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Fe

El perro salta tras las palomas, una y otra vez, incansable. Cuando éstas vuelan se las queda mirando con lo que sospecho es una sonrisa en su expectante hocico. Luego se agazapa y cuando regresan, corre de nuevo tras ellas, felíz, confiando que un día él también podrá volar.

Imagen de Nip it in the bud.

El llavero

Los hechos sobrenaturales siempre me han generado tan sólo una sonrisa y eso, si los veía en películas, no en la vida real. Pero ayer 31 sucedió algo que me dejó pensando. Temprano por la mañana vino N. y me trajo un regalito, una pequeña zapatillita para mi llavero. Era bonita y de inmediato la puse en mi manojo de llaves junto con otros tres llaveros de adorno que poco a poco habían encontrado su lugar ahí. Pasaron las horas y al mediodía, al sacar las llaves de mi bolsillo cayó uno de los llaveros antiguos, lo recojí y guardé pues me dio flojera colocarlo de nuevo en su lugar. En la tarde mientras abría la puerta de la casa, otro de los llaveros de adorno se deslizó al suelo. Admito que no me pareció extraño, pensé que era una simple casualidad o maltrato al manojo de llaves por parte mía. Sin embargo, en la noche mientras cerraba todo para salir a ver a N. me di cuenta que el último de los antiguos llaveros se había quedado en mi bolsillo. En mi mano estaban las llaves con un único llavero: la zapatillita que N me había regalado tan sólo unas horas antes. Una extraña desazón recorrió mi cuerpo, pero rápidamente la desestimé. Llegué a casa de N. y olvidé todo al verla y sentir sus besos. Momentos antes de despedirme cogí de su mesa de noche una revista doblada en la página de los horóscopos. Por curiosidad leí el de ella: «Dominante y posesiva. No soportas no ser la única en el corazón del ser que amas.» Entonces, mientras en la iglesia cercana tañían las campanas de la medianoche, recordé la zapatillita y los otros llaveros descartados. Al levantar la vista ví en el espejo que N. me miraba dulcemente desde el quicio de la entrada de su cuarto mientras lentamente cerraba la puerta.

Fases

Curiosamente los problemas empezaron cuando las últimas huellas de aquella apasionada velada de amor desaparecieron de su cuerpo. Luego de una romántica semana ella empezó a rehuir el contacto, no más una voz sensual al teléfono ni ardientes sesiones de chat. Fueron dos semanas de discusiones y desencuentros que finalmente culminaron en silencio. Nada que decir. Sólo estática desde ambas partes. Pareció que todo había acabado. Entonces las huellas comenzaron a aparecer de nuevo. Tan tímidamente que no se dió cuenta hasta que fueron demasiado evidentes. Como más que evidente era la excitación que bullía en su cuerpo. Él se preguntó si ella estaría experimentando lo mismo. Lo supo cuando recibió un e-mail suyo. Había una fecha pactada y mas le valía estar ahí ese día. Él miró al cielo a través de su ventana y vió a la luna iluminándole.

Celebración

Cuando la vió en el menú la pidió de inmediato. Al rato se la trajeron. Se entretuvo un rato revolviendo todo con la cuchara mientras pensaba. Luego se entregó a su tarea. Si alguien lo hubiera visto en ese momento habría pensado en un comensal algo tonto. Pero de haberlo observado detenidamente se habría percatado de su intensa concentración, casi como la de un niño en su lúdico menester. Lo que le resultó fácil encontrar fueron la E y la O. Luego sin mucho esfuerzo aparecieron la C y la I. Un problema adicional era no perder lo encontrado, pero con movimientos suaves y calmados se resolvió el asunto. La N se hizo esperar confundida entre muchas M. La L fue la más difícil, pero la descubrió escondida detrás de una E. Luego se puso a ordenar todo, una vez hecho esto lo levantó de una sola cucharada y se lo tomó. Sonreía cuando lo hizo.

Burocracia

Hay un gato que vive en la oficina, siendo éste un edificio público, parece extraño. Anteriormente había visto las huellas de sus patitas en los papeles que quedaban encima de mi escritorio o en el de algún otro. Pero como no dejo ningún documento oficial a mano no ha habido mayor inconveniente.

Sin embargo desde la semana pasada la gata ha decidido visitarnos por las mañanas. A eso de las 10 u 11 am, llega no sé de donde y hace una revisión de las cajas que usamos como tachos buscando que comer, atraída imagino por los restos de lo que desayunan algunos trabajadores. La verdad se le vé flaca y al tocarla siento sus huesos a flor de piel. Luego de su diaria visita desaparece hasta el día siguiente. Nadie le molesta, nadie le hace mucho caso tampoco, hasta podría ser una contribuyente más.