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Comprando libros, 4

Libros, 4.1

De regreso a mi serie de posts sobre los libros que compro, (algún día retomaré la serie de los libros que leo,) si les interesa pueden ver los anteriores de la serie (0, 1, 2 y 3), hay más pero deben estar sueltos en los archivos de este blog (Y de otros blogs). Bueno, ésta compra debe haber sido hecha a principios de año, y casi no hay Ciencia Ficción en ella, veamos:

Robert GravesLa Historia de Mary Powell
Robert GravesSiete días en Nueva Creta
Abelardo Sánchez León – Por la puerta falsa
Philip RothPastoral Americana
Manuel M. Marzal – Historia de la Antropología Indigenista: México y Perú

Después de leer Yo, Claudio y su continuación, he comprado cualquier libro que diga Robert Graves en la carátula, pero en esta ocasión estuve de suerte pues conseguí juntos dos libros de Graves que no tenía. La Historia de Mary Powell es otra novela histórica, siendo el personaje del título la joven esposa del poeta inglés John Milton, a través de cuyos ojos vemos la Inglaterra del siglo XVII. Leí el primer capítulo y promete.

Siete días en Nueva Creta tiene fama de ser «la» novela de Ciencia Ficción de Graves, bueno, quizás el también diría que es Slipstream o Ficción Especulativa, o que se yo. Pero lo cierto es que la trama va de una persona del siglo XX que es llevada a un lejano futuro por los magos-poetas de un reino cuya sociedad es perfecta, o por lo menos eso parece. Esta obra es por decirse de alguna manera, la novelización de las teorías que Graves expuso en su libro La Diosa Blanca, un ensayo sobre los mitos de una antigua diosa europea.

Por la Puerta Falsa es una novela del escritor peruano Abelardo Sánchez León, de él tengo varios libros de poesía que me han parecido muy buenos, teniendo eso como referencia compré ésta, su primera novela, que data del año 91, pero no se, he leído los párrafos iniciales y no me convence mucho, le daré una segunda oportunidad, pero quien sabe cuando.

Pastoral Americana es una premiada y conocida novela de Philip Roth, escritor norteamericano de origen judío, y toca temas recurrentes en este autor como la comunidad judía en USA, el sueño americano y su destrucción, y otros más. La narración gira obviamente en torno al personaje que encarna lo descrito y que ve cómo su vida perfecta se vuelve una tragedia. La técnica narrativa que usa Roth añade, para mi gusto, mayor interés a la obra, que por cierto, me ha gustado mucho.

Historia de la Antropología Indigenista: México y Perú de Manuel Marzal lo compré para mi hija que estudia Antropología. Revisaba libros en uno de los puestos de la Feria de Libros del Jirón Amazonas donde siempre doy una chequeada casi exhaustiva a todo lo que tienen y vi este libro. Le consulté por celular a mi hija (que estaba en Iquitos) si lo tenía (no) y si lo quería (si) y bueno, se lo compré pues.

Ya postearé más sobre libros en cualquier rato.

Libros, 4

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Comprando libros, 3

Libros, 5

A los pocos días de mi compra anterior regresé por estos, los había dejado separados (eso es lo bueno de tener caseros), y antes que los vendan mejor asegurarse. Como ven la mayoría son de Ciencia Ficción:

El Temor de la FundaciónGregory Benford
Las Estrellas son la EstigiaTheodore Sturgeon
Lo Mejor de «Isaac Asimov Science Fiction Magazine» – Varios
La Carta EsféricaArturo Pérez-Reverte

El Temor de la Fundación, como sospecharán los más o menos enterados, es una continuación de la famosa Saga de la Fundación de Isaac Asimov. Es la primera de una trilogía, la Segunda Trilogía de la Fundación (Fundación y Caos de Greg Bear, y El Triunfo de la Fundación de David Brin son las restantes). Y aunque las opiniones acerca de si logró capturar el espíritu y estilo de la trilogía original estan divididas, su lectura es casi obligatoria para todos los fans de la serie, entre los cuales me incluyo por cierto. Así que imaginarán que cuando le vi al libro éste ahí, pues ni pedí descuento, mas aún si le iba a dejar separado nomás. Y no, aún no le leo, quiero conseguirme los otros dos libros para leerme la serie de corrido.

Sturgeon es lo que se dice un autor de culto, tiene obras muy buenas, pero no logró alcanzar el nivel de fama y reconocimiento de otros, quizás porque a pesar de la calidad de sus cuentos y novelas, por lo menos a mí, ninguna se me hace muy recordable que digamos. Tengo varios de sus libros traducidos al castellano, pero este nunca lo había conseguido, y eso que recuerdo haberlo visto en una librería que ya no existe del óvalo de Mirafores, pero siempre di preferencia a otros autores, y bueno, cuando lo quise comprar ya no lo hallé. Esta vez no se me escapó y espero leer los diez cuentos de los que consta el libro muy pronto.

Lo Mejor de «Isaac Asimov Science Fiction Magazine» es una recopilación de narraciones aparecidas en dicha revista en los primeros años ochenta. Los autores escogidos son: Lucius Shepard, Gardner Dozois, Connie Willis, Leigh Kennedy, Greg Bear y Octavia Butler. Y los relatos todos de muy buen nivel por supuesto. Algunos títulos ya los tenía en diversas publicaciones del género (revistas, fanzines, etc), pero como dije en otra oportunidad, el completismo es grande, y tampoco estaba caro el libro como para dejarlo pasar.

La Carta Esférica del Pérez-Reverte es el único libro de esta compra que no es CF. Aunque hay gente que le tiene tirria a este autor, todas sus novelas que he leído me han gustado, así que no dudé mucho cuando ví ésta. Y bueno pues, espero que me guste también cuando le toque su turno de ser leida.

Hasta el próximo post libresco.

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Comprando libros, 2

Libros, 3

Con este post intento completar lo que prometí en uno anterior. A ver, la fecha de esta foto es 19 de setiembre del 2006, asi que es muy posible que ese mismo día haya comprado los libros que ahí figuran:

Tim PowersEn Costas Extrañas
Poul AndersonLa Patrulla del Tiempo
Jay McInerneyA Media Luz

Haber conseguido cualquiera de los dos primeros libros ya hubiera bastado para considerar aquella salida como muy productiva, pero comprar los dos la convirtió en excepcional. El de Powers estaba en mi lista de pendientes desde hace mucho, y el de Anderson también, a pesar que en este caso tenía ya una versión más antigua y con menos relatos.

