su relato. En todo caso lean las bases completas y animense.

Relatos ganadores del Premio Coyllur 2006

En su momento, agosto del 2006, posteé sobre la convocatoria al Concurso de cuentos de CF Coyllur 2006, sin embargo me descuidé en el seguimiento a los resultados, pues la publicación de los Resultados del II Concurso de Relatos de Ciencia Ficción – Coyllur se realizó en febrero de este año y la publicación de los relatos ganadores, así como de los que se hicieron acreedores a las menciones honrosas culminó en marzo del presente, y no ni bola. Pero nunca es demasiado tarde, total, todavía no convocan a la Tercera edición. Así que aquí tienen los enlaces correspondientes a los relatos publicados y disfruten la lectura:

HORIZONTE DE SUCESOS – Mención Honrosa Rafael Avendaño Torres (España)

LA VERDAD ABSOLUTA – Mención Honrosa Antonio Cebrián Berruga (España)

LOS HIJOS DEL MILAGRO – Mención Honrosa Gonzalo Nicolás Geller (Argentina)

EL SEÑOR DE LA GUERRA – Mención Honrosa David Prieto Ruiz (España)

LA CIUDAD DEL DOMO – Mención Honrosa Laura Ponce (Argentina)


EL TUNEL – Mejor relato de Autor Peruano
Javier A. Villegas (Perú)

HEMOS PERDIDO LA INICIATIVA – Relato Ganador Carlos Alberto Gutierrez (Colombia)

Relacionado: Resultados del Primer Concurso de Cuentos de Ciencia Ficción COYLLUR

Technorati tags: , , , , , , , , , , , , ,

Slipstream (O de como la Ciencia Ficción ya no es Ciencia Ficción)

Me precio de ser aficionado a la Ciencia Ficción desde hace muchos años, sin embargo tampoco lo se todo. Prueba de ello se dió hace unos días cuando leyendo una entrevista a la escritora Kit Reed publicada en Axxón, me encontré con el término «Slipstream». Interrogada si se siente una escritora de género o no, ella responde entre otras cosas: La ciencia ficción norteamericana ha desarrollado una nueva etiqueta, «slipstream». Se aplica a los escritores que no escriben ficción realista ni naturalista, cuya obra se separa de las convenciones literarias conocidas para explorar lo desconocido. Es la palabra justa para mí.

Hasta ese momento mi única referencia para la palabra Slipstream era un antiguo video de Jethro Tull que aún conservo. Pero bueno, ahí estaba la palabreja y yo sólo con lo leido, así que una rápida visita por la Wikipedia me dijo que Slipstream era un tipo de ficción que cruza los convencionales límites de género y no cuadra dentro de los confines de la Ciencia Ficción/Fantasía ni de la Ficción Realista. (A kind of fiction that crosses conventional genre boundaries and doesn’t sit comfortably within the confines of either science fiction/fantasy or mainstream literary fiction.)

Pero fue después cuando me sentí un lego en la materia, al leer líneas más adelante que el término lo había acuñado Bruce Sterling ya en los lejanos 80’s, bueno, en el 89 para ser exactos, en un artículo publicado en la columna Catscan de la revista Science Fiction Eye. (Dicho sea de paso en este enlace encontrarán 14 artículos de Sterling publicados en dicha columna, todos muy, pero muy interesantes para los aficionados a leer reseñas sobre libros que a la vez son pequeños tratados sobre teoría de la Ciencia Ficción. Y en este otro enlace, más artículos de Sterling publicados en diferentes medios. Todo dentro de la web de la EFF Electronic Frontier Foundation, de la cual BS es parte.)

Sterling dice: Este género no es «categoría»CF, ni siquiera «género» CF. Por el contrario es una forma contemporánea de escritura que se enfrenta a la realidad consensuada. Es fantástica, a veces surreal, en ocasiones especulativa, pero no rigurosamente. No es su objetivo causar un «sentido de maravilla» o extrapolar sistemáticamente a la manera de la CF clásica. Al contrario, es una forma de escritura que simplemente te hace sentir muy extraño; como lo hace el vivir a finales del siglo veinte, si uno es una persona de cierta sensibilidad. Podríamos llamar a esta clase de ficción Novelas de Sensibilidad Postmoderna, pero eso suena bastante mal en una estantería por categorías, y además necesita un acrónimo; así que por conveniencia llamaremos a estos libros «Slipstream».

