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Viaje Iquitos – Yurimaguas por río, 1

Lo que sigue es un relato del viaje que hice en la ruta Iquitos – Yurimaguas por río. Lo escribí en la misma embarcación, cada noche de las que pasé en ella. Me embarqué un lunes por la tarde y llegué un jueves por la mañana. En total son tres partes. Para no hacer el texto más aburrido de lo que ya es, lo acompaño de algunas de las fotos que fui tomando en el trayecto. El texto ha sido copiado tal cual figura en mi cuaderno. Esto sucedió entre el 4 y el 7 de enero de este año.

Ella siempre me da lo que quiero, a veces me da lo que necesito y no lo que quiero, pero la entiendo, se preocupa por mi, me protege. Pero a pesar de eso soy un amante malagradecido. Una vez satisfecho mi deseo ya me siento incómodo en ella y quiero abandonarla. Sus favores no me encandilan más, sus ofrecimientos los rechazo. Mi mente ya está enfocada en la siguiente conquista. Vamos por ella.

Llegué al puerto de Masusa a comprar mi pasaje a Yurimaguas a eso de las 2.20. Al toque ubiqué al «Eduardo» que salía ese mismo día por su pizarra con el «HOY» escrito en ella. Cuando estaba entrando a la embarcación unos llamadores se acercaron para preguntarme cuanto quería pagar, no solté prenda, pero igual me llevaron con el encargado de vender los pasajes: 50 soles primer o segundo piso. Hay gente que paga menos, pero va en la plataforma de carga, bastante incómodo supongo. Pagué y una vez que me dieron mi recibo fui al segundo piso a ver que tan lleno estaba. Ya había hamacas colgadas pero espaciadas, y algunas personas en ellas. Bajé y regresé a la ciudad a alistar mis cosas.

Ya con mi mochila lista y mi hamaca, reparé que no tenía nada con que abrigarme, ni siquiera una casaca, así que fui a buscar algo y me prestaron una colcha que supuse me protegería del frío y el viento de las noches y madrugadas en el río. Tenía que hacer otras diligencias más de último minuto, y como me habían dicho que la lancha saldría a las 6pm, y claro, nunca son puntuales, me confié. Craso error ¿o era ella que quería retenerme?. Llegué al puerto a las 5.05pm y nada más acercarme a la zona donde estaba acoderada la Eduardo IV, llegaron a mi encuentro los llamadores de otra embarcación diciendo que ya no había espacio ahí y que fuera con ellos a otra lancha. Miré a la Eduardo y se veia llena, pero pensé que sería debido, en parte, a la gente que acude a despedir a sus familiares.

Iquitos - Yurimaguas, 2

Iquitos - Yurimaguas, 3

Iquitos - Yurimaguas, 5

Iquitos - Yurimaguas, 6

Cuando subí a la nave pude darme cuenta que realmente estaba llena. Abriéndome paso a duras penas entre viajantes, sus acompañantes y los infaltables vendedores, llegué al segundo piso sólo para comprobar que estaba casi abarrotado. Alcancé el otro extremo o popa, que es donde se ubica el comedor, y sólo me quedó poner mi mochila en el piso, cerca a donde había un pequeño espacio, y ver que se podía hacer. Lo que ví, para mi mala suerte, fue que el pequeño espacio era en realidad el único para acceder a la escalera interna al primer piso.

Ahí estaba yo, casi desolado y evaluando la perspectiva de pasar la noche sentado en el piso de metal, cuando un poco más allá uno de los pasajeros me dijo si le podía cuidar sus cosas un momento, mientras desamarraba su hamaca. Al parecer había encontrado un amigo en el primer piso y se iba para allá. Rápidamente saqué mi hamaca… sólo para encontrarme con que la cuerda para atarla estaba entera… o me habían dado sólo una. De cualquier manera había que partirla. Por supuesto no tenía cuchillo ni ningún otro objeto cortante. Niño scout no fuí.

