Archivo de la etiqueta: andanzas

Comiendo Chambira

Y este martes nuevamente es de… reciclaje; Comiendo Chambira fue un post publicado el 31 de diciembre del 2004 en Andanzas, y lo he escogido por varios motivos, pero principalmente porque hoy en la noche espero estar de vuelta en la ciudad de Iquitos luego de un tiempo de no ir por allá. En los casi tres años que han pasado desde la publicación del post original he pasado por varias cosas, un divorcio, dos operaciones, varios trabajos, muchas experiencias interesantes, sin embargo lo que cuento en éste post aún lo suscribo, tan sólo espero no aburrirlos, normalmente no publico acá posts personales, pero como ya no manejo otros blogs, nos tendremos que acostumbrar.

El hecho de cambiar de situación laboral hace ya varios años y dejar un trabajo dependiente para acometer una empresa independiente cambió mi vida y la de mi familia mucho más de lo que en un principio supuse.

Yo estaba acostumbrado a trabajar en una cómoda oficina, a manejar presupuestos amplios, a contratar personal, y despedirlo también, sin dudarlo mucho. Y en general pues, a todo lo que está acostumbrado cualquier funcionario que se respete, salvo a la coima, a eso jamás. Volverme el responsable de mi propia empresa me hizo replantearme todo lo anterior, ¿presupuestos amplios?, ja, nada de gastos superfluos, y el personal a conservarlo en base a la cantidad de confianza que se genere recíprocamente, pero claro, me costó aprenderlo, tanto como estar prácticamente quebrado y luego salir a flote en el momento preciso, casi con lo que en el cine o literatura se conoce como un Deux Ex Machina, pero que involucró una gran dosis de trabajo de todos.

Pero bueno, sea como sea, el negocio sigue adelante y ya bien asentado me permitió incluso volver a la administración pública, aunque en un nivel más modesto. Que no sé si tengo vocación de servicio o soy burócrata de corazón, pero me gusta el trabajo, qué le voy a hacer. Sin embargo en esta etapa también llegó el momento de partir y preferí hacerlo por decisión propia, empujado por circunstancias familiares y deseos propios de cambio, a pesar de haberme podido quedar más tiempo de haberlo deseado.

Todo esto recordaba hoy en la tarde parado frente a la puerta del negocio, aprovechando un respiro en la afluencia de gente que llega para hacer sus compras de fín de año. Adentro mis hijas charlaban con una de las empleadas mientras su madre y otra de las empleadas atendían a dos clientitas algo indecisas. Mi ex cuñado, de visita desde Buenos Aires, pero charapa como el que más, compró en ese momento una bolsita de chambiras ya peladas y me pasó una. Las chambiras son cocos pequeños del tamaño, sin cáscara, de un limón de la costa. Tienen la carne blanca y agua adentro, como cualquier coco vamos, y son bastante agradables de sabor. Y yo a pesar de vivir ya casi 7 años contínuos en esta ciudad, era la primera vez que las comía.

Una vez, hace años, me dije que el día que Iquitos perdiera su exotismo para mí, sería hora de encontrar otro lugar donde vivir, o regresarme a Lima, simplemente. Y bueno, los últimos dos años Iquitos no me ha parecido nada exótico, una ciudad juerguera sí, pero éso quien no lo sabe. Sin embargo las chambiritas me hicieron pensar: ¿He llegado a conocer realmente ésta ciudad? ¿Su gente? ¿Puede ser posible realmente éso? ¿He pasado todos estos años como un zombie entre los iquiteños sin aprender nada?

Sé que por lo menos me he vuelto medio charapa, no en todo, claro. Mis hijas por haber llegado de corta edad a estas tierras, son más apegadas a las costumbres locales, digamos gusto por las comidas, forma de hablar sobre todo, aunque en esto último he podido comprobar que por los contínuos viajes a Lima y a otros sitios, ellas manejan adecuadamente los dejos de acuerdo a donde están, algo que últimamente yo ya no puedo hacer tan bién. Pero es el hecho de sentirse identificado con lo de acá, creo, lo más importante. Ninguna de ellas reside en Iquitos ahora pero ésta tierra siempre será parte de ellas.

Sin embargo, y a pesar de todo, quiero irme, quizás no me entiendan, pero extraño no sentir frío, no ver ningún cerro en ningún punto del horizonte, no sentir el mar salado ni el aire tan diferente. Mientras me como la última y deliciosa chambira pienso que pueda que nunca esté contento en ningún lugar, con nadie, ni con nada, pero que esta disconformidad innata no me impide disfrutar lo que tengo en el momento. La gente ha llenado de nuevo el negocio, hora de seguir trabajando, quizás hasta minutos antes del año nuevo. Buscaré más chambiras.

Y bueno, a partir de mañana blogueando desde Iquitos… y desde cabina pública, espero nomás que haya mejorado el servicio porque no era muy rápido que digamos hace un año atrás.