Al final de su artículo Sterling da una extensa lista de obras de autores principalmente considerados como de «Mainstream» que, a su criterio, entran en la nueva definición dada. Pero, ¿y qué de los escritores formados en la CF que deciden también sacar un poco los pies del plato y experimentar? James Patrick Kelly tiene datos al respecto en un artículo llamado (cómo no) Slipstream que fue publicado en la revista Asimov’s Science Fiction. Para empezar le pregunta a un crítico llamado Rich Horton, qué es Slipstream, esta es la respuesta:

Es mayormente definida, creo, como ficción que cruza los límites del género. Sin embargo, no estoy seguro que esto sea muy satisfactorio: ¿Las Bóvedas de Acero de Isaac Asimov es slipstream porque cruza los límites de género entre la CF y el Misterio? Entonces, pensándolo, decidí que para mi las historias de slipstream son un poco como el realismo mágico. La clave es que son inexplicadas. Fantasía «real» o CF tienen estos estos elementos incrustados en su trasfondo y así tienen sentido, en «slipstream» tan sólo están ahí. En un sentido, la CF trata de hacer lo extraño familiar, mostrando elementos cienciaficcionales en un contexto que nos ayude a entenderlos. Slipstream trata de hacer lo familiar extraño, al tomar un contexto familiar y alterarlo con elementos cienciaficcionales o intrusiones fantásticas.

Mas adelante Kelly nos indica un par de sitios donde buscar a algunos de nuestros conocidos autores de CF, y a otros nuevos que, obviamente no son tan conocidos, experimentando con el slipstream: Fantastic Metropolis, donde encontrarán a autores como China Miéville, Carol Emshwiller, Paul Di Filippo, Kelly Link en cuanto a ficción y ensayos de Michael Moorcock, David Langford, James Sallis y Jeffrey Ford. También cita a la revista Strange Horizons donde se puede encontrar a autores como Aynjel Kaye, Benjamin Rosenbaum, Jenn Reese, Jay Lake, Tim Pratt, y Timons Esaias.

Luego nuevamente le pregunta a Horton si piensa que el Slipstream podría ser la próxima «gran cosa» en el género, o quizás un sucesor de la CF y le responden: Espero que no lo último, no quiero perder la vieja CF. Pero creo que las técnicas del slipstream pueden ayudar a describir un mundo a nuestro alrededor que parece de CF, un mundo que cambia lo suficientemente rápido y es lo suficientemente multicultural como para que la vida de todos los días pueda parecer extraña.»

Finalmente Kelly nos dice: La cosa es, sé lo que se siente cuando escribo CF y fantasía, entiendo lo que cuesta construir los mundos y elaborar las tramas. Pero cuando escribo Slipstream, me encuentro a mi mismo adoptando estrategias distintas, cambiando mis expectativas. No entiendo todo, la escrtura se siente diferente. Extraña. … (Slipstream) esta cerca a la CF, pero no es lo mismo. Sin embargo, como atrae a más escritores talentosos, Slipstream está jalando a la CF en su dirección. ¿Dónde terminaran estas dos formas de escribir?

En otro artículo, titulado Género, el mismo Kelly habla de la CF, de sus definiciones y de esos autores que parecen estar entrando y saliendo contínuamente de los géneros establecidos en la literatura. En su ensayo «Una Introducción a las Artes Intersticiales» Delia Sherman imagina un continente llamado Literatura con los países llamados Misterio, Romance, Thriller y Ficción Local. Ella escribe «La Ficción Historica, el Realismo Literario, la Ficción Afro-Americana, y la Ficción Local han formado una alianza, Literatura Mainstream, la cual permite permite pasar libremente a través de los límites de unos y otros.» Otros paises, incluyendo la Fantasía y la Ciencia Ficción, están aislados. Ella argumenta que ciertos escritores cuyo trabajo podríamos estar tentados a llamar slipstream son, en realidad, intersticiales, es decir, rondan los límites entre estos países literarios. Este es un concepto muy útil pues evita que el slipstream se vuelva un género en sí mismo. Los escritores intersticiales no firman contrato de género o mas bien, el contrato es que las reglas serán rotas y las expectativas de género desbaratadas.

Luego reflexiona: Puede que el Slipstream sea la moda en estos momentos, ¿Pero es nuevo? ¿Los artistas de la CF no han estado cruzando límites desde hace tiempo? La teoría de las artes intersticiales y su esguince, el slipstream, es que estos formatos habitan el territorio entre nuestro género y varios otros géneros. Si las mejores mentes de nuestro campo no se pueden poner de acuerdo en lo que la CF es, y sin una definición coherente, ¿Cómo sabe un escritor cuando ha cruzado un límite?. Luego, entre otros cita a Jonathan Carroll que dice: En estos años mi trabajo ha sido descrito como Fantasía, Horror, Ciencia Ficción, Mainstream, Slipstream, Rap, House, y Cha Cha Cha.