El de Powers es Fantasy, aunque una fantasía para nada del tipo Tolkien o similares, o sea… es Powers, si han leido algo de él, ya saben de que hablo, y si no han leido, pues que esperan, claro que sus libros no son muy fáciles de conseguir, pero si pueden hacerse de Las Puertas de Anubis no quedarán decepcionados. El de Anderson es CF y más específicamente sobre viajes en el tiempo, es el único que he leído de los tres libros y me parecieron muy buenas todas las historias, y no es fanatismo, pero muy raramente algo de Anderson me ha disgustado.

El de McInnerney lo compré por curiosidad, no he leído nada de este escritor, contemporáneo de Bret Easton Ellis (autor de la excelente American Psycho), nunca había visto un libro suyo en Amazonas, y recordé haber leído buenas críticas sobre esta novela, así que… a la bolsa. Lo malo que es un poco extenso y cuando no hay tiempo para leer ni cuentos cortos, menos lo habrá para novelones, pero ya llegará su momento.

Ah, en la foto hay un librito más: Iquitos, Cimera Cuidad Amazónica de Víctor M. Dávila, no lo compré yo, sino mi hija, no en Amazonas si no en la Universidad de San Marcos. Supongo que por la misma fecha. Me dijo que lo vió en el piso y le llamó la atención lo de Iquitos. Preguntó el precio y le dijeron 1 sol. Bueno, yo también lo hubiera comprado. Es un largo poema ¿Épico? sobre Iquitos con motivo del centenario de su fundación como puerto fluvial. Nada más que decir. Y por mi parte otro día sigo con mis posts atrasados de compras de libros.

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Comprando Libros

Libros, 2

El sábado fuí a buscar qué de interesante había en la venta de libros del Jr. Amazonas. No iba como un mes por allá (ver éste post anterior) y si bien no encontré nada deslumbrante, tampoco regresé con las manos vacías. Para no hacerla larga esto es lo que compré (que seguro ya vieron en la foto de arribita):

Ada o el ardorVladimir Nabokov
KitchenBanana Yoshimoto
Una mujer no hace un verano – Guillermo Niño de Guzmán
Tres noches de CorbataFernando Iwasaki Cauti
Los Super BárbarosJohn Brunner
El Predestinado – Harlan Ellison y El Ladrón de Thoth- Lin Carter

De lejos el mejor libro me parece el de Nabokov, y hace muchos años que quería encontrarle, claro que ni en el estado del que encontré (algo maltratada su carátula) ni en esta edición (Grijalbo mexicana), si no en la de Versal o la más reciente de Anagrama, pero algo es algo. La novelita de la Yoshimoto me capturó en el primer párrafo, no llega a equipararse con Haruki Murakami, pero tiene su gracia y seguro le leo pronto pues no es muy larga.

Los libros de Niño de Guzmán e Iwasaki son de cuentos ambos y si el de Niño de Guzmán es la mitad de bueno que Caballos de Medianoche pues ya valió la pena. El de Iwasaki leí el primer cuento y promete mucho, debo decir que nunca leí hasta ahora nada de él y eso que tiene una amplia obra.

Lo de Brunner y Ellison/Carter es puro completismo. Se que el de Brunner es un space opera sin trascendencia, lejos de sus enormes (en varios sentidos) e imprescindibles obras como Todos sobre Zanzibar, Orbita Inestable, El Rebaño ciego (también conocidos como «La trilogía del desastre») y El Jinete en la onda del shock, y la verdad, dudo que lo lea alguna vez, pero por algo soy un fan de la ciencia ficción, ¿no?. En el caso del volumen doble con Novelettes de Harlan Ellison y Lin Carter, pues más de lo mismo.

Y tengo pendiente de reseñar unas 4 o 5 compras anteriores, que corresponden a los últimos meses ¡¡¡desde el 2006!!! pero por lo menos ya avancé tomando las fotos respectivas, creo que las postearé todas en un sólo post, porque si no…

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Slipstream (O de como la Ciencia Ficción ya no es Ciencia Ficción)

Me precio de ser aficionado a la Ciencia Ficción desde hace muchos años, sin embargo tampoco lo se todo. Prueba de ello se dió hace unos días cuando leyendo una entrevista a la escritora Kit Reed publicada en Axxón, me encontré con el término «Slipstream». Interrogada si se siente una escritora de género o no, ella responde entre otras cosas: La ciencia ficción norteamericana ha desarrollado una nueva etiqueta, «slipstream». Se aplica a los escritores que no escriben ficción realista ni naturalista, cuya obra se separa de las convenciones literarias conocidas para explorar lo desconocido. Es la palabra justa para mí.

Hasta ese momento mi única referencia para la palabra Slipstream era un antiguo video de Jethro Tull que aún conservo. Pero bueno, ahí estaba la palabreja y yo sólo con lo leido, así que una rápida visita por la Wikipedia me dijo que Slipstream era un tipo de ficción que cruza los convencionales límites de género y no cuadra dentro de los confines de la Ciencia Ficción/Fantasía ni de la Ficción Realista. (A kind of fiction that crosses conventional genre boundaries and doesn’t sit comfortably within the confines of either science fiction/fantasy or mainstream literary fiction.)

Pero fue después cuando me sentí un lego en la materia, al leer líneas más adelante que el término lo había acuñado Bruce Sterling ya en los lejanos 80’s, bueno, en el 89 para ser exactos, en un artículo publicado en la columna Catscan de la revista Science Fiction Eye. (Dicho sea de paso en este enlace encontrarán 14 artículos de Sterling publicados en dicha columna, todos muy, pero muy interesantes para los aficionados a leer reseñas sobre libros que a la vez son pequeños tratados sobre teoría de la Ciencia Ficción. Y en este otro enlace, más artículos de Sterling publicados en diferentes medios. Todo dentro de la web de la EFF Electronic Frontier Foundation, de la cual BS es parte.)

Sterling dice: Este género no es «categoría»CF, ni siquiera «género» CF. Por el contrario es una forma contemporánea de escritura que se enfrenta a la realidad consensuada. Es fantástica, a veces surreal, en ocasiones especulativa, pero no rigurosamente. No es su objetivo causar un «sentido de maravilla» o extrapolar sistemáticamente a la manera de la CF clásica. Al contrario, es una forma de escritura que simplemente te hace sentir muy extraño; como lo hace el vivir a finales del siglo veinte, si uno es una persona de cierta sensibilidad. Podríamos llamar a esta clase de ficción Novelas de Sensibilidad Postmoderna, pero eso suena bastante mal en una estantería por categorías, y además necesita un acrónimo; así que por conveniencia llamaremos a estos libros «Slipstream».

