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Los Olvidados de la Ciencia Ficción

La revista argentina de ciencia ficción Cuasar que dirige el amigo Luis M. Pestarini ha concluido en su reciente actualización web la publicación en dos partes de una artículo titulado: Temas y Autores de la Ciencia-Ficción Injustamente Olvidados: Una Encuesta. Como supondrán el artículo, publicado originalmente en Science Fiction Studies, trata de traer a la luz autores u obras que por diversos motivos no han sido lo suficientemente valorados hasta el momento. La publicación original tiene más de diez años así que pueda que algunos de estos olvidos ya hayan sido revertidos, pero sigo resultando interesante para los estudiosos y aficionados al tema. Aquí tienen los enlaces a la primera y segunda parte. Pero les copio algunos de los mencionados por los críticos y escritores encuestados, como injustamente olvidados con los cuales estoy de acuerdo por ser obras /autores de mi agrado.

– Los cuentos de Fritz Leiber. Señalado por Brian Atteberry.
– Los ‘narradores’ que habitualmente son categorizados como ‘sub-literatura’, pero que fueron la raíz de la mayor parte de la historia del género después de 1926. Lester del Rey me viene a la mente como un buen ejemplo. Señalado por Albert Berger.
– Todas y cada una de las obras de Howard Waldrop. Señalado por Stephen P. Brown.
Robert Sheckley como constructor de mitos (por ejemplo, “Primer modelo”, “La llave laxiana”, “Todas las cosas que sois”). Señalado por Roger Bozzetto.
– Los recientes postmodernos que cruzan géneros, por ejemplo William Volman en You Bright y Risen Angels, Kathy Acker en Empire of the Senseless y varios textos de Angela Carter, especialmente Héroes y villanos.
– Textos lamentablemente olvidados y agotados de los ’60 y ’70 de, por ejemplo, Norman Spinrad, Michael Moorcock, Harlan Ellison, Joanna Russ, Cordwainer Smith, Barry Malzberg, Robert Silverberg, Roger Zelazny, J. G. Ballard, James Tiptree, Jr., y muchos otros. Este y el precedente señalados por John Fekete.
– “Why I Want To Fuck Ronald Reagan”, de J. G. Ballard (Seguro, el título es famoso, pero ¿cuántos son concientes de que esta parábola de La exhibición de atrocidades, escrita durante los años de Reagan en Sacramento, era ciencia-ficción de vanguardia y ahora se mantiene tan soberbiamente certera como descripción de la cultura política norteamericana durante los ’80 y aún después?). Señalado por Carl Freedman.
Y mañana serán clones y Millennium de John Varley. Señalado por Rafail Nudelman.
Hard Boiled Wonderland de Haruki Murakami. Señalado por David Porush.
American ApocalypseTM (1989) de John Kessel. Señalado por Lewis Shiner.
Barry Malzberg: no sólo ha producido una obra consistentemente estimulante, sino que además probablemente ha escrito sobre ciencia-ficción, tanto en su ficción como en sus ensayos, con más agudeza que ningún otro escritor.
Philip Jose Farmer: hay un par de libritos sobre él, pero muchos críticos lo consideran injustamente como un machista postpulp; esto pasa por alto no sólo sus complejas exploraciones de sexo y religión, sino su maestría intertextual y su relación con William Burroughs tanto como con Edgar Rice. Éste y el anterior señalados por Gary K. Wolfe.

Pero lo que me pareció realmente importante fueron los temas que señala este mismo Gary K. Wolfe y que de cierta manera enlazan con aquel intercambio de ideas que se tuvo a raíz de lo del Slipstream. Para no hacerla larga esto es lo que anota Wolfe:

Los escenarios de ciencia-ficción y las creencias folclóricas: esto incluye exploraciones no sólo del fenómeno Shaver y de los ovnis, sino de cómo ciertos cultos desde la cientología a los neonazis, pasando por los teóricos de las conspiraciones, usan las ideas de la ciencia-ficción para estructurar sus credos. La ciencia-ficción ha existido durante suficiente tiempo como para convertirse en fuente de creencias folclóricas, no sólo en una expresión de ellas.

Las influencias de la ciencia-ficción y la música popular: no sólo la metáfora de la bomba atómica en el rock y el r&b de los ’50, sino en músicos posteriores desde Kraftwerk a Devo que deliberadamente adoptaron las convenciones de la ciencia-ficción y las trasladaron a términos entendibles por una audiencia más amplia. Mientras estoy haciendo esto, la ciencia-ficción para televisión también es muy ignorada. Hay una tendencia, ahora que pensamos que logramos ser respetables, en asustarse de las manifestaciones más obviamente pertenecientes a la cultura popular del género.

