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Augusto Roa Bastos, QEPD

Augusto Roa Bastos, el insigne escritor paraguayo falleció ayer martes, a los 87 años, a causa de un ataque cardíaco, en esta ciudad, en la que nació. El autor permanecía internado desde el viernes pasado, cuando sufrió una caída en su domicilio y recibió un fuerte golpe en la cabeza que le provocó un hematoma, por lo que debió ser intervenido de urgencia (La noticia vía La Nación). El hecho se produce poco después de la noticia de que su secretaria huyó robándole dinero. Asimismo se informa que en Paraguay se ha decretado tres días de duelo, y connotados intelectuales, como Abel Posse, dan su testimonio sobre Roa Bastos. Finalmente La Nación concluye su cobertura sobre el asunto con un recordatorio de Horacio Salas sobre la vida y obra del gran escritor paraguayo.

Roa Bastos será recordado por su novela Yo el supremo, que es ya de referencia obligatoria cuando se habla de literatura sobre los dictadores latinoamericanos. Pero escribió además otras obras importantes como: Hijo del hombre y El trueno entre las hojas. El diario Última Hora de Asunción publica una cronología de su vida y obra.

Para quien quiera leer algo de su producción literaria: Kurupí, en selección de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Y un corto pero interesante artículo sobre su obra: La Realidad superada. También un entrevista, de la cual extraigo el siguiente párrafo que contiene dos temas que lo definen, la literatura y el exilio.

Nunca he querido ser un historiador de la cultura y menos todavía un historiador o interpretar mi obra. Se habla mucho de los libros que uno escribe, la crítica ahonda en cada palabra, las interpretaciones son diversas. Yo prefiero hablar de la vida. Antes de salir al exilio era poeta aunque había escrito obras de teatro. Afuera fue como si soltara muchas amarras y comenzó mi etapa de narrador. Era muy difícil publicar en aquellos años de mi juventud, no había espacios en mi país y en cambio podíamos escribir poemas y leerlos unos a otros o simplemente tener a mano los libros inéditos y sentir que teníamos un libro. Nuestros maestros también habían ido al exilio.

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