Al final de su artículo Sterling da una extensa lista de obras de autores principalmente considerados como de «Mainstream» que, a su criterio, entran en la nueva definición dada. Pero, ¿y qué de los escritores formados en la CF que deciden también sacar un poco los pies del plato y experimentar? James Patrick Kelly tiene datos al respecto en un artículo llamado (cómo no) Slipstream que fue publicado en la revista Asimov’s Science Fiction. Para empezar le pregunta a un crítico llamado Rich Horton, qué es Slipstream, esta es la respuesta:

Es mayormente definida, creo, como ficción que cruza los límites del género. Sin embargo, no estoy seguro que esto sea muy satisfactorio: ¿Las Bóvedas de Acero de Isaac Asimov es slipstream porque cruza los límites de género entre la CF y el Misterio? Entonces, pensándolo, decidí que para mi las historias de slipstream son un poco como el realismo mágico. La clave es que son inexplicadas. Fantasía «real» o CF tienen estos estos elementos incrustados en su trasfondo y así tienen sentido, en «slipstream» tan sólo están ahí. En un sentido, la CF trata de hacer lo extraño familiar, mostrando elementos cienciaficcionales en un contexto que nos ayude a entenderlos. Slipstream trata de hacer lo familiar extraño, al tomar un contexto familiar y alterarlo con elementos cienciaficcionales o intrusiones fantásticas.

Mas adelante Kelly nos indica un par de sitios donde buscar a algunos de nuestros conocidos autores de CF, y a otros nuevos que, obviamente no son tan conocidos, experimentando con el slipstream: Fantastic Metropolis, donde encontrarán a autores como China Miéville, Carol Emshwiller, Paul Di Filippo, Kelly Link en cuanto a ficción y ensayos de Michael Moorcock, David Langford, James Sallis y Jeffrey Ford. También cita a la revista Strange Horizons donde se puede encontrar a autores como Aynjel Kaye, Benjamin Rosenbaum, Jenn Reese, Jay Lake, Tim Pratt, y Timons Esaias.

Luego nuevamente le pregunta a Horton si piensa que el Slipstream podría ser la próxima «gran cosa» en el género, o quizás un sucesor de la CF y le responden: Espero que no lo último, no quiero perder la vieja CF. Pero creo que las técnicas del slipstream pueden ayudar a describir un mundo a nuestro alrededor que parece de CF, un mundo que cambia lo suficientemente rápido y es lo suficientemente multicultural como para que la vida de todos los días pueda parecer extraña.»

Finalmente Kelly nos dice: La cosa es, sé lo que se siente cuando escribo CF y fantasía, entiendo lo que cuesta construir los mundos y elaborar las tramas. Pero cuando escribo Slipstream, me encuentro a mi mismo adoptando estrategias distintas, cambiando mis expectativas. No entiendo todo, la escrtura se siente diferente. Extraña. … (Slipstream) esta cerca a la CF, pero no es lo mismo. Sin embargo, como atrae a más escritores talentosos, Slipstream está jalando a la CF en su dirección. ¿Dónde terminaran estas dos formas de escribir?

En otro artículo, titulado Género, el mismo Kelly habla de la CF, de sus definiciones y de esos autores que parecen estar entrando y saliendo contínuamente de los géneros establecidos en la literatura. En su ensayo «Una Introducción a las Artes Intersticiales» Delia Sherman imagina un continente llamado Literatura con los países llamados Misterio, Romance, Thriller y Ficción Local. Ella escribe «La Ficción Historica, el Realismo Literario, la Ficción Afro-Americana, y la Ficción Local han formado una alianza, Literatura Mainstream, la cual permite permite pasar libremente a través de los límites de unos y otros.» Otros paises, incluyendo la Fantasía y la Ciencia Ficción, están aislados. Ella argumenta que ciertos escritores cuyo trabajo podríamos estar tentados a llamar slipstream son, en realidad, intersticiales, es decir, rondan los límites entre estos países literarios. Este es un concepto muy útil pues evita que el slipstream se vuelva un género en sí mismo. Los escritores intersticiales no firman contrato de género o mas bien, el contrato es que las reglas serán rotas y las expectativas de género desbaratadas.

Luego reflexiona: Puede que el Slipstream sea la moda en estos momentos, ¿Pero es nuevo? ¿Los artistas de la CF no han estado cruzando límites desde hace tiempo? La teoría de las artes intersticiales y su esguince, el slipstream, es que estos formatos habitan el territorio entre nuestro género y varios otros géneros. Si las mejores mentes de nuestro campo no se pueden poner de acuerdo en lo que la CF es, y sin una definición coherente, ¿Cómo sabe un escritor cuando ha cruzado un límite?. Luego, entre otros cita a Jonathan Carroll que dice: En estos años mi trabajo ha sido descrito como Fantasía, Horror, Ciencia Ficción, Mainstream, Slipstream, Rap, House, y Cha Cha Cha.

Kelly termina diciendo: En su provocador ensayo del año 1998 «La Promesa desperdiciada de la Ciencia Ficción» el algunas veces slipstreamereño Jonathan Lethem propuso una historia alternativa de nuestro género: «En 1973 la novela Gravity’s Rainbow de Thomas Pynchon ganó el Premio Nebula, el más alto honor concedido en el campo una vez conocido como ‘ciencia ficción’ – un término ahora mayormente olvidado.» En nuestra realidad, Arthur C. Clarke ganó el premio por Cita con Rama. El ensayo de Jonathan era acerca de qué hubiera sucedido si la CF se unía al mainstream (O corriente principal de la literatura). Él argumentaba que sería mejor para todos si no hubiera géneros, si el continente de Literatura de Delia Sherman no tuviera límites. En tal utopía literaria no habría CF ni slipstream ni mainstream. Todos seríamos solo una gran familia felíz. Si, correcto. Y eso sucederá cuando un robot sea Papa. (Alusión a un cuento de Robert Silverberg Buenas Noticias del Vaticano.)