Kelly termina diciendo: En su provocador ensayo del año 1998 «La Promesa desperdiciada de la Ciencia Ficción» el algunas veces slipstreamereño Jonathan Lethem propuso una historia alternativa de nuestro género: «En 1973 la novela Gravity’s Rainbow de Thomas Pynchon ganó el Premio Nebula, el más alto honor concedido en el campo una vez conocido como ‘ciencia ficción’ – un término ahora mayormente olvidado.» En nuestra realidad, Arthur C. Clarke ganó el premio por Cita con Rama. El ensayo de Jonathan era acerca de qué hubiera sucedido si la CF se unía al mainstream (O corriente principal de la literatura). Él argumentaba que sería mejor para todos si no hubiera géneros, si el continente de Literatura de Delia Sherman no tuviera límites. En tal utopía literaria no habría CF ni slipstream ni mainstream. Todos seríamos solo una gran familia felíz. Si, correcto. Y eso sucederá cuando un robot sea Papa. (Alusión a un cuento de Robert Silverberg Buenas Noticias del Vaticano.)

Y bueno, después de empaparme de todo esto y recordar tantas discusiones sobre CF, recordé dos que tuvieron lugar no hace mucho en la lista de correos de Coyllur así como en el post Test de Turing – Enrique Prochazka que publiqué hace un par de meses. Comento en dicho post una reseña hecha sobre el libro en la cual el reseñador dice: la temática abordada no es la anticipación, aunque ésta sea su forma de expresión, lo cual me parece bastante rebuscado como forma de dar a entender que el libro no es CF (Y que probablemente sus virtudes se deban a este pequeño detalle). Mi amigo Daniel Salvo, tanto en la lista de correos como en un comentario en el post dice: lo primero en lo que uno piensa, al conocer que una novela o cuento toca temas como la inteligencia artificial o el futuro posible, es en la ciencia ficción. Pero en el Perú, aparecen extraños críticos especialistas en demostrar la cuadratura del círculo, es decir, que dichas obras pueden ser cualquier cosa, relacionarse con cualquier género, admitir cualquier influencia, menos ser ciencia ficción. (Antes que me olvide, creo que Prochazca puede ser llamado un escritor peruano de Slipstream, al igual que Victor Coral y Enrique Congrains, según me recuerda Daniel)

Inicialmente de acuerdo con lo que comentaba Daniel, pensé luego de leer todo lo anteriormente citado, que lo que los críticos hacen, locales o no, es sólamente seguir las tendencias del mundo literario anglosajón, si allá se pone de moda hablar de esas obras que están emparentadas con la CF de tal manera que no se piense que sean Cf, pues ellos hacen lo mismo, claro que probablemente no estén informados del motivo, pues no dicen el porqué, ni siquiera mencionan la palabra slipstream o hablan de un nuevo género o corriente literaria (Si lo han hecho agradeceré me saquen de mi error, hace poquísimo tiempo yo tampoco estaba informado de esto, pero yo no soy crítico literario). Personalmente si alguien evita leer libros clasificados como CF pues es su problema, yo no dejo de leer los que dicen policiales o misterio o históricos simplemente por el hecho que lleven esa etiqueta.

Pero vale hacer una pausa y recordar que no son sólo los críticos quienes obvian a la CF, también los propios autores le huyen a la etiqueta como gatos escaldados al agua caliente. Recientemente en el último boletín del sitio Literatura Fantástica publican reseñas a libros de 3 escritores mainstream que a nuestro modo de ver incursionan en el género, pero no necesariamente ellos opinan lo mismo. Cada caso es diferente, Philip Roth nunca ha sido muy asociado a lo que es CF, Kazuo Ishiguro niega que sus obras sean CF y Michel Houellebecq mantiene una ambivalencia con el género según con quien hable, aunque ha escrito laudatoriamente acerca de escritores medulares de la CF.