En esas estaba cuando un muchacho con el que había intercambiado algunas palabras me dijo que si gustaba iba a la cocina del otro piso para que la partieran, con algo de desconfianza se la dí y al ratito regresó con la cuerda en dos pedazos. Acto seguido, procedí a atar mi hamaca lo mejor que pude, pues tampoco fui marinero ni experto en nudos. La probé sentándome en ella y jalando los extremos amarrados un par de veces a fin de no despertarme a media noche de un buen golpe en el piso. Terminado esto me puse a pensar en otras cosas y de pronto el voceo de un vendedor me hizo percatarme de un olvido mío: no tenía taper para la entrega del rancho ni cubiertos para comerlo. Definitivamente el apuro no es un buen consejero antes de un viaje.

Iquitos - Yurimaguas, 9

Iquitos - Yurimaguas, 10

Iquitos - Yurimaguas, 14

Iquitos - Yurimaguas, 18

Estaba yo viendo a quien encargarle mi mochila para ir a comprar lo que me faltaba cuando por el techo de la embarcación contigua se acercó un vendedor ofreciendo entre otras cosas, cucharas. Al toque lo llamé y compré una por un sol. Luego me ofreció tapers, «pero no tienes» le dije, pues en su cajita de venta no se veían. Ni corto ni perezoso llamó a otro vendedor que estaba en el piso de abajo de la embarcación donde se encontraba y éste se acercó y por la ventana le alcanzó un taper rojo. «Dos soles». Pagué y pensé que ya tenía un problema menos, sólo para caer en  la cuenta que otro acababa de aparecer. Me quedaba solamente un sol en monedas y luego billetes grandes. En teoría no tendría por que ser un problema, pero nunca se sabe.

A todo esto ya eran más de las cinco y media de la tarde y seguía llegando más gente a la embarcación. Dejé encargado mi sitio con mis cosas y fui a proa para tomar unas fotos y de pronto, a las seis, la lancha empezó a moverse. Quedé sorprendido por la inusual puntualidad, pero todo fue una ilusión. La lancha sólo hizo un corto trayecto hasta el vecino puerto Henry para que embarcaran un contenedor y otras cargas de peso con la grúa. Cuando salimos de ahí ya había oscurecido, pero las siete nos dieron en el puerto de ENAPU donde la nave se había detenido nuevamente para la inspección y presentación de documentación de rutina.

Iquitos - Yurimaguas, 22

Iquitos - Yurimaguas, 26

Iquitos - Yurimaguas, 29

Iquitos - Yurimaguas, 33

Después de todo este proceso la nave por fin inició ruta más o menos a las siete y media, que es la hora a la que había salido en otras oportunidades pero sin las paradas de esta ocasión. Me arrecosté en mi hamaca para enviar unos sms antes que la señal desapareciera cuando sentí un ramalazo de hambre en mi interior, y fue entonces que caí en la cuenta que la falta de sencillo sí sería un problema. No se reparte comida en estas embarcaciones el día de salida. Y la cocina del piso estaba vacía. Maldije para mi mismo y me resigné a pasar hambre.

Como a la media hora sentí un olor a comida y me pareció que procedía del piso inferior. Fui a averiguar y vi varias personas comiendo. Averigué y me dijeron que vendían comida. El juane a dos soles y el huevo a sol. Pagar por un simple huevo duro un sol me pareció caro, pero era lo único que mi bolsillo podía permitirse que a la vez mitigara el hambre que se hacía sentir ya más fuerte. Sin ninguna esperanza le pregunté al cocinero si el huevo salía solo. «No», me dijo, «Viene con su arroz». Ok. Arroz con huevo duro no es la mejor comida del mundo pero les aseguro que cuando hay hambre se pueden comer cosas peores. Saqué mi único sol y pagué. Al ratito me sirvieron lo pedido y me preguntaron si quería sal. «Claro» contesté. En la mesa había una jarra de refresco y vasos. Me serví y devoré hasta el último grano de arroz en breves instantes. Por lo menos el arroz no estuvo mazacotudo, debo admitirlo.

Ya un poco satisfecho y luego de ir al baño, me senté en el vacío comedor pero acompañado por muchos insectos voladores, a escribir mi relato del viaje hasta ese momento, las ocho y treinta más o menos. A las nueve y treintaiocho lo di por terminado y me dispuse a pasar una buena noche. El resplandor de la ciudad había dejado de percibirse ya buen rato atrás. Algo de nostalgia acudió a mi al tomar conciencia del alejamiento. Adios Iquitos, hasta que te extrañe de nuevo.