Y bueno, después de empaparme de todo esto y recordar tantas discusiones sobre CF, recordé dos que tuvieron lugar no hace mucho en la lista de correos de Coyllur así como en el post Test de Turing – Enrique Prochazka que publiqué hace un par de meses. Comento en dicho post una reseña hecha sobre el libro en la cual el reseñador dice: la temática abordada no es la anticipación, aunque ésta sea su forma de expresión, lo cual me parece bastante rebuscado como forma de dar a entender que el libro no es CF (Y que probablemente sus virtudes se deban a este pequeño detalle). Mi amigo Daniel Salvo, tanto en la lista de correos como en un comentario en el post dice: lo primero en lo que uno piensa, al conocer que una novela o cuento toca temas como la inteligencia artificial o el futuro posible, es en la ciencia ficción. Pero en el Perú, aparecen extraños críticos especialistas en demostrar la cuadratura del círculo, es decir, que dichas obras pueden ser cualquier cosa, relacionarse con cualquier género, admitir cualquier influencia, menos ser ciencia ficción. (Antes que me olvide, creo que Prochazca puede ser llamado un escritor peruano de Slipstream, al igual que Victor Coral y Enrique Congrains, según me recuerda Daniel)

Inicialmente de acuerdo con lo que comentaba Daniel, pensé luego de leer todo lo anteriormente citado, que lo que los críticos hacen, locales o no, es sólamente seguir las tendencias del mundo literario anglosajón, si allá se pone de moda hablar de esas obras que están emparentadas con la CF de tal manera que no se piense que sean Cf, pues ellos hacen lo mismo, claro que probablemente no estén informados del motivo, pues no dicen el porqué, ni siquiera mencionan la palabra slipstream o hablan de un nuevo género o corriente literaria (Si lo han hecho agradeceré me saquen de mi error, hace poquísimo tiempo yo tampoco estaba informado de esto, pero yo no soy crítico literario). Personalmente si alguien evita leer libros clasificados como CF pues es su problema, yo no dejo de leer los que dicen policiales o misterio o históricos simplemente por el hecho que lleven esa etiqueta.

Pero vale hacer una pausa y recordar que no son sólo los críticos quienes obvian a la CF, también los propios autores le huyen a la etiqueta como gatos escaldados al agua caliente. Recientemente en el último boletín del sitio Literatura Fantástica publican reseñas a libros de 3 escritores mainstream que a nuestro modo de ver incursionan en el género, pero no necesariamente ellos opinan lo mismo. Cada caso es diferente, Philip Roth nunca ha sido muy asociado a lo que es CF, Kazuo Ishiguro niega que sus obras sean CF y Michel Houellebecq mantiene una ambivalencia con el género según con quien hable, aunque ha escrito laudatoriamente acerca de escritores medulares de la CF.

Volviendo a las discusiones en la lista de Coyllur, nuevamente Daniel Salvo dice: creo que una definición «final» de lo que es o no CF es muy difícil o acaso imposible, y que a la CF le va muy bien sin importar cómo la defina fulano o zutano. Pero también se siente como patada al hígado oir o leer opiniones sin fundamento, y que encima, estas sean más tomadas en cuenta por los medios de comunicación. Y el ubicuo Sergio Gaut vel Hartman contesta: sigamos construyendo en el espacio incierto y virtual, en las realidades desfasadas y rotas, en los campos oníricos y puramente ficcionales, los productos de nuestra imaginación y nuestra inventiva. Siempre estaremos un paso adelante y eso es algo que no soportan, pero que no está en nuestras manos cambiar. ¿Sonó arrogante? La cf (o como se llame) es la actividad creativa humana más arrogante que existe. Es hora de que asumamos esa arrogancia sin culpa y como los «diablos» de El fin de la infancia tengamos paciencia con los que siguen discutiendo la construcción del párrafo, el uso del anacoluto, las metonimias, las epanalepsis, las anadiplosis, los disfemismos, las sinécdoques y las ecfrasis, por citar sólo algunas de las amigas de los escritores del Café Mainstream. Nosotros estamos en otra, se llame como se llamare…

Al final de todo, mas allá de haber incorporado una palabra más a mi léxico, pues creo que nada ha cambiado. Seguiré comprando libros que me llamen la atención sean o no de CF, seguiré teniendo a la CF como mi género literario favorito, y sobre todo seguiré apasionadamente atento a discusiones sobre la CF que no terminan en nada, como ésta.

La ilustración de este post la tomé de la página The computer art gallery of John Van Tuyl.

Turco Orhan Pamuk gana Premio Nobel de Literatura 2006

Y tal como estaba previsto la Academia Sueca hizo anuncio esta mañana del nuevo Premio Nobel de Literatura: el escritor turco Orhan Pamuk, alguien que había estado en el candelero, como suele decirse, ya de años anteriores. Como dato curioso y a propósito de los links que pongo de la Wikipedia, ver que estos ya se encuentran actualizados con la noticia del premio, mientras que la web de Panuk aún no incorpora el dato.

A diferencia de algunos casos anteriores, esta vez la obra del escritor galardonado se encuentra casi totalmente traducida al castellano, editada por Alfaguara principalmente. A no dudar que lo pendiente de traducir, su primera novela, sera prontamente encontrable en librerías.

El diario argentino La Nación, además de publicar una pequeña reseña de su obra: Pintar el mundo desde Estambul, informa sobre la noticia: El Nobel de Literatura fue para el turco Orhan Pamuk, y entre otras cosas dice:

En su veredicto, que confirmó todos los pronósticos, la Academia destacó la capacidad del escritor para encarnar en el papel el alma melancólica de su ciudad, Estambul, en una búsqueda literaria que le ha permitido descubrir “nuevos símbolos para las diferencias y mezclas de las culturas”. Pamuk fue procesado en su país por denunciar la matanza de armenios, llevada a cabo por los turcos en 1915.

En la cosmovisión de Pamuk, primer escritor turco que recibe el premio Nobel, las culturas y las civilizaciones «se mezclan», y su ciudad natal, Estambul, puente entre Oriente y Occidente, es «el símbolo y el testimonio de esa mezcla». «Yo exploro los dos mundos porque sobre ellos se ha construido mi país. Mi trabajo es encontrar nuevas metáforas para describirlo», dijo.

Según la crítica, Pamuk ha sabido plasmar los conflictos de identidad de una cultura que se mueve entre la tradición y la modernidad, en un país en que el islam está profundamente arraigado, pero que desde hace siglos mira a Europa. Esa tensión se registra hasta en su estilo, influido por las imágenes de la rica tradición oral islámico-oriental.