Volviendo a las discusiones en la lista de Coyllur, nuevamente Daniel Salvo dice: creo que una definición «final» de lo que es o no CF es muy difícil o acaso imposible, y que a la CF le va muy bien sin importar cómo la defina fulano o zutano. Pero también se siente como patada al hígado oir o leer opiniones sin fundamento, y que encima, estas sean más tomadas en cuenta por los medios de comunicación. Y el ubicuo Sergio Gaut vel Hartman contesta: sigamos construyendo en el espacio incierto y virtual, en las realidades desfasadas y rotas, en los campos oníricos y puramente ficcionales, los productos de nuestra imaginación y nuestra inventiva. Siempre estaremos un paso adelante y eso es algo que no soportan, pero que no está en nuestras manos cambiar. ¿Sonó arrogante? La cf (o como se llame) es la actividad creativa humana más arrogante que existe. Es hora de que asumamos esa arrogancia sin culpa y como los «diablos» de El fin de la infancia tengamos paciencia con los que siguen discutiendo la construcción del párrafo, el uso del anacoluto, las metonimias, las epanalepsis, las anadiplosis, los disfemismos, las sinécdoques y las ecfrasis, por citar sólo algunas de las amigas de los escritores del Café Mainstream. Nosotros estamos en otra, se llame como se llamare…

Al final de todo, mas allá de haber incorporado una palabra más a mi léxico, pues creo que nada ha cambiado. Seguiré comprando libros que me llamen la atención sean o no de CF, seguiré teniendo a la CF como mi género literario favorito, y sobre todo seguiré apasionadamente atento a discusiones sobre la CF que no terminan en nada, como ésta.

La ilustración de este post la tomé de la página The computer art gallery of John Van Tuyl.

La Anaconda del Samiria – Róger Rumrrill

Adquirí este libro hace años, en una de las ferias del libro me parece, mis hijas aún estaban pequeñas y me pareció adecuado para sus lecturas a esa edad, pues vi que tenía algunas ilustraciones. Además el precio no era exagerado. En las 127 páginas del libro hay nueve narraciones y además una presentación a cargo del propio autor. La edición corrió a cargo de la Editorial Bruño, que se especializa en textos y libros para estudiantes, para su Colección Autores Peruanos. No dice el año de edición pero por algún lado de internet recuerdo haber visto que era de 1997.

Ya desde la mencionada presentación del autor, titulada «Palabras para los niños» donde declara su intención de compartir con los lectores, niños o no, los parajes y aventuras donde transcurrió su propia niñez, nos hacemos una idea de la temática y forma de los relatos de este libro. Narraciones simples, pero no por eso mal contadas, donde se muestra, la mayor parte de las veces desde la perspectiva de un niño, el mundo mágico y exhuberante de la amazonía peruana. La verdad, no recuerdo si mis hijas leyeron el libro, pero yo sí le he dado un par de lecturas. Los títulos de cada relato dan una adecuada visión de los mismos:

El muchacho y el tigre otorongo
Cayapo el cazador
La madre
Golondrinas
Huapapa la pescadora del Amazonas
Carpisho el constructor del bosque
Los ojos de la serpiente
El mono que casi muere de amor
La anaconda del Samiria

Como se imaginarán, casi todos estos relatos están ambientados en pueblos pequeños o comunidades asentadas a las orillas de los innumerables ríos que conforman la cuenca amazónica. La excepción la dan dos cuentos, Golondrinas, una narración citadina, casi fantástica y con toques de sarcasmo hacia la burocracia local, en este caso de la ciudad de Iquitos, versa sobre la llegada de una enorme bandada de aves y su efecto sobre la ciudad. El mono que casi muere de amor sucede también parcialmente en Iquitos, y trata sobre, obviamente, un mono y su historia de amor.

Huapapa la pescadora del Amazonas y Carpisho el constructor del bosque son dos narraciones cortas en las que los propios animales nos cuentan, indirectamente, sus historias, haciéndonos partícipes de esta manera de su forma de vida en la selva. Ambas incluyen pequeñas referencias sobre la labor depredadora del hombre en este entorno ecológico. La Madre en cambio es sobre un niño al cual su madre le aplica cierto tratamiento especial, no llegandose sino tan sólo a conjeturar el motivo. Pareciera parte de una obra mayor.

El resto de relatos, como dije anteriormente, son aventuras protagonizadas por muchachos en poblados amazónicos: Bagazán, Terrabona, Varadero de Omaguas, Bretaña; todos a orillas del propio Amazonas, o del Ucayali, pero cerca de lo que conforma la gran Reserva Nacional Pacaya-Samiria ubicada entre los ríos Marañón y Ucayali, hasta que convergen formando el Amazonas. Es común a todos los relatos el enfrentamiento del hombre con el animal, con lo salvaje. Y si bien a veces se nota demasiado la intención del autor de utilizar las narraciones para describirnos las costumbres de los pueblos amazónicos, así como de la fauna de esa zona, no se llega a interrumpir el ritmo de la narración y la lectura mantiene el interés.

