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El llavero

Los hechos sobrenaturales siempre me han generado tan sólo una sonrisa y eso, si los veía en películas, no en la vida real. Pero ayer 31 sucedió algo que me dejó pensando. Temprano por la mañana vino N. y me trajo un regalito, una pequeña zapatillita para mi llavero. Era bonita y de inmediato la puse en mi manojo de llaves junto con otros tres llaveros de adorno que poco a poco habían encontrado su lugar ahí. Pasaron las horas y al mediodía, al sacar las llaves de mi bolsillo cayó uno de los llaveros antiguos, lo recojí y guardé pues me dio flojera colocarlo de nuevo en su lugar. En la tarde mientras abría la puerta de la casa, otro de los llaveros de adorno se deslizó al suelo. Admito que no me pareció extraño, pensé que era una simple casualidad o maltrato al manojo de llaves por parte mía. Sin embargo, en la noche mientras cerraba todo para salir a ver a N. me di cuenta que el último de los antiguos llaveros se había quedado en mi bolsillo. En mi mano estaban las llaves con un único llavero: la zapatillita que N me había regalado tan sólo unas horas antes. Una extraña desazón recorrió mi cuerpo, pero rápidamente la desestimé. Llegué a casa de N. y olvidé todo al verla y sentir sus besos. Momentos antes de despedirme cogí de su mesa de noche una revista doblada en la página de los horóscopos. Por curiosidad leí el de ella: «Dominante y posesiva. No soportas no ser la única en el corazón del ser que amas.» Entonces, mientras en la iglesia cercana tañían las campanas de la medianoche, recordé la zapatillita y los otros llaveros descartados. Al levantar la vista ví en el espejo que N. me miraba dulcemente desde el quicio de la entrada de su cuarto mientras lentamente cerraba la puerta.

El Primer Peruano en el Espacio (Cuento)

Hace algún tiempo publiqué el cuento Quipucamayoc de mi amigo Daniel Salvo, en esta ocasión traigo otra de sus creaciones: El Primer Peruano en el Espacio, publicada originalmente en el sitio Ciencia Ficción Perú. Lean el primer párrafo:

Anatolio Pomahuanca tenía razones de sobra para odiar a los blancos. Hacía cientos de años que éstos habían invadido y conquistado su mundo, y reducido a sus antepasados a la triste condición de siervos o ciudadanos de segunda clase. Hubo cambios históricos, como guerras de independencia, rebeliones y revoluciones. Pero, como fuera, los blancos eran aún quienes gobernaban y decidían todo en el Perú y el resto del mundo. “Ahora vivimos en democracia”, decían. “Hemos efectuado grandes avances en materia de derechos humanos e integración”, proclamaban. Anatolio sonreía torvamente al oír estas frases tan manidas y falsas. ¿Acaso no eran blancos el presidente, los militares y los sacerdotes? ¿Alguien había visto alguna vez a un nativo ocupando un cargo decisorio? De haber estado en condiciones de hacerlo, Anatolio habría escupido al suelo: todos los blancos eran una mierda.

Antes de opinar sobre el extracto que han leído, por favor, lean el cuento completo. Después de eso ya me cuentan. Ah, y no, lamentablemente el cuento no trata sobre Carlos Noriega, nuestro primer astronauta en el mundo real.

Qarqacha

La Qarqacha es un mito andino, se refiere a un ser humano que se ha convertido a la forma animal por haber mantenido relaciones incestuosas. Como cualquier mito que se respete ha servido de base a distintas formas de creación artística, por ejemplo, es también un comic y una película.

Muy recientemente es también un cuento corto, cortísimo mejor dicho, escrito por el prolífico y premiado escritor español Santiago Eximeno. De dicho cuento me entero por la lista de correos de Coyllur y lo reproduzco aquí con el correspondiente permiso de autor, gentilmente concedido por Santiago, pero pueden leerlo también en su versión original, y de paso, disfrutar de otros cuentos del autor en su blog Efímero.

QARQACHA

—¡Hijo de puta, desgraciado! —gritó Marta, y las llamas de la rabia ardían en sus ojos.
Yo retrocedí, acobardado, cuando ella me escupió a la cara.
—¡Es tu hija, por el amor de Dios! —gritó mi mujer, señalando el cuerpo desnudo, dolorido, que yacía sobre la cama.
Me llevé las manos a las orejas para evitar oír sus gritos, sus horribles gritos.
Después, cuando la niña comenzó a gritar, salí del cuarto rezando en silencio, en busca de una cuerda, una recia cuerda, con la que lacerar mi cuello.

La imagen corresponde a otro artículo sobre la película, publicado en Ciencia Ficción Perú del amigo Daniel Salvo.

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Quipucamayoc (cuento)

Daniel Salvo, amigo de quien habla y fan confeso de la CF al punto de ser fundador y principal animador de la «Asociación Peruana de Ciencia Ficción, Terror y Fantasía» Coyllur, ha visto recientemente publicado un cuento suyo en el portal literario peruano con sede en USA Ciberayllu, el cuento se titula Quipucamayoc y es en propias palabras del autor: una especie de retro ciencia-ficción andina, o «cholopunk», que surgió de un chiste personal que asimilaba los quipus a las computadoras. Para que tengan una idea del mismo un pequeño extracto:

Kuntur Ñahui era un hombre sabio, un quipucamayoc enviado por el Inca para evaluar y cuantificar las riquezas recientemente arrebatadas a los guacro. Se sentía muy fastidiado por este encargo. Acostumbrado a ser tratado con deferencia tanto por los sabios amautas del Yachaywasi como por el resto de ciudadanos cusqueños, no podía evitar sentirse nervioso frente a todos esos guacro de rostros ceñudos. Kuntur Ñahui no los entendía, ¡si eran casi unos salvajes! Deberían estar agradecidos por la presencia de los incas, que traerían al fecundo valle una paz duradera y próspero orden. Pero no, los guacro evidenciaban un profundo resentimiento que llegaba a los límites de la insolencia, la cual había sido oportunamente castigada. Los cadáveres destripados, exhibidos en su momento, habían constituido un excelente disuasivo para los descontentos. Kuntur Ñahui no se hacía ilusiones: los costeños eran así, resentidos y ladinos. Y no se explicaba cómo podían soportar ese clima y el olor salobre del mar.

Daniel me explica que el pueblo «guacro» no existe, sin embargo, en Cañete existió efectivamente un pueblo llamado «guarco», con una ciudadela en Cerro Azul (antes de la llegada de los surfistas), y que «soportaron» la dominación incaica como muchos otros pueblos.

El cuento está realmente bastante bien logrado y recomiendo su lectura entusiastamente, puede que tenga sus fallas, pero eso no quita que se reconozca el esfuerzo en encontrar un tema netamente peruano para idear una pequeña fantasía histórica. Haciendo click acá pueden acceder al texto completo del mismo.

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Burocracia

Hay un gato que vive en la oficina, siendo éste un edificio público, parece extraño. Anteriormente había visto las huellas de sus patitas en los papeles que quedaban encima de mi escritorio o en el de algún otro. Pero como no dejo ningún documento oficial a mano no ha habido mayor inconveniente.

Sin embargo desde la semana pasada la gata ha decidido visitarnos por las mañanas. A eso de las 10 u 11 am, llega no sé de donde y hace una revisión de las cajas que usamos como tachos buscando que comer, atraída imagino por los restos de lo que desayunan algunos trabajadores. La verdad se le vé flaca y al tocarla siento sus huesos a flor de piel. Luego de su diaria visita desaparece hasta el día siguiente. Nadie le molesta, nadie le hace mucho caso tampoco, hasta podría ser una contribuyente más.