Iquitos - Yurimaguas, 34

Viaje Tumbes – Lima

Luego de regresar del paseo a Puerto Pizarro, lo primero que hice en Tumbes fue confirmar si el ómnibus de Cruz del Sur salía ese día, y la respuesta fue sí, a las 3pm. Eso me daba tiempo suficiente como para almorzar regresar al hotel, bañarme, recoger mis cosas con calma e ir a la agencia a esperar la salida del bus. Felizmente no tuve ningún contratiempo y poco después de la hora indicada ya me encontraba a bordo del bus y atravesando el puente sobre el río Tumbes rumbo a Lima.
Viaje Lima - Pasto, 34
A pesar que la ruta va casi toda pegada a la costa, siempre se puede ver un paisaje variado, claro, dependiendo del lado que uno se siente y qué tan animado esté como para pasársela mirando por la ventana.
Viaje Lima - Pasto, 37

Viaje Lima - Pasto, 39

Estas dos fotos anteriores son todavía en lugares relativamente cercanos a la ciudad de Tumbes.
Viaje Lima - Pasto, 41

Viaje Lima - Pasto, 47

Estas otras dos corresponde a partes del pueblo de La Cruz, en el distrito del mismo nombre, que es donde terminan los manglares. Ya a partir de ahí hacia el sur es la costa tal como la conocemos en el resto del Perú, tal como se aprecia mejor en la segunda foto.

Luego de eso ya se pueden ver playas como las que les muestro a continuación. Las fotos no estan muy nítidas por que fueron tomadas desde el bus en movimiento, a través del vidrio de la ventana y con zooom.

Viaje Lima - Pasto, 81

Viaje Lima - Pasto, 83

Viaje Lima - Pasto, 90

Ya casi para entrar a Piura nos detuvimos en el Puesto de Control de la Sunat, donde hacen bajar a todo el mundo con su equipaje, lo revisan y de nuevo al bus. Pero entretanto me di tiempito para fotografiar a unos pajarillos que tienen sus nidos ahí.
Viaje Lima - Pasto, 91

Viaje Lima - Pasto, 93

Luego ya empezó a atardecer y el sol se ocultaba cuando pasamos por Máncora.
Viaje Lima - Pasto, 96
Y bueno, al día siguiente ya llegué a Lima. Por lo que con este post doy fin a la serie del viaje Lima – Pasto – Lima. Todas las fotos del viaje las encuentran acá (1106).

Puerto Pizarro, 2

Puerto Pizarro, 60
Como contaba en el anterior post, una vez en Puerto Pizarro (Tumbes) tomé un bote para dar un paseo hasta la Isla del Amor, luego de estar ahí un rato y recorrer la playa de la isla, tomar fotos y curiosear los puestos de artesanía, nos embarcamos de nuevo en el bote. La marea ya había subido un poco, lo cual nos permitiría desplazarnos por entre las diversas islas y riachuelos de la costa de manglares, algunas zonas pura tierra y arena pero bastante llenas de cangrejos, otras con parte playa y parte vegetación pero por las aves en ellas supongo también habría crustáceos que cazar, otras sí eran los típicos manglares mencionados.
Puerto Pizarro, 63
Puerto Pizarro, 70

Puerto Pizarro, 72

Luego de un rato de navegar, el botecito finalmente se detuvo y el señor me dijo que siguiera el caminito que en unos minutos llegaba a donde quería ir, y que él me esperaba ahí. Por un momento pensé si sería una especie de asalto, la zona se veía desolada y fácil podía terminar de alimento de los cangrejos al fondo del riachuelo, pero bueno, no quedaba de otra. Salté del bote y seguí el sendero.
Puerto Pizarro, 82
Caminé como unos 4 o 5 minutos sin novedad hasta que vi a lo lejos el lugar donde iba. Antes de llegar me crucé con un par de personas con pinta de trabajar por ahí y me confirmaron el dato, así que ya más tranquilo apuré el paso y finalmente llegué.
Puerto Pizarro, 86
El lugar que había querido visitar era el Zoocriadero de Cocodrilos de Tumbes, una especie en peligro de extinción. Este lugar es una dependencia estatal, a cargo de FONDEPES, y cumple una labor importante pues en sus instalaciones han nacido ya buena cantidad de cocodrilitos y a la fecha hay unos 300 ejemplares de todas las edades y tamaños a cargo del Zoocriadero. El valor de la entrada es de 3.50, pero hay que pagarlo antes de embarcarse, en la oficina de FONDEPES en Puerto Pizarro. No olviden ese detalle si es que van por allí. (Interesante leer este post de otra visita al Zoocriadero.)
Puerto Pizarro, 105