La anaconda del Samiria es el relato más largo y semeja una de esas narraciones de iniciación tan comunes a la literatura fantástica. Cuenta las aventuras de dos muchachos en su intento por encontrar una mítica anaconda de 30 metros de largo que vive en una isla donde habría estado localizado el Paraíso Terrenal. Contiene ciertos elementos mágicos pues al final son los propios animales de la selva quienes hablan y guían a los muchachos. A continuación un pequeño extracto de este relato:

Mientras se dejaban arrastrar por la corriente del canal del Puinahua, los dos estudiaban cuidadosamente el mapa imaginario del lugar donde posiblemente estaría la isla y que había sido dibujado esa misma madrugada por Policarpo Laulate, que se sacaba siempre veinte en dibujo. El mapa tenía la forma de la Vía Láctea, la luz que alumbró a los tupí-guaraníes a través de la noche de los tiempos, la clave que la noche anterior les había dado Oroma. Esa noche, en sueños, Policarpo Laulate vio que el Pacaya-Samiria tenía la forma de la Vía Láctea y en cuyo centro, donde una estrella resplandecía más que ninguna, estaría la isla. Las demás estrellas y sus rayos fulgurantes representarían los lagos, ríos, quebradas e incontables canales.

Róger Rumrill, el autor, nació y vivió hasta su adolescencia en diversos pueblos de la selva peruana. Actualmente aparte de escritor es especialista en temas amazónicos.

El embrujo de su mirada

Sábado, 11.30 pm, buena hora para llegar. Mientras los muchachos fueron a dar una vuelta a mirar si ya había alguien de la oficina adentro, yo me quedé un rato en la entrada conversando con el fiscalizador de la municipalidad y con el administrador de Explosión, la venta de entradas iba bien, sería una buena noche, todos quedarían contentos. En esas estaba cuando de una manchita de huambrillas que entraba ví que una gatita me miraba un segundo más de lo debido, la miré a los ojos y no bajó la vista, «Hola» me dijo, respondí pero ya estaba pasando, ya estaba volteando yo la cabeza para mirarla cuando oí un «tío» que me resultó familiar, miré adelante y era uno de mis sobrinos con su grupo, me saludó y me dijo que vaya por donde iban a estar. Haciendo un rápido conteo noté que ahí sobraban chicas. Bueno pensé, no sería difícil encontrarlos.

En eso los muchachos regresaron y me llevaron a un costado del escenario, empezábamos en serio, una caja entre cinco. Por los parlantes la voz de Ofelia empezaba a cantar una de las favoritas de la multitud: «Había una vez, en mi pueblo un matrimonio … «. Conforme se consumía la cerveza los pies me empezaban a picar, nadie con quien bailar. Con el pretexto del baño fui a buscar a mi sobrino, él me vió antes que yo a él, me llamó y me acerqué. Me presentó a su gente y .. oh sorpresa, ahí estaba la gatita «Al señor ya lo voy viendo dos veces» dijo riendose. Era guapa, y su sonrisa la hacía mas bella aún, su aspecto era casi el de la iquiteña típica, piel y cabello claros, delgada como una top model pero con unas curvas admirables. Mi sobrino dijo lo que no hacía falta decir: «Te presento una chica con pechonalidad», pero los que me impresionaron fueron sus ojos: enormes, profundos como para perderse en ellos y pícaros como para caer en su hechizo en forma instantánea. Definitivamente iba a ser una buena noche pensé. Una salsa empezó a sonar y mi sobrino practicamente nos empujó a la gata y a mí a bailar, ninguno de los dos esperó a que se lo repitan, la Salsa empalmó con un merengue, el merengue con una cumbia, la cumbia con una technocumbia. Diablos, sudaba a chorros, pero con una pareja así no era cosa de hacerse el exquisito por algo tan trivial como el sudor. La música finalmente se detuvo y regresamos al grupo a mojar nuestras gargantas, pero ni bien lo hicimos empezaron los acordes de «El idiota» otra de las favoritas de la gente. Yo sólo sentí un gritito y una mano que me cogía y ya estaba bailando de nuevo, y otra canción, y otra y otra. Como todo el grupo bailaba la cerveza pasaba de pareja en pareja. La música se hacía más frenética por momentos y «Gavilán» fue bailado así, frenéticamente.