En Clarín publican Premio Nobel para el escritor turco que reconoció el genocidio armenio. En el diario español ABC sale el interesante artículo El Nobel a Orhan Pamuk, un turco de alma europea, resucita el prestigio de la literatura otomana. Y en el también español La Razón dicen Orhan Pamuk, un Nobel turco en el ojo del huracán islamista, Una lectura política y Banderas en el Bósforo, un artículo sobre su libro Estambul y un encuentro con el autor en dicha ciudad.

No dudo del trasfondo de motivaciones políticas a la hora de poner a los escritores en la balanza por parte de la academia sueca, pero esta vez parece que el autor elegido cuenta además con la necesaria calidad literaria como para sostenerse por si solo y que su obra lo respalde ampliamente.

Para quienes quieran leer algo de y sobre la prosa de Pamuk, en el diario chileno La Segunda se publica un extracto de su más reciente libro Estambul. Ciudad y recuerdos. Y desde este enlace de Alfaguara pueden llegar a pequeños comentarios de libros suyos y a un extracto de varias páginas de su libro Nieve (En PDF). En inglés unas exhaustivas reseñas a sus libros: Istanbul, My Name is Red y Snow. En La Nación tenemos el artículo Para quién escribo, la duda de siempre. También una entrevista, nuevamente en La Segunda. Por supuesto googleando encontrarán más artículos y en estos días habrá mucho más aún sobre Pamuk on line.

Por otro lado, hasta donde he podido ver, un par de bloggers peruanos han posteado al respecto: El escritor turco Orhan Pamuk logra el Premio Nobel de Literatura y Premio Nobel va a Turquía. Y nuevamente La Cebolla ironiza sobre el tema: Mario Vargas Llosa «gana» Nobel de Literatura.

La foto de Pamuk la extraje de la página noticiosa canadiense cbc.ca.

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¿Quién ganará el Premio Nobel de Literatura 2006?

Como todos los años por estas fechas, los aficionados a la literatura y a las listas de premios andamos esperando que el 12 de octubre se desvele el misterio y una vez más los miembros de la Academia sueca nos sorprendan con su elección de quién se lleva el Premio Nobel de Literatura.

Buscando información sobre los posibles ganadores encontré en el sitio SFGate.com del San Francisco Chronicle el artículo: The Nobel as a mysterious joke, Literature prize has become a lot like nitroglycerin de Susan Salter Reynolds, del cual extraigo lo siguiente:

…This year’s contenders for the world’s most coveted writing award: Turkish novelist Orhan Pamuk (3-1 odds), Syrian poet Adonis (4-1), Polish journalist Ryszard Kapuscinski (5-1), Joyce Carol Oates (6-1), followed (ouch) by Philip Roth (10-1) and down into the nether regions of Nobel hopefuls, a list that veers closer to the sublime — South Korean poet Ko Un, Swedish poet Thomas Transtromer, novelists Milan Kundera and Thomas Pynchon, Margaret Atwood, John Updike, Julian Barnes, Paul Auster and, last but not least, Bob Dylan at 500-1 — than the ridiculous.

Traduciría las partes seleccionadas del artículo, pero la verdad, no tengo tiempo, igual les digo que a partir de la anécdota de la existencia de un sitio en el cual se llevan apuestas sobre quien ganará el premio (de ahí los números entre paréntesis), se brinda un panorama de la situación actual de incomodidad de algunos con respecto a ciertas elecciones bastante controvertidas, que en muchas casos parecieran responder a motivaciones extra-literarias.

… Whatever the criteria, there’s no question that many literary giants have failed to win the prize. Critics point to the glaring omissions of Leo Tolstoy, James Joyce, Virginia Woolf, Franz Kafka and Marcel Proust, among others (but then again, Gandhi was never awarded the Nobel Peace Prize, so maybe there’s some kind of freakish reverse psychology thing happening). Boris Pasternak and Jean-Paul Sartre both refused the prize, though Sartre’s relatives high-tailed it to Stockholm after the writer died to demand the money, a demand that was refused.

Sin mencionar por supuesto a Jorge Luis Borges o a Mario Vargas Llosa, (a propósito leer este post en clave de joda: Escritores ‘criollos’ harán vigilia por Mario Vargas Llosa). Y no digamos nada del hecho que hace tiempo no gana ningún escritor de lengua castellana. En fín, quedan pocos días para que la incógnita sea develada. Como referencia y para hacer comparaciones, pueden leer mi post del año pasado sobre el mismo tema, en el que hay enlaces a sitios donde se pude encontrar info sobre varios de los candidatos de ese y de este año: ¿Quien será Premio Nobel de Literatura 2005?, post que a su vez tiene un enlace al del año anterior.

La ilustración de este post corresponde a un sello de correos (más estrictamente es una plancha de sellos, aunque tiene otro nombre pero no lo recuerdo) de Guinea Bissau alusivo a escritores ganadores del Premio Nobel, y la obtuve de Ebay.

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Ardiente Paciencia – Antonio Skármeta

Por el estado de la carátula de este libro se daran cuenta que se trata de una de mis compras de segunda mano, en este caso fue en la antigua feria de libros de la Av. Grau, hace Dios sabe cuantos años, fácil como diez. No me debe haber costado mucho, el equivalente a dos dólares a lo sumo. Y la scaneada le ha hecho un flaco favor la verdad, pues en tan mal estado no está, sólo un poco amarillento. La edición es la primera, Mayo del 86, en la colección Literaria de Plaza & Janes y consta de 174 páginas. Como curiosidad, mi edición tiene una dedicatoria de una hija a su madre, aparentemente fué un regalo hecho. Sobre como llegó a la venta de la Av. Grau, prefiero no especular.

Ardiente Paciencia tiene un origen curioso, fue primero el guión de una película, que no he visto por cierto, y luego de eso recién fue novelada. Posteriormente se hizo otra versión cinematográfica, que tampoco he visto, que llevó como título «El Cartero«, o «El Cartero de Neruda» en algunos países. En este origen se encuentra imagino, lo fácil que resulta leer esta obra, es muy ágil y los diálogos están estupendamente construidos y con un humor muy literario, pues Skármeta no duda en poner fragmentos de los poemas de Neruda en labios de los protagonistas bajo circunstancias muy sui géneris. Sin embargo esta simplicidad es sólo aparente pues la obra mantiene varios niveles de lectura y satisface creo, tanto al lector crítico como al que no.