Puerto Pizarro, 103

Luego de satisfacer mi curiosidad mirando todos los ambientes del criadero, tomando fotos y charlando un rato con uno de los encargados, agradecí la atención y salí en busca del botecito que me trajo, para en él regresar a Puerto Pizarro, pues si bien hubiera querido almorzar por ahí nomás, me había quedado corto de soles y debía hacer una operación monetaria previa. El viaje de retorno me permitió volver a admirar los paisajes y sus animales, y con unas fotos de ese trayecto es que los dejo hasta el próximo post, que creo, ya será el último de la serie.
Puerto Pizarro, 111

Puerto Pizarro, 114

Puerto Pizarro, 118

Puerto Pizarro, 126

Puerto Pizarro, 140

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Puerto Pizarro, 1

Al día siguiente de lo relatado en este post y luego de salir a desayunar y chequear internet un rato en una cabina, no tan lenta por cierto, decidí ir a Puerto Pizarro. Casi cada vez que he ido a Tumbes me he dado un saltito a este pequeño pueblo, así que luego de varios años ¿Por qué no ver cómo andaban las cosas por ahí? Y bueno, cogí un colectivo y en cosa de 10 minutos ya estaba en Puerto Pizarro. ¿Cambios? sí, más cemento, más gente. Lo que no es algo que me guste mucho pero tampoco era algo exagerado.
Puerto Pizarro, 1
La playa se veía con bastantes botes, lanchitas, gente y pelícanos. Miré un rato y transé con uno de los varios que ofrecían paseos en bote por las inmediaciones. El atravezar la parte de la costa con las embarcaciones ahí acoderadas me dio la oportunidad de ver de cerca a los mencionados pelícanos, aves que me gustan mucho pues me hacen recordar mi infancia en el Callao.
Puerto Pizarro, 12
Pero no todos los botes que se ven son para paseos, o quizás no todo el tiempo, algunos, como el de la siguiente foto, sirven para labores de pesca artesanal (y algunos de esos pescaditos se ven muy apetitosos cabría agregar).
Puerto Pizarro, 16
Durante el trayecto se pueden ver otras especies de aves marinas, además del pelícano, como la garza de la siguiente foto. Pueden apreciar además que el paisaje es un poco diferente al de otras zonas costeñas del Perú, esto por su proximidad con el Santuario Nacional Manglares de Tumbes. Tumbes es la única parte del país donde se encuentran estos manglares, dicho sea de paso.
Puerto Pizarro, 23
El destino de este corto paseo era la isla conocida como «Isla del Amor» (Un pequeño video de ella vista desde la playa de Puerto Pizarro acá). La gente suele ir ahí a bañarse y pasar el rato. Se puede almorzar también, pues hay varios restaurantes. Además venden artesanías, mayormente hechas de productos marinos y/o con motivos marinos.
Puerto Pizarro, 30
Puerto Pizarro, 54
Pero a mi particularmente me entretiene mucho ponerme a mirar los pequeños cangrejitos que recorren las playas de toda esta zona. Esta vez no vi muchos, pero hace años en una playa de la costa, ví literalmente cientos de ellos, de diversos tamaños, aunque ninguno muy grande.
Puerto Pizarro, 43
Y bueno, mañana sigo con la segunda parte del paseo.