En el momento del descanso ví que uno de los muchachos me buscaba, le pasé la voz, «Jefe, ya pues» me dijo, «Ahorita voy», «Franco, te esperamos», miró a mi costado y luego a mi. Cómplicemente le guiñé el ojo y se fué, no sin antes alzar su pulgar en señal de aprobación. Como esa pieza no la estábamos bailando, pensé que era el momento apropiado para ir donde los muchachos. Le dije a la gata que me acompañara, pero dijo que no, que estaba con sus amigas y que no las podía dejar. «Ya te estás queriendo escapar, ¿di?», «No, por éso quiero que me acompañes», «No pues, acá estoy bien, ven, vamos a bailar». Ni modo de decirle que no, más aún si se trataba de un vallenato, ¿Han bailado uno?, no los de Carlos Vives, si no ésos de pueblo, llenos de lugares comunes sobre la las mujeres y el amor, es decir, una invitación al agarre, ¿No?, bueno, la cogí de la cintura y ella se colgó de mi hombro, dos a la izquierda, dos a la derecha, no era bajita, casi de mi talla, fácil bordeaba el metro setenta, en la práctica esto significaba que no tenía que encorvarme para estar «Cheek to cheek». La música seguía sincopadamente y yo tratando de no perder el ritmo ni la emoción del momento he olvidado qué le murmuraba al oído, sólo recuerdo que cuando la canción acabó nos quedamos un ratito más en la pista besándonos.

De regreso en el grupo nadie quiso volver a bailar, nos quedamos conversando y al rato le dije si no me iba a acompañar donde mis amigos y volvió a decir que no. Bueno, tampoco era como para ponerse terco. «Entonces ya regreso» le dije, y a mi sobrino le hice una seña de que ya volvía. Habré caminado unos seis o siete pasos cuando sentí que me cogían de la mano «Ya pues te acompaño, pero no me dejes», ya se imaginan que gesto hice mentalmente. Mi regreso a donde los muchachos fue practicamente ovacionado. «El lobo», «Buena lobo», la gente estaba embalada, ya no era el jefe, era un pata más. El grupo había crecido y la chela también, ya iban por la segunda caja, y corría a una velocidad asombrosa. Cuando las primeras notas del «Toma que toma» sacudieron los parlantes, la gata me sacó a bailar ahí nomás, los muchachos hicieron una rueda y caballero tuve que darle hasta el piso, una y otra vez. Por supuesto luego de éso nos sirvieron a vaso lleno. Tomamos y emprendimos el regreso al otro grupo, por el camino me crucé con varios conocidos, saludos y más saludos. Realmente parecía mi fiesta. Por ahí algunas miradas desaprobadoras de algunas señoras es cierto, pero soy un hombre libre y no tengo que darle explicaciones a nadie.

Contar el resto de la fiesta sería repetir lo ya dicho, estuvimos saltando de grupo en grupo, divirtiéndonos con todos y a la vez disfrutando de la mutua compañía, bueno, yo por lo menos disfrutaba de sus miradas seductoras y sus besos cada vez más apasionados. Tampoco contaré el resto de la noche que sólo nos pertenece a los dos. Pero, maldita seas Iquitos, realmente estás usando tus mejores armas ¿No?. Con despedidas que más parecen bienvenidas ¿Quién no quisiera quedarse?.

De cómo en el último momento …

Algunas cosas se empeñan en salir fuera de lo planeado. Lo mágico es que salen, se logran. Toda la semana había pensado en pasar de nuevo este sábado con la gata, pero el miércoles Paoly se empezó a meter por los palos. Ella me gustó así como quien dice, desde el primer momento que la ví. Y eso fue hace unos tres o cuatro meses. Si tengo que describirla con una sóla palabra, diría que es una muñequita. Poco más de 1.50 de estatura, 39 kilos de peso bien distribuidos y un rostro bellísimo. Verla y desearla fué simultáneo. Eso sucedió en el negocito, llegué un día y ahí estaba, pero lastimosamente se fué casi de inmediato, así que a través de una amiga en común tuve que averiguar por ella. Un día la encontré en el Complejo con mi amiga confidente y me la presentó, pero estaba bailando con alguien y no quise interrumpir más de la ya brusca interrupción que había hecho mi amiguita.

Al tiempo volví a verla en el negocito, pero igual fué una cosa rápida. Esto me dejó de nuevo como quien dice con el clavo, así que a través de la amiguita quedamos para salir entre cuatro, pero diferentes motivos impidieron que esto se plasmara, y así pasó un mes y luego otro. Hasta que finalmente hace como tres semanas pudimos salir, estuvo bien, pero no pasó nada. Incluso me pareció sentir cierta actitud como de haber aceptado por compromiso, y cualquier avance lo sentí cortado en seco. El sábado pasado también habíamos quedado, pero una serie de equívocos hicieron que no estuvieramos juntos ni dos minutos, y bueno, el resto de la historia de ése sábado ya la conocen.