A partir de una experiencia juvenil del propio autor con Neruda, es que creó este personaje del cartero que diariamente lleva la correspondencia al poeta y termina involucrándolo en su vida y él también involucrándose en la del poeta. Esta ficción sin embargo no se aparta de la realidad en cuanto a su entorno, y el desenlace esta fuertemente unido a episodios y hechos reales de la historia chilena, pues el final del cartero, siendo imaginario e incluso bastante abierto, es el que probablemente tuvieron muchos en los días post derrocamiento de Allende. Obviamente el humor que había estado presente en todas las páginas de la obra se pierde en los últimos capítulos. Extraño me resultó el Epílogo donde el narrador deja de ser anónimo y se transforma en el autor del libro buscando, en cierta manera, a su personaje. A continuación un extracto que ejemplifica lo que comento acerca de los diálogos:

– Desde hace algunos meses merodea mi hostería ese tal Mario Jiménez. Este señor se ha insolentado con mi hija de apenas dieciséis años.
– ¿Qué le ha dicho?
La viuda escupió entre los dientes:
– Metáforas.
El poeta tragó saliva.
– ¿Y?
– ¡Que con las metáforas, pues Don Pablo, tiene a mi hija más caliente que una termita!
– Es invierno, Doña Rosa.
– Mi pobre Beatríz se está consumiendo entera por ese cartero. Un hombre cuyo único capital son los hongos entre los dedos de sus pies trajinados. Pero si sus pies bullen de microbios, su boca tiene la frescura de una lechuga y es enredosa como un alga. Y lo más grave, Don Pablo, es que las metáforas para seducir a mi niñita las ha copiado descaradamente de sus libros.
– ¡No!
– ¡Sí! Comenzó inocentemente hablando de una sonrisa que era una mariposa. ¡Pero después ya le dijo que su pecho era un fuego de dos llamas!

Antonio Skármeta es un escritor chileno autor de una amplia y premiada obra, compuesta de relatos, guiones y novelas. Se hizo conocido en los medios televisivos al conducir el programa El Show de los Libros. Hay una página oficial sobre él que tiene buena información, pero algo desactualizada ya que pareciera datar del 2001. En esta otra web, aparte de unas suscintas biografía y biblografía, hay pequeños extractos de algunas de sus obras, incluyendo la que nos ocupa. Si se animan a leer algo de él, acá tienen unos relatos: Telefonía Celular, El ciclista del San Cristobal y Corazón «partío».

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John Carey: El arte culto no es superior al popular

John Carey, profesor de la Universidad de Oxford, presidente del jurado del Booker Prize y miembro de la Academia Británica, entre otras cosas, ha publicado recientemente el libro: What good are the arts? (¿Para qué sirven las artes?), próximamente en castellano, que obviamente ha polarizado a los intelectuales de medio mundo. De la conversación que Juana Libedinsky sostuvo con él en Inglaterra, y que fue publicada como entrevista en el diario argentino La Nación, extraigo algunas partes.

(Supongo que preguntado sobre la subvención a las artes por parte del estado, pues no aparece la pregunta en la entrevista)
«Es ridículo usar el argumento de que hay que destinar fondos públicos a la alta cultura porque es la manera de permitir el acceso de las masas a lo que es considerado el buen arte, para que aprendan a valorarlo -dice-. Hasta ahora eso nunca se ha dado. Se ha estudiado la composición de los visitantes a museos en distintas partes del mundo, por ejemplo, y el resultado es que cuando la entrada es gratuita no cambia sustancialmente la composición demográfica. Lo mismo ocurre con los teatros nacionales. Entonces, no creo que aquellos a quienes no les gusta la ópera o no quieren ir a la ópera deban financiar con sus impuestos a los que sí quieren. En particular, yo odio la ópera del Covent Garden, un edificio tan lujoso que mucha gente se sentiría socialmente fuera de lugar allí, y que da el mensaje de que la ópera, la clase alta y el lujo son cosas que, naturalmente, van juntas. No es un mensaje que deba darse con los fondos públicos.»

Pero, por ejemplo, en el caso del Teatro Colón, en la Argentina, un argumento que se esgrime es que el Estado debe mantenerlo porque es parte de nuestro orgullo nacional. ¿No es una idea válida?
Es interesante, porque con el argumento del orgullo nacional es como nacieron las grandes colecciones nacionales. El Louvre, por ejemplo, se armó con las obras que Napoleón iba robando de otros países. Hitler también robó vilmente escudándose en el argumento del orgullo nacional. El arte es lo mismo que el equipo de fútbol: usarlo para el orgullo nacional es un error. Es cierto, Blair va a llevar a algún otro jefe de Estado a nuestro museo, pero el arte no tiene nada que ver con permitirle al señor Blair que se luzca. Es la gente común la que tiene que comprometerse con el arte, participando, y no sólo mirando de lejos con admiración. Por ejemplo, para lo único que está probado en parte que sirve el arte es para proyectos como la reinserción de los presos en la comunidad, de gente con comportamientos antisociales. Pero las grandes sumas estatales van a las instituciones de prestigio que las masas, se supone, deben visitar para elevarse y cosas así.

¿Cómo surgió la idea de alzarse contra la superioridad del arte culto?
Mi libro anterior fue sobre los intelectuales modernistas británicos, como Virginia Woolf, D.H. Lawrence, T.S. Eliot, y su relación con las masas, sobre la forma en que reaccionaron a la cultura popular. Lo resumo en dos palabras: la odiaban. Odiaban a las masas y querían eliminarlas, eran intelectuales que dijeron cosas extremadamente violentas contra quienes no tenían su mismo gusto. Así surgió mi interés en ver por qué hay tanta gente que venera el arte culto y lo siente superior al popular. Quise ver si podía encontrar razones que lo justificaran. Por supuesto, tuve que arrancar con la pregunta de qué constituye una obra de arte. Y cuanto más investigué, más fascinante me resultó el tema, porque, sobre todo después de Duchamp y de Warhol, no pude encontrar explicaciones que sigan sirviendo. ¿Qué psicólogo va a aceptar que una obra de arte sea algo que nos hace mejores personas, como creen quienes dicen que te eleva o que da mayor sensibilidad? Otros siguen creyendo que una obra de arte es aquella elegida por Dios, pero me cuesta creer que podamos saber qué elige Dios. Finalmente, lo que ocurre es que si decimos que una obra de arte es superior a otra -y la gente lo dice-, lo que estamos diciendo es que el sentimiento que nos provoca es superior al sentimiento que otro tipo de arte provoca en otra gente. Eso es absurdo, porque nunca vamos a poder saber qué pasa por la cabeza de los demás. Jamás podremos sentir lo que otros sienten. Al final, todo es opinión y subjetividad, cosa que vuelve locos a los expertos.