Viaje Quito – Tumbes

Otra serie de posts que dejé abandonada. Bueno, momento de retomarla. Entonces, estaba en que luego de recorrer Quito todo lo que pude las pocas horas que pasé ahí, ya había llegado el momento de ir de nuevo a la terminal de buses sur Quitumbe para embarcarme rumbo a Perú. Así que siendo más o menos las 5 de la tarde regresé a la Plaza Santo Domingo y me subí a un trolebúscon destino al sur de la ciudad. Nuevamente casi una hora de camino, hasta la terminal ahora. Llegué, recogí mi mochila, comí algo y a esperar el bus.

La espera me pareció larga, pero más por que había llegado relativamente temprano. Finalmente apareció el omnibus, subí, me instalé y me dispuse a pasar las 14 horas del tramo Quito – Huaquillas. Como el trayecto fue de noche dormí, no muy bien, pues los buses ecuatorianos no son especialmente cómodos, pero sea como sea a la mañana siguiente ya estaba más cerca al Perú. Menos mal que avisaron que ya estábamos cerca a la oficina de migraciones, en las afueras de Huaquillas por lo que pude aprovechar y bajarme ahí, hacer el trámite de salida de Ecuador y tomar luego un taxi hasta Huaquillas propiamente dicho. Ya ahí, caminé unas cuantas cuadras y listo: en Perú de nuevo!

Por supuesto, había que registrar oficialmente este hecho así que tomé un mototaxi de Aguas Verdes a Zarumilla que es donde está el puesto migratorio peruano. Realizado el trámite correspondiente tomé una combi rumbo a Tumbes. Ya en esta ciudad me dirijí a las oficinas de Cruz del Sur para adquirir mi pasaje a Lima, pero… me encontré con que no me aseguraban la salida para ese día, debido a que había un bloqueo de carreteras, caballero pues, a buscar hotel para pasar la noche. Pero como para la noche faltaba bastante, luego de instalarme y dejar mis cosas salí a buscar donde comer (otra vez) un rico cebiche.

Para encontrar una buena cebichería nuevamente confié en un motocarrista, esta vez pedí que me llevaran a un «hueco», algo caleta y bueno. Así que dicho y hecho el chibolo del motocarro que tomé me llevó por varias cuadras hasta que me dejó en la cebichería «Caleta 9». Subí, pues es en un segundo piso, miré rápidamente el comedor, que no estaba lleno, quizás por la hora y me decidí por un mesa en la entrada, con vista a la calle y casi bajo la luz del sol, que en Tumbes suele ser como me gusta, brillante y fuerte. Me trajeron la carta y pedí un cebiche de pescado con conchas negras, y una cerveza. Me pusieron canchita, me trajeron la cerveza, me tomé un vaso y esperé.

Caleta 9, 2

En la mesa contigua el hijo del mozo o administrador o dueño, no le pregunté qué era, remoloneaba con un plato de sopa mientras hacía preguntas de variado talante a su papá. Éste no se afanaba demasiado en contestar, dividiendo su atención entre el niño y el periódico que leía. La calle reverberaba con la luz solar y en los parlantes del establecimiento el Grupo 5 había dejado de cantar «…me olvidé de ese amor, amor que un dia te entregué…» para dar paso a un vals criollo cuando la llegada del cebiche a mi mesa interrumpió mis cavilaciones y recuerdos del viaje. Probé un trocito de pescado, luego otro, bebí un trago de cerveza… y entonces sucedió. Toda una serie de sensaciones, recuerdos y emociones se agolparon juntas en mi. Fué como una epifanía pero mejor, pues no tuve ningún tipo de aparición, sólo una iluminación interna muy fuerte, con la certeza, la alegría, la conciencia, de ser peruano, estar en el Perú y disfrutar todas y cada una de las pequeñas cosas que conforman esa peruanidad que a veces no entendemos. Durante un breve instante fui todos los peruanos, vivos y muertos, incluso aquellos ancestros míos que nunca vieron un hombre blanco y para quienes su país fue uno muy distinto al nuestro. Contemplé el imperio de mis antepasados y reiné en él.