Así que éste sábado no la tenía en mis planes para nada, no por que no me gustara la idea, si no por que no quería mas enredos ni forzar algo que parecía no poder ser. Y lo que deseaba era divertirme sin complicaciones. Pero como dije al principio, el miércoles algo se empezó a gestar. Mi amiga me dijo que Paoly quería hablar conmigo. Shit…. ¿Para qué? «Quiere salir contigo», «Pero ya hemos salido y no pasa nada», «Pero ahora es diferente», «¿Cómo es diferente?», A mi no me terminaba de convencer, ¿Porqué ahora? ¿Sabría que viajaba? ¿En qué cambiaba eso su parecer?. Shit…. Hablar con ella, no quedaba otra cosa. Le hice llamar. Vino. Luego de las trivialidades del caso soltó su pregunta «¿Y que planes para el fín de semana?», «Ahí, nada, Complejo supongo», «Ah, nosotras vamos a otro sitio», «¿Si, adonde?», «No sabemos todavía», «Ah, ¿y porqué no van al Complejo?, va a estar bacán», «¿Te gusta el Complejo a tí, no?», «Claro», «Si pues, el sábado pasado te ví bien abrazado de una chibola, y nosotras choteadas» (Uyyyy), «Jajaja». Y la conversación siguió así por un rato, al final no quedamos en nada. Sólo me quedó claro que me había visto con la gata, y que probablemente se imaginaba que este sábado iba a repetir el plato. ¿Piconería en acción?, No sé, pero el jueves fué lo mismo, y el viernes también, sin embargo su táctica había cambiado: «El sábado vamos a un pub ¿Quieres ir con nosotras?», «Tu sabes que he quedado ya con mi gente para encontrarnos en el Complejo ¿Por qué no se van para allá?», «No, queremos ir a un lugar más tranquilo», «Ah», «Bueno, tú te lo pierdes, chao». Chesss … ¿Qué me pierdo?, ésa era la gran pregunta ¿Qué exactamente estaba a punto de perderme? El sólo imaginármelo hacía que la sangre se agolpara en algunas de mis venas.

El sábado temprano mi amiga me cayó con todo: «Eres una rata, Paoly está que te dice para salir y te haces el difícil», «No es eso, pero ¿Qué puedo esperar de ella? ya hemos salido y no quiero pasar por lo mismo», «Pero ahora es diferente», «¿En qué?», «Está decidida», «¿Por qué?», «Me ha dicho que le gustas». ¿Que puede argumentar uno contra eso?, nada, si a uno también le gusta la otra persona, y mi amiga lo sabía. «Anda engaña a otro», «En serio, anoche me dijo». Maldije en silencio lo peor que pude. No iba a dedicar mmi última noche en Iquitos a un tal vez, lo seguro eran mis amigos, el trago … y la gata. Cogí el teléfono y llamé a su casa. Mi amiga me dirigió una mirada fulminante. No estaba. Que vuelva a llamar en media hora. Lo hice. «Discúlpame, discúlpame, pero no voy a poder salir, mi mamá me ha castigado», la cagada, «Si puedo salir te llamo, o te busco allá, ok?». O sea nada. Fué en este momento que me empezé a sentir un juguete del destino. Como no es algo muy agradable me largué a ver otras cosas. Regresé en la tarde, habiendo digerido ya en parte el hecho que tenía que jugármelas por el tal vez. No pasó mucho rato cuando apareció Paoly. Era necesario pintar la cancha. «Y bueno, ¿ya saben a donde van a ir?», «¿Porqué? ¿Nos vas a acompañar?», «Puede ser, pero después de las 2», «Ah no, muy tarde, no quiero puchos», «Pero es buena hora, además tengo que pasar un rato con mis amigos de todas maneras», «Y con tu amiga claro», «No es eso, no quieero quedar mal con mis patas … ¿Por qué no nos encontramos en el Complejo y de ahí salimos para otro sitio?», «No», «¿Y si lo dejamos para mañana domingo?», «No, no puedo mañana ….. ahora o nunca». La puta que la parió. Me sentí acorralado, no había alternativa, ahora o nunca. La forma cómo lo dijo y cómo me miró me animó a tomar su mano, ella no la retiró ni intentó hacerlo, más bien acarició la mía. Parafraseando a Varguitas, podría decir que ése fué el momento en que me jodí. «Ya pues, a la 1″, No, a las 12». Mi amiga intervino desde su rincón: «A la 1 está bien Paoly», «Bueno», «Miren» les dije «A las 12 las llamo para saber donde nos encontramos a la 1, ¿Ok?», «Ok». Eso me dejaba solo dos malditas horas de trago. Muy a mi pesar solté la mano de Paoly, se despidió y se fué. Me quedé hablando con mi amiga «¿Qué quiere realmente?», «A tí te quiere, baboso», «Te lo digo de otra forma, ¿Hasta donde vá a llegar?», «Ah, eso es asunto de ella, no crees?», «Sí, pero mira, por más que me guste no voy a enredarme con ella mas allá de lo debido justo cuando me estoy yendo, no sería justo ni con ella ni conmigo, ¿Entiendes?», «Oye, ella no es una cualquiera», «Bueno, sólo quería aclararlo».