¿La Mona Lisa no es intrínsecamente mejor que un paisaje de Calamuchita pintado por el artista del pueblo?
No creo que sea intrínsecamente mejor. El experimento mental para darse cuenta es suponer que los seres humanos ya no existen y que Dios tampoco existe. ¿Tendría la Mona Lisa valor en ese caso? No; las obras de arte tienen valor porque alguien les da valor. Que mucha gente piense que la Mona Lisa es valiosa y que signifique algo para ellos obviamente es importante, pero eso no quiere decir que aquel que prefiera la pintura de su barrio esté errado de la misma manera que estaría errado si hubiera hecho una suma mal o deletreado mal una palabra. No existe un examen objetivo para certificar que la Mona Lisa es mejor. Su superioridad no puede medirse. Y no hay por qué hacer sentir avergonzada a la gente que no le gusta algo que es considerado una obra de arte. Además, aunque hubiera leyes objetivas en la estética, sería muy difícil encontrar aquellas que atravesaran todas las culturas. En el arte occidental, por ejemplo, la destreza del artista y su originalidad son muy importantes. En cambio, para la cultura oriental lo que tiene valor es mantenerse dentro de la tradición. La calidad de un dibujo de Miguel Angel comparado con el de un niño es sólo evidente dentro de una cultura familiarizada con ese tipo de arte. Frente a obras de tradiciones radicalmente distintas, la mayor parte de nosotros estaría perdido. Por eso, decir que un tipo de arte es superior al otro es ridículo y ofensivo, aunque muchos lo hagan.

¿Cree que la literatura es superior a todo tipo de arte visual?
La literatura es el único arte que estimula la energía imaginativa. Al leer, hay que ir imaginando la acción. Nada está ya dado por una imagen. Una imagen puede dar placer de muchas maneras, pero al final siempre volvemos a sus trazos y colores, mientras que la literatura va cambiando con cada lectura. Es un medio mucho más fluido. Por otra parte, la literatura es el único medio que puede criticar argumentativamente, dado que su medio es el lenguaje, el vehículo por excelencia del pensamiento racional, que a la vez puede moralizar. Hay conceptos como la libertad que sólo pueden expresarse con palabras, a pesar de lo que diga el arte conceptual. Para mí, sin duda la literatura es el arte superior, pero para ser coherente insisto en que esto es una cuestión de gusto, subjetiva. A mi hijo, que es músico, le gusta más la música justamente porque no puede argumentar, pero en cambio puede dar los sentimientos puros que uno tiene al argumentar.

¿Le gusta el arte conceptual?
No obtengo ningún placer de él, pero reconozco que sirvió para ampliar lo que la gente piensa que es una obra de arte y para mostrar cuán subjetivo es todo. Lo que sí me molesta es cómo los críticos de arte intentan explicar los «conceptos» detrás de estas obras de manera pomposa e inentendible, y cómo muchas veces, financiado con fondos públicos, el arte conceptual se usa meramente para escandalizar al ciudadano medio.

En Buenos Aires, Spencer Tunick armó fotos de desnudos masivos en la vía pública y mucha gente se ofendió. ¿Qué opina?
Creo que estaría de acuerdo con la gente que se ofendió. El arte a veces está destinado a ofender, y está bien que así sea. Estoy pensando en las caricaturas políticas que ofenden a un dictador, por ejemplo. Pero me preocupa la superioridad de quienes dicen que el arte que ofende a la gente menos sofisticada es algo bueno, que hay que ampliarle la mente a esta gente estrecha para que se vuelva más como uno, porque somos mejores. Es un argumento sospechoso. El valor de escandalizar, por sí mismo, es escaso, puesto que con abrir un diario o con encender la televisión las noticias, solitas, lo hacen todo el tiempo. Si el arte se suma a lo mismo, puede alejar, más que acercar a la gente. Si el arte da el mensaje de que es algo elitista y de que quienes lo aprecian se sienten superiores y quieren convertir a los demás a su manera de pensar, eso no va a acercar a nadie. Por el contrario: los artistas tienen que mostrar buenas maneras, transmitir su mensaje de manera inteligente, y no ofensiva. Creo que en el caso de Tunick en Buenos Aires, yo hubiera estado con los puritanos.

¿Y qué hay de la televisión, tan vilipendiada? A usted le gusta.
La televisión es el gran invento de mediados del siglo XX que cambió la vida cultural para mejor. Mucha gente jamás hubiera visto una obra de teatro o una ópera de otra manera. Mi propia madre vio una obra de teatro de Shakespeare por primera vez en la TV. La obra no le gustó nada, pero al menos así la vio. La televisión es este objeto maravilloso que enriqueció la vida de millones de personas. Cuando el cable está tan popularizado y hay tantas opciones, criticar a la televisión es algo que no debería hacerse más. Los mismos argumentos se usaban respecto de la radio. Las cosas que George Orwell decía, incluso respecto de escuchar una sinfonía en la radio como una basura para las clases bajas, hoy resultan increíbles. La televisión es muy buena para adaptar clásicos e introducir a mucha gente en libros que de otro modo nunca leería. Es cierto: con las dramatizaciones se pierde el ejercicio de imaginación que implica la lectura. Pero es una buena introducción a los clásicos para millones. La TV es de un alto valor cultural.

Pero la mayor parte de los televidentes, supongo, no ven debates ni obras de Shakespeare, sino reality shows y telenovelas.
Las telenovelas hoy están escritas de manera muy cuidadosa por gente que sabe. No pueden descartarse como basura. Reality shows en realidad yo no veo tantos, pero es imposible suponer que algo así no tenga valor, porque no tendría la audiencia que tiene. Creo que, a diferencia de las telenovelas, los reality shows desaparecerán, porque es muy difícil mantener interesada a la audiencia por mucho tiempo y al final todo es sexo y ver comer a los participantes, lo que resulta tedioso. La escritora Germaine Greer fue a «Gran Hermano» y dijo que se había arrepentido de haberlo hecho. Pero que hasta una intelectual haya elegido participar en un reality show ya dice algo importante, ¿no le parece?