Mientras cogía una servilleta para mis ojos me pregunté a mi mismo del por qué de esa inusual experiencia. Ok, el cebiche estaba buenísimo, pero no era para tanto, tampoco la cerveza. Creo que la confluencia de todas las cosas descritas más el sentimiento de culminación del viaje fue lo que me provocó esa especie de orgasmo espiritual y ataque de patriotismo conjugados. Luego de cerciorarme que nadie me miraba procedí a reanudar la placentera tarea de dar cuenta del cebiche y de la cerveza. No me apuré, no había motivo. Todo parecía perfecto, en su sitio, salvo por la que se había quedado en Colombia, pero eso no es materia de este post.

Caleta 9, 1

Luego de acabar ese riquísimo cebiche que ven ahí, y mientras bebía con toda la calma del mundo el último vaso de cerveza, el encargado me hizo la charla y terminó contándome que el local había ganado dos premios como mejor cebichería de Tumbes, hasta me sacó su cuadrito con el título que les dieron y que pongo más abajo. O sea que tan caleta tampoco es el sitio, pero eso sí, queda recomendado para todos aquellos que recalen por la ciudad y gusten regalarse una buena comida. A mi definitivamente me pareció de lo mejor y si vuelvo a Tumbes seguro que paso por ahí de nuevo. Y en cuanto al viaje ya el resto del día me relajé y descansé, pero al día siguiente hice un pequeño paseo que lo posteo luego.

Caleta 9, 4

Caleta 9, 5

Otros posts míos relacionados: del inicio del viaje, de Tumbes, de Ipiales, del Santuario de las Lajas, de Pasto, la exposición «Los espíritus, el oro y el chamán», el Museo del Oro, graffitis en Pasto, Casa Museo Taminango, Museo Juan Lorenzo Lucero, Exposición: Simbiosis Simbólica, Exposición: Cristo en Imágenes y el Museo Zambrano, Pasto, 2, Carnaval de Pasto, Carnaval de Pasto, 2, Pasto, 3, Pasto, 4, Delicias Pastuzas, Chicas de Pasto, Viaje Pasto – Quito, Plaza Santo Domingo, Quito, Plaza de la Independencia, Quito, Palacio de Carondelet, Quito, Basílica del Voto Nacional, Quito, I, Basílica del Voto Nacional, Quito, II, Museo Casa de Sucre, Quito y Quito.

Medasho

El momento perfecto.
Ella ha acomodado su cabeza en mi hombro y sus largos rizos se han esparcido por mi pecho.
Me estaba contando algo pero ahora calla y su respiración es sosegada.
Su cuerpo que no hace mucho se arqueaba por la pasión, yace ahora pegado a mi, contagiándome su tibieza.
La luz del amanecer se filtra por la ventana.
Desde mi punto de vista a 15 pisos de altura, la ciudad se ve formidable a mis pies.
Pero es como si recién la viera,
Y
Le perdono la gigantezca cicatríz que la atraviesa.
Le disculpo el que me haga sentir en minoría.
Le concedo que sea bella a su manera.
Aunque todavía no la comprenda del todo.
Porque me ofrenda la encarnación de su espíritu en una de sus hijas.
Y yo he aceptado el presente.
Me siento casi parte del todo cuando una voz de pronto me dice:
«¿De verdad me quieres?»

Disfruta la magia cuando la sientas. Es esquiva y se diluye en tus dedos cuando intentas atraparla.

Quito

Estas son las fotos sueltas prometidas de diversos lugares de Quito. Ya con esto termino la serie dedicada a mi breve paso por dicha ciudad, pero todavía falta un poquito par terminar con el viaje. Bueno, los dejo con las fotos:
Quito, 5
Interior de la Iglesia de Santo Domingo
Quito, 17
Señalización en la Plaza de Santo Domingo
Quito, 32
Interior de otra iglesia, me llamó la atención el piso de madera.
Quito, 45
Mujer con vestido típico.
Quito, 54
Restaurant La Guaragua.
Quito, 52
Iglesia.
Quito, 57
Centro Comercial Arzobispal.
Quito, 62
Arquidiócesis.
Quito, 70
Músico.
Quito, 80
Reportera en Acción.
Quito, 83
Iglesia.
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Teatro callejero.
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Iglesia.
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Costado Plaza Santo Domingo.