El resto de la tarde la pasé dando vueltas por Iquitos. Luego de la puesta del sol el calor no bajó ni un ápice, al contrario, pareció aumentar, tanto como la ansiedad que yo sentía. Así que después de cerrar la tienda y comer algo, llamé a uno de mis patas: «Apura que estoy con sed», el llamado funcionó y pronto estábamos disfrutando por ahí de la clásica 3×10. A las once y algo llegamos al complejo, estaba full y la gente ingresaba en manadas. Con un par más de muchachos de la oficina nos quedamos a pocos metros de la entrada mirando a los que llegaban. Pasadas las doce ya estaba por llamar a las chicas cuando las veo entrar con el gil de mi amiga. ¿Tanta vaina para terminar viniendo aquí?. Pasaron saludándome y siguieron su camino. Miré su ruta y seguí con mis amigos un rato más. Luego me acerqué justo cuando empezaba una canción. Tomé a Paoly de la mano y empezamos a bailar, y seguimos bailando hasta que sentí unas voces conocidas, busqué y claro, mis amigos se habían mudado con todo al costado de nosotros y estaban haciendo lo de costumbre, vacilarse en grande, al verme empezaron a gritar: «Lobooooo», Paoly se arrochó un poco y luego de conversar un toque con la amiguita me dijo para ir al famoso pub. Ésta éra su noche, así que salimos. Afuera hubo una pequeña deliberación: No sabían donde ir. Propuse Las Vegas, no es un pub, pero creo que calzaba bien con lo que todos querían, así que agarramos motokar y hasta San Juan. Una vez allá seguimos bailando, no sin antes brindar con cerveza, siquiera. Paoly no toma, pero aceptó esta vez. La tercera canción fué una lenta. Ahora o nunca me dije. Ella estaba pegada a mí, alzé su rostro y estaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta: la besé. Aún la estaría besando si no fuera por que la condenada canción acabó. Nos sentamos y seguimos besándonos. Mucho más rato después la tomé en mis brazos y le pregunté «¿Por qué estas acá conmigo?», «¿Tu que crees?», «Yo no creo nada, por eso te pregunto», se demoró unos segundos en contestar «Por que me gustas pues, tontito».

Hace muchos años, más de los que ha vivido Paoly, alguien de quien ya no me acuerdo su rostro me dijo algo similar, fué lo máximo para mí. En ese momento no lo recordé, ahora escribiéndolo sí. Como leí el otro día «¿Qué es el amor o el ser amado finalmente sino el espejo donde queremos mirarnos?». Mi hija mayor me dice «Sal con chicas de tu edad», me he cansado de explicarle que esa especie no existe. Dudo que lo entienda. Por mi parte yo me conformo con lo que me toca. Al rato Paoly me dice que ya es hora de irnos. De acuerdo. Todo tiene su final. De regreso a la realidad, o quizás saliendo de ella, no dejo de acariciarla, es tan suave, joven y hermosa que no quiero comprender nada. «Muchachita loca» le había respondido cuando me dijo que le gustaba. Llegamos a su casa. Me besa despidiéndome. «Vé a descansar … amor» me dice, «Claro». Entra y cierra su puerta. El amor hay que celebrarlo, cualquier poeta que se respete lo sabe, yo ya no aspiro a serlo, hace tiempo que las musas me abandonaron. «Al Complejo» le digo al motocarrista. Llego y aún encuentro a mi gente. El trago nunca se acaba. Regreso a mi casa con la oscuridad a punto de desvanecerse. Mi hija me oye entrar y dice «El padre calabacito llegó». Yo me río. Mañana dejo esta ciudad. No sé si seguiré riendo.