Los directores literarios de la ciencia-ficción: al leer a los académicos, uno pensaría que Gernsback y Campbell fueron los únicos directores literarios que tuvieron algún impacto en el género. Pero hay una generación entera de nosotros que aprendieron lo que era la ciencia ficción a partir de las antologías de Conklin, Merril y Derleth, que compartían mucho más el gusto de Boucher que el de Campbell, y que observaron a Pohl, Moorcock y Goldsmith publicar cuentos que Campbell ni siquiera leería. Incluso mientras hablamos Gardner Dozois empuja el campo hacia la literatura general a través de su revista y sus antologías de lo mejor del año. Esto por no mencionar a editores-directores literarios como Wollheim o directores internos como Hartwell.

Así que mientras a algunos no les cae muy bien que los escritores que deciden incursionar en el género lo hagan negándolo o asolapadamente, algunas otras personas impulsan el que los escritores de género invadan el mainstream. Personalmente me parecen bien ambas cosas, implica una desaparición de rótulos y corsés que puede traer consigo obras que sólo se preocupen por ser buena literatura y no por pertenecer a uno u otro género literario, para no hablar sobre el mestizaje de géneros que, me parece, debe ser bienvenido y que, por otra parte es algo que se quiera, o no, ya se está dando y no hay forma de detenerlo.

El Caso Orgagna – Morris West

Hace unos meses leí este libro y como tengo la carátula escaneada lo comento antes que otros que he estado leyendo últimamente. Debo haberlo comprado hace varios años, pero no recuerdo exáctamente cuando. El título original no es El Caso Orgagna sino The Big Story y data del año 1957, la versión en castellano que poseo es de 1986, de Javier Vergara Editor, una editorial argentina, y consta de 194 páginas.

Morris West fue un escritor de Best Sellers, y digo esto sin querer desmerecer el apelativo, ni la calidad del escritor, pues los libros que he leído de este autor siempre me han parecido interesantes y sobre todo honestos. Uno de sus temas recurrentes fue la iglesia católica en tanto poder terrenal, sin embargo este libro no trata sobre eso.

El Caso Orgagna es una novela de intrigas, intrigas a la manera italiana por cierto. El personaje principal es un periodista norteamericano a punto de completar una investigación sobre un caso de corrupción que involucra a un personaje de la política italiana, un aristócrata a quien pronto se ve enfrentado. Alrededor de ambos se mueven diversos personajes cada cual velando por sus propios intereses pero haciendo causa común en tratar de impedir que el caso investigado llegue a ser conocido por la opinión pública nacional e internacional.

Hay temas que subyacen a la trama principal por cierto y que el autor plantea y deja a nuestro criterio meditar sobre ellos o no. El principal, a mi parecer está relacionado con el ejercicio del periodismo y su derecho a la verdad, la subordinación de los medios al poder político y económico es otro. La diferencia de culturas y costumbres, encarnadas por un lado en el periodista norteamericano y su manera de ver las cosas y el Duque de Orgagna que personaliza la tradición italiana es un tercer tema. Copio este párrafo a modo de ejemplo:

Mire aquella torre, Ashley. Quien la construyó era mi antepasado directo y llevaba el mismo nombre que yo: Vittorio. Era un hombre poco simpático, como tal vez lo sea yo mismo. Era rufián, beodo y lascivo. Engendró en las mozas de la aldea toda una raza de bastardos. Sin embargo sus vasallos lo amaban y su nombre sigue siendo motivo de leyenda. ¿Sabe por qué? Porque cuando llegaron los piratas sarracenos en sus grandes galeras, el congregó a sus mercenarios y armó a los campesinos con hachas y lanzas y rechazó a los invasores poniéndose el mismo en lo más arduo de la brega, ¿Importaba que bebiese? ¿Importaba que les impusiese pesadas gabelas, cobrándoles el pago a viva fuerza y seduciendo a algunas mozas? ¿No sabía, en cambio, defender la tierra? Ellos saben que a la larga lo único que cuenta es el terruño. El era fuerte y ellos tenían necesidad de su vigor. ¡Como ahora, Ashley! ¡Como siempre!

Se puede decir que es una filosofía de vida bastante discutible, pero no por eso deja de ser válida, o cierta. Por lo menos durante mucho tiempo de la historia lo ha sido. Sin embargo los tiempos cambian, y es Ashley, el periodista, quien encarna la nueva forma de ver las cosas, lo que no necesariamente quiere decir que entienda la antigua. El final de la novela por cierto nos depara algunas sorpresas que no contaré para no malograrles la lectura por si se animan a conseguir el libro y leerlo. No es una obra de premio Nóbel, pero no aburre, y como han visto, tiene una temática atractiva y no es tan larga como muchos novelones de hoy.

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