Museo Casa de Sucre, Quito

Luego de la visita a la Basílica del Voto Nacional seguí paseando por las calles de Quito y entrando a diversos sitios que me llamaban la atención. Ya casi al atardecer llegué a la Casa Museo Sucre, que está dedicada a la memoria de Antonio José de Sucre prócer de la independencia sudamericana. Pagué mi entrada y acto seguido una amable guía se me acercó para mostrarme e ilustrarme sobre todos los rincones y anécdotas de la casa y vida no sólo de Sucre sino de cómo eran las costumbres en esos años. Acá algunas de las fotos:
Quito, 26
Museo Casa de Sucre
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Patio Central
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Soldaditos
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Armas
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Donde se guardaban las monturas y carretas
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Cocina
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Dormitorio de Sucre
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Comedor
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Sala
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Vista desde el segundo piso
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En recuerdo de Tiwinza
Ah sí, todo iba tan bien, con la historia de Sucre y bla bla bla, y al final me encuentro con un homenaje de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas a los combatientes de Tiwinza. Bueno, mientras no ofendan al Perú están en su derecho. Creo que me dieron un folleto de eso pero no estoy seguro, lo que sí, me dijeron que ese homenaje es porque son las FA ecuatorianas las que administran la Casa Museo Sucre. Y con eso se acabó mi recorrido por Quito. Mañana veré de poner algunas fotos sueltas tomadas por diversos sitios de la ciudad. Si desean ver todas las fotos de la Casa Museo Sucre, las tienen acá.

Basílica del Voto Nacional, Quito, II

Habiendo tomado las fotos del post anterior de la Basílica del Voto Nacional, tenía dos opciones, o irme o ingresar al interior del templo y a las torres de la Basílica. Decidido esto, pagué el importe correspondiente, creo que un dólar, y entré a ver cómo se subía a las torres. Hay un ascensor en el primer piso que lleva hasta cierto punto, de ahí ya son escaleras, y cada vez más empinadas. Cada torre tiene una altura de 115 metros, supongo que llegué a los 110. Bueno, vean ustedes:

Basílica del Voto Nacional, 21

Dentro de la Basílica.

Basílica del Voto Nacional, 23

Subiendo, la vista de una de las torres menores.

Basílica del Voto Nacional, 28

El reloj visto desde atrás, y la barandilla.

Basílica del Voto Nacional, 32

El centro histórico de Quito con el cerro El Panecillo.

Basílica del Voto Nacional, 35

De nuevo la torrecilla, pero desde más alto.

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Las campanas.

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La otra torre.

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Dentro de…

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…esto!

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Lo cual está tomado desde esta torrecilla, la misma de la segunda foto.

Postearé más imágenes de Quito otro día, si gustan ver todas las fotos de la Basílica, las tienen acá.

Basílica del Voto Nacional, Quito, I

Después de la visita al Palacio de Carondelet, fui a almorzar y de ahí, como quien baja la comida, dirijí mis pasos hacia la Basílica del Voto Nacional. No está muy lejos de la Plaza de Armas, unas diez cuadras, y es perfectamente visible desde esa zona, así que no hay manera de perderse. Yo, hasta llegar a Quito, o sea, hasta ese mismo día, no sabía de su existencia, y sin embargo es la catedral Neogótica más grande de América Latina. Ok, no le gana a las de Europa (Aún tengo pendiente postear sobre la Catedral de San Vito, en Praga) pero ciertamente vale la pena visitarla. Aquí algunas fotos:
Quito, 87
La Basílica vista desde la azotea de un edificio a unas 10 cuadras.
Basílica del Voto Nacional, 1
A media cuadra de la Basílica.
Basílica del Voto Nacional, 3
Lo más completo que pude tomar a la fachada.
Basílica del Voto Nacional, 4
Explanada frontal y entrada principal.
Basílica del Voto Nacional, 14
Parte lateral.
Basílica del Voto Nacional, 15
Escaleras.

Basílica del Voto Nacional, 12

Entrada al Panteón Nacional.

Basílica del Voto Nacional, 16

Armadillos gárgolas.

Basílica del Voto Nacional, 18

¿Llamas gárgolas?

Las fotos de mi ascenso a una de las torres y demás las posteo mañana, en la segunda parte. Pero si gustan pueden ver ya todas las fotos acá.