¿Dije que seleccionaría partes? bueno, la dejé tal como estaba: completa, pues prácticamente todos los puntos que toca y como los argumenta me parecieron interesantísimos. Desde la idea que no hay una obra superior a otra, lo del subjetivismo, lo de las artes asociadas a una élite, sus preferencias por, y esto es casi una contradicción, la literatura y la música por sobre otras manifestaciones artísticas (personalmente las artes plásticas me dejan frío), hasta su posición contra corriente con respecto al valor de lo propalado por la televisión (que no comparto, de hecho casi no veo tv).

En resumen podría decirse que esa novelita de a sol que se lee en cualquier parte, o ese «chiste» (comic) que nos gustó tanto de chicos, no tienen nada que envidiarle a obras de Shakespeare o Cervantes si consiguen hacer despertar la imaginación del lector. Igualmente nadie tendría que avergonzarse de preferir Agua Marina a Mozart, o Chacalón a Charlie Parker, si es que son esos acordes y melodías los que inflaman su espíritu con sensaciones casi indescriptibles. Lo que importa es el impacto, no de quien es el dedo en el gatillo.

Para quienes quieran profundizar en el tema: The critic becomes an artful dodger, otra entrevista sin desperdicio a Carey sobre los temas de su reciente libro. También una crítica aparecida en el Times on Line, y otra aparecida en el Guardian Unlimited, quienes también publican un artículo biográfico sobre el autor, las respuestas de otros intelectuales a la pregunta del libro y opiniones variadas en los comentarios de un post en el The Observer Blog. Por otro lado las reflexiones de un blogger sobre esta misma entrevista en: Lo culto se estrella contra lo popular (¿o será a la inversa?).

La foto de Carey ha sido obtenida de la web Open2.net de la BBC y la portada del libro de Amazon.com.

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La Anaconda del Samiria – Róger Rumrrill

Adquirí este libro hace años, en una de las ferias del libro me parece, mis hijas aún estaban pequeñas y me pareció adecuado para sus lecturas a esa edad, pues vi que tenía algunas ilustraciones. Además el precio no era exagerado. En las 127 páginas del libro hay nueve narraciones y además una presentación a cargo del propio autor. La edición corrió a cargo de la Editorial Bruño, que se especializa en textos y libros para estudiantes, para su Colección Autores Peruanos. No dice el año de edición pero por algún lado de internet recuerdo haber visto que era de 1997.

Ya desde la mencionada presentación del autor, titulada «Palabras para los niños» donde declara su intención de compartir con los lectores, niños o no, los parajes y aventuras donde transcurrió su propia niñez, nos hacemos una idea de la temática y forma de los relatos de este libro. Narraciones simples, pero no por eso mal contadas, donde se muestra, la mayor parte de las veces desde la perspectiva de un niño, el mundo mágico y exhuberante de la amazonía peruana. La verdad, no recuerdo si mis hijas leyeron el libro, pero yo sí le he dado un par de lecturas. Los títulos de cada relato dan una adecuada visión de los mismos:

El muchacho y el tigre otorongo
Cayapo el cazador
La madre
Golondrinas
Huapapa la pescadora del Amazonas
Carpisho el constructor del bosque
Los ojos de la serpiente
El mono que casi muere de amor
La anaconda del Samiria

Como se imaginarán, casi todos estos relatos están ambientados en pueblos pequeños o comunidades asentadas a las orillas de los innumerables ríos que conforman la cuenca amazónica. La excepción la dan dos cuentos, Golondrinas, una narración citadina, casi fantástica y con toques de sarcasmo hacia la burocracia local, en este caso de la ciudad de Iquitos, versa sobre la llegada de una enorme bandada de aves y su efecto sobre la ciudad. El mono que casi muere de amor sucede también parcialmente en Iquitos, y trata sobre, obviamente, un mono y su historia de amor.

Huapapa la pescadora del Amazonas y Carpisho el constructor del bosque son dos narraciones cortas en las que los propios animales nos cuentan, indirectamente, sus historias, haciéndonos partícipes de esta manera de su forma de vida en la selva. Ambas incluyen pequeñas referencias sobre la labor depredadora del hombre en este entorno ecológico. La Madre en cambio es sobre un niño al cual su madre le aplica cierto tratamiento especial, no llegandose sino tan sólo a conjeturar el motivo. Pareciera parte de una obra mayor.

El resto de relatos, como dije anteriormente, son aventuras protagonizadas por muchachos en poblados amazónicos: Bagazán, Terrabona, Varadero de Omaguas, Bretaña; todos a orillas del propio Amazonas, o del Ucayali, pero cerca de lo que conforma la gran Reserva Nacional Pacaya-Samiria ubicada entre los ríos Marañón y Ucayali, hasta que convergen formando el Amazonas. Es común a todos los relatos el enfrentamiento del hombre con el animal, con lo salvaje. Y si bien a veces se nota demasiado la intención del autor de utilizar las narraciones para describirnos las costumbres de los pueblos amazónicos, así como de la fauna de esa zona, no se llega a interrumpir el ritmo de la narración y la lectura mantiene el interés.

La anaconda del Samiria es el relato más largo y semeja una de esas narraciones de iniciación tan comunes a la literatura fantástica. Cuenta las aventuras de dos muchachos en su intento por encontrar una mítica anaconda de 30 metros de largo que vive en una isla donde habría estado localizado el Paraíso Terrenal. Contiene ciertos elementos mágicos pues al final son los propios animales de la selva quienes hablan y guían a los muchachos. A continuación un pequeño extracto de este relato:

Mientras se dejaban arrastrar por la corriente del canal del Puinahua, los dos estudiaban cuidadosamente el mapa imaginario del lugar donde posiblemente estaría la isla y que había sido dibujado esa misma madrugada por Policarpo Laulate, que se sacaba siempre veinte en dibujo. El mapa tenía la forma de la Vía Láctea, la luz que alumbró a los tupí-guaraníes a través de la noche de los tiempos, la clave que la noche anterior les había dado Oroma. Esa noche, en sueños, Policarpo Laulate vio que el Pacaya-Samiria tenía la forma de la Vía Láctea y en cuyo centro, donde una estrella resplandecía más que ninguna, estaría la isla. Las demás estrellas y sus rayos fulgurantes representarían los lagos, ríos, quebradas e incontables canales.

Róger Rumrill, el autor, nació y vivió hasta su adolescencia en diversos pueblos de la selva peruana. Actualmente aparte de escritor es especialista en temas